Es innegable que el dicho “A la mujer no se les toca ni con el pétalo de una rosa” está más que sobrado, se ha reproducido de forma paternal por todos lados desde que somos niños y sin embargo en la realidad de México ocurren más de tres mil feminicidios al año, más los que se catalogan como homicidios, más los que no se reportan.
Mientras veía con fervor las noticias de la Million Women March contra Donald Trump en Washington, por la cantidad de mujeres y hombres que se congregaron y la réplica mundial que se organizó, una nota de la página de noticias falsas y satíricas ElDeforma me hizo reír mucho: al millón se le tuvo que restar la participación de las mujeres provida y las mujeres blancas, pues las primeras fueron expulsadas de la marcha al acusárseles de intolerantes y las segundas de apropiación cultural del evento.
Me reí tanto que lo compartí en mi muro de Facebook y casi de inmediato me escribieron para reclamar. Según eso, no me puedo nombrar feminista si me río de las mujeres, si reproduzco las burlas de los medios machistas que nos acusan, a las feministas, de tener una vagina arenosa, que cómo se me ocurre seguir dándole vuelo a eso de que estamos enojadas con los hombres y con la vida, por lo que pensé: es cierto, a la mujer no se le toca ni con el pétalo de una rosa.
Porque hablar de una mujer está mal y más si se hace entre mujeres, con lo que entiendo que hemos confundido la sororidad con la falta de crítica. La primera es combatir la enemistad entre nosotras, apoyarnos, acompañarnos, convertirnos en amigas y aliadas porque luchamos contra lo mismo: el patriarcado. El mundo nos ha enemistado, odiamos a muerte a la amante de nuestro marido y a éste lo perdonamos, envidiamos los logros de otras y nos ponemos el pie en lugar de apoyarnos sin restricciones y volvernos cómplices, entonces, si yo me río del feminismo muestro lo alienada que estoy con el sistema. Yo, que soy capaz de reír de mí misma, o de Yisus Craist alias dios, no me puedo reír del feminismo.
La falta de crítica o de autocrítica no hace sino obedecer a un ego muy inflado y a un poco criterio. Al feminismo como movimiento político no tengo que reprocharle nada, con él ha crecido no sólo la crítica al patriarcado, al capitalismo, a la cultura, a la política para deconstruirnos, sino también ha crecido la defensa de los derechos humanos de todos por igual, y esto ha sido resultado de mujeres que trabajan en todo el mundo.
Muchos de los comentarios que leí entre mis contactos y amigas sobre la marcha fue el protagonismo de las mujeres blancas de clase media-alta y cómo la prensa les dio énfasis e invisibilizó a la diversidad, mujeres lesbianas, trans, negras, latinoamericanas, musulmanas, judías, discapacitadas, gordas, flacas, ancianas, niñas, proletarias, burguesas, cosa que es cierto, la tendencia por lo occidental como canon de belleza es una realidad muy jodida, pero eso no significa que lo debamos atacar como plaga. White feminist es lo que acabaría con el white women voted for Trump. El feminismo influencia y surge de las múltiples formas que tenemos de ser mujer, la conciencia de las opresiones cruzadas, la interseccionalidad, no es únicamente para la minoría, porque todavía hay una mayoría (mujeres blancas, de clase media, con privilegios) que no se acerca al feminismo. El compromiso de las mujeres negras con su pueblo no es el mismo que el de las mujeres indígenas con el suyo, cada una de ellas tiene diferentes formas de opresión pero ambas luchan por liberarse de esto. Estoy de acuerdo en la necesidad de hacer visibles a todas aquellas que tienen menos oportunidades, ellas son las que deberían de ir a la cabeza de la marcha, pero eso no significa que denostemos a la mayoría. ¿Cuántas jóvenes se han acercado al feminismo a través de Emma Watson, por muy pop que sea? ¿Cuántas mujeres se adhieren a lo que dijo Madonna sobre que envejecer es un pecado femenino? Esto no debería contraponerse al feminismo islámico que defiende su convicción de no quitarse el velo, así como tampoco debería molestar o entorpecer al ecofeminismo, al feminismo radical, al lésbico, al anticapitalista; el feminismo es subjetivo desde donde lo vivimos y, en teoría, nos invita a luchar contra la diversidad juntas, una vez que estemos en sintonía como pasó en la marcha, en la práctica, que es de donde podemos ser escuchadas al gritar por y para todas. Por eso resulta imposible no reírme de un chiste que muestra cómo nos dividimos y sobre todo que hace hincapié en nuestra incapacidad de resolver diferencias.
