La semana que termina llega con el fin de la era del presidente más mediático y popular que ha existido, probablemente, en toda la historia de los Estados Unidos: Barack Hussein Obama Dunham. Obama fue durante la mayoría de su mandato, el rockstar de la política en el ámbito global. Pocos personajes de la vida pública han logrado tener una estrategia de comunicación tan certera como las que tuvo él. Personajes incluso de Hollywood darían lo que fuera por tener sus niveles de influencia en el público.
Hoy, la era Obama ya no existe más y llega el momento de analizar de manera objetiva si la popularidad que tiene es proporcional a sus acciones de gobierno. ¿Cuál es la herencia de la administración Obama?
Barack llegó a la presidencia de los Estados Unidos en uno de los momentos más difíciles en todo lo que va del siglo XXI: la crisis de la burbuja financiera de 2008. La burbuja inmobiliaria había sido una catástrofe para la población norteamericana, la política económica de George W. Bush había dejado mucho que desear. A finales de 2008, cada mes 800,000 estadounidenses perdían su trabajo, el sistema financiero estaba fuera de control y prácticamente cada día quebraba alguna empresa de relevancia.
El inicio de su administración fue pues, un desafío mayúsculo. Millones de personas depositaron su confianza en el futuro en el inicio de su administración por lo que fue tomando decisiones a lo largo de su gobierno guiadas en gran parte por la agenda ciudadana.
En materia de empleo, Obama deja a Estados Unidos en una situación envidiablemente histórica. Más de 152 millones de personas trabajan en la economía norteamericana, de las cuales 15 millones son nuevos puestos creados en la administración de Barack desde 2008. En términos reales, es un incremento que muchas partes del mundo desearían pues Estados Unidos hoy tiene una tasa de desempleo nada mala de 4,5%.
Pero cantidad no dañó calidad. En materia de salarios, el ingreso promedio de los Norteamericanos ha incrementado más del 5% en términos reales (descontada la inflación). Los estadounidenses tienen pues hoy más empleo y mejor pagado que nunca antes en la historia. Todo esto reduciendo en consecuencia el índice de pobreza media.
El patrimonio de las familias norteamericanas ha incrementado en 20% aproximadamente y hay quien dice que se encuentra ante una nueva época de “años locos” en la bolsa de valores.
La producción industrial ha crecido a niveles exponenciales, su país depende cada vez menos del petróleo extranjero, las exportaciones se han fortalecida, la economía que se encontraba perdida en 2008 quedó consolidada en la administración de Obama.
Tal parece ser que el efecto Obama no solo es una buena estrategia de comunicación y propaganda, sino que se encuentra sustentada en hechos. Pero, ¿ha sido todo maravilloso en su administración?
Definitivamente hay críticas que se tienen que mencionar. La más relevante es la relativa al déficit público, que ha aumentado en niveles desproporcionados por la constante contratación de deuda pública. El déficit público oscila los 7.3 billones de dólares, incrementando en más de 100% desde 2008. En palabras llanas, Barack Obama se endeudó más del doble que todos los presidentes de Estados Unidos juntos desde la independencia del país, un dato difícil de dimensionar y preocupante para los norteamericanos.
Por otro lado, la creación de nuevas empresas se ha visto opacada y de hecho, en el índice Doing Business ha caído bastantes posiciones en términos de la facilidad de construir nuevas empresas en su administración.
Por último, la crítica que parece más contradictoria al discurso del hoy presidente de los Estados Unidos Donald Trump, es el tema de inmigración puesto que aunque siempre estuvo en su agenda, Obama no logró consolidar la reforma migratoria prometida y además, reporta el mayor número de deportaciones en la historia del país. Pero hey, miren qué carismático es.
A pesar de las sombras, no cabe duda de que los último 8 años han sido benéficos para Estados Unidos que ahora se enfrenta a un nuevo desafío: la presidencia de Donald Trump. Como mexicanos debemos estar atentos a lo que sucede en materia internacional, particularmente con nuestro vecino del norte, no por preservar una relación de supra/subordinación (como pretende el Gobierno de la República), sino como un elemento de cultura general que nos permita decir mejor en nuestra vida pública y privada.




