Es Día Internacional de las Mujeres y le soy franco, creo que a muchos nos vendría bien saber a ciencia cierta de qué trata el día. No exagero con un fin argumentativo ni con el afán de polemizar sobre el asunto. Le digo que con franqueza, a muchos y muchas nos sería de harta utilidad entender con absoluta precisión cuál es la lucha que hay que dar -o qué se entiende siquiera- cuando hablamos de equidad de género.
Asumo mi profunda ignorancia en el tema. Sin más, sin añadir un “pero” o un “sin embargo”. Aunado a ello habría que aclarar que en esta ocasión no pretendo probar un punto particular ni refleccionar sobre las discusiones más finas. Basta decir que de hecho no tengo una postura convincente que ofrecer sobre los distintos temas que de suyo me parecen importantes como la interacción del mérito y la acción afirmativa por nombrar una.
Creo que no reconocer que se ignora el asunto -no como una actitud proposicional sino como un hecho- es un impedimento fundamental para entrar a la discusión. También creo que estar equivocado, ser un ignorante -como se es siempre de infinidad de temas- o no tener interés particular en un asunto de tal trascendencia no es necesariamente reflejo de una característica maligna imputable. Asumir lo contrario suele estar cruzado con un dogmatismo poco constructivo y fundado en una intolerancia que ciertamente tampoco ayuda.
Por otra parte, aun cuando debería ser innecesario en pleno Siglo XXI, siempre es conveniente recordar que la ignorancia tampoco es excusa para mantener intactas una serie de circunstancias y acuerdos político-económicos que hacen que las víctimas de una buena cantidad de las injusticias cotidianas sean -de manera desproporcionada- mujeres. O dicho de manera más simple, es una pendejada asumir que la injusticia pueda ser la norma y que por el gusto de unos pocos por mantener las costumbres ser mujer se convierta en una desventaja para la vida.
Este mismo ejercicio, señalar obviedades intentando arriesgar lo menos posible argumentativamente es en sí criticable. Entiendo que aporta muy poco y que el valor que se le puede encontrar es en dado caso un recordatorio o extrañamiento de las virtudes que demanda un debate. Me parece relevante que a pesar de lo poco que aporta en sustancia se compense con su intención por ser un llamado a reflexionar sobre lo que se tendría que saber antes de cuestionar cuál es el lugar de uno en el reclamo y las marchas o cual sería la posición ideal con respecto a la lucha por los derechos de las mujeres.
Si es malentendido este último asunto se corre el riesgo de ser equiparado, por ejemplo (y con justicia), al fulano que opta por ir a cobrar protagonismo a una marcha convocada por y para las mujeres que deciden hacer visible su postura a favor de la equidad de género y en contra de una forma sistemática de injusticia.
Intentando no caer en ese punto, o su símil, en la forma de un hombre que escribe sin rigor alguno sobre las luchas de las mujeres, me atrevería a decir que nos hace falta mucho como sociedad para tener conversaciones sanas y en algunos casos nos hace falta mucho para saber siquiera de qué estamos hablando.
Es claro que no es el día para regalar planchas ni para justificar filias y fobias bajo el cobijo de la libertad de expresión. Tampoco es un día como para que otro fulano escriba una columna más sobre lo que deberían o no hacer las mujeres. Lo que sí, me parece, es un día para recordarnos a todos que mientras ser mujer requiera un esfuerzo adicional o resulte en un condicionante para la vida será indispensable hacerlo notorio, al menos, ya de jodido, como lamentablemente solemos hacer con las causas justas, una vez al año.
@JOSE_S1ERRA