Hace poco también me reí de otra nota que va por donde mismo, pero esta sí es real: En la Universidad de Londres, el sindicato de estudiantes de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos ha exigido que desaparezcan del programa filósofos como Platón, Descartes o Kant. Por racistas y colonialistas. Si a estas alturas no me rió de nuestra posmodernidad, terminaré enojada. Malditos filósofos blancos-racistas-colonialistas, no necesitamos conocerlos porque lo nuestro son los estudios orientales y africanos, como nomás eso existe en el mundo… Es imposible no documentarnos con la historia, geografía, economía y culturas del mundo. Llevamos una carga histórica milenaria. Somos tan diferentes y buscamos lo mismo. Somos creaciones colectivas y así es como las mujeres habitamos este planeta, y estamos sometidas a diferentes opresiones, no nos podemos atacar por defendernos desde donde estamos. Al final termina siendo un único feminismo.
Entonces, si hablo de las mujeres en lo global también puedo hacerlo en lo local. Como la semana pasada que Mabel Haro, presidente de la Asociación Iberoamericana para el Desarrollo en la Igualdad de Género en Aguascalientes, aseguró que “La alcaldesa Tere Jiménez ya construyó junto con las ciudadanas, una agenda de género.” Si de algo no me he cansado de hablar es precisamente de esa omisión en la agenda de la alcaldesa. Las mujeres no figuramos en sus planes de desarrollo, y si lo hacemos es con un nulo estudio de las condiciones de género, pues su discurso nos sigue colocando en los estereotipos de siempre: políticas de ayuda a las mujeres emprendedoras para que trabajen desde casa y no descuiden a los hijos. Así que la invitación está abierta, ilumínenme y muestren esa agenda de género que aseguran que existe, porque no se puede asegurar algo sin sustento. Y aquí me pregunto: ¿Soy mala feminista porque cuestiono a otras mujeres en su labor? Si el feminismo de la presidente de esta Asociación es clasemediero, eso no entorpece mi postura, pero sí que se atreva a asegurar algo que el gobierno municipal nos ha negado hasta ahora a las mujeres de Aguascalientes, nuestros derechos.
O como en la columna de otra mujer en este periódico, que, entre otras cosas interesantes, critica a los concursos de belleza o a la ropa “vulgar” que algunas chicas usan para llamar la atención de los varones, y yo no pude más que estar en desacuerdo porque las mujeres tenemos derecho de hacer o vestirnos como queramos sin que se nos estigmatice por eso. Pero este comentario no es estar en contra de la columnista.
Mientras, me seguiré riendo de mí y del feminismo que no se pone de acuerdo, y ni tiene por qué hacerlo, si el comunismo no pudo, ¿por qué yo habría de exigírnoslo a nosotras? Me reiré de las formas de tirarnos pedradas desde la trinchera de cada quien, como lo hago con Femme, pues su estrategia me parece inútil y nunca va a aterrizar en la práctica. Seguiré usando mi playera que dice feminazi como burla, en lugar de que esta palabra descalifique mi postura política.
Que no se nos olvide la historia que llevamos a cuestas, de dónde venimos, así enseñaban los abuelos a nuestros padres y estos a la vez a sus hijos: “A las mujeres no se les toca ni con el pétalo de una rosa”, mientras nos matan una y mil veces.
Este es un texto para nosotras solamente. La crítica entre mujeres es necesaria, no seamos maternalistas, no confundamos sororidad con crítica, hagamos autocrítica y riámonos de nosotras, al final perseguimos lo mismo.
@negramagallanes
