La extrema derecha moderna nació en Francia. Mucho antes de que Donald Trump aspirara a ser presidente de los Estados Unidos, antes del surgimiento de los movimientos nacionalistas como el Brexit, mucho antes de todo ello, Francia ya contaba con su propio partido de ultraderecha: el Frente Nacional.
En el año 2002, los partidos de centro izquierda y centro derecha, moderados y socialdemócratas, se vieron obligados a aliarse para evitar que Jean Marie Le Pen del Frente Nacional ganara las elecciones. En la actualidad, abril de 2017, los franceses volverán a las urnas para elegir nuevamente presidente.
Hay un nuevo Le Pen en la lista de aspirantes a dirigir Francia, Marine Le Pen. La candidata del Frente Nacional, ha manifestado abiertamente sus ideales nacionalistas a grado tal de sostener que al momento en el que ella ganara las elecciones haría todo lo posible por sacar a Francia de la Unión Europea.
Un triunfo de la ultraderecha con Le Pen significaría un triunfo moral para todas las corrientes políticas xenófobas en el mundo, como lo significó en su momento, el triunfo de Donald Trump.
La extrema derecha francesa tiene dos ancestros ideológicos muy claramente identificados: Hitler y la OAS. Derivado de la invasión alemana al norte de Francia en la segunda guerra mundial y los gobiernos franceses afines al Partido Nacional Socialista Alemán, mucha gente apoyaba y defendía esta ideología.
En 1961, Argelia, la más preciada colonia francesa, busca su autodeterminación a través de un referéndum que causó disgusto a los sectores de la derecha francesa. De aquí surgió la OAS, organización terrorista que buscaba eliminar a todos los independentistas argelinos. A pesar de ello, Argelia logró su soberanía y los cabecillas de la OAS fueron exterminados. Sin embargo, aún quedaban muchas personas con ideologías ultras que resultaron insatisfechos con la situación.
En estos caldos de cultivo ideológico, surge Jean Marie Le Pen, fundador del Frente Nacional. El Frente Nacional logró, para los años ochenta, convertirse en la tercera fuerza política francesa y Jean Marie Le Pen logró colarse a la segunda vuelta en el proceso de elección presidencial del año 2002, lo que lo supone como un peso importante en la política francesa.
¿Cómo lo logró? Parece fácil de explicar. Aunque el Frente Nacional es un partido de extrema de derecha, muchas de las directrices de sus programas son atractivas para algunos sectores de izquierda. Aquí es cuando la conocida frase “los extremos se tocan” cobra bastante sentido. Ideas proteccionistas no sólo para las empresas francesas sino para los trabajadores franceses han hecho que los sectores sindicalistas, tanto es así que lugares industriales como Marsella, que siempre había votado por partidos de izquierda, respaldaron al Frente Nacional el año 2002 de forma abrumadora. El resultado de ello fue que todos los partidos de centro izquierda y derecha hicieran un frente común en contra de Jean Marie, para derrotarlo.
Por esta razón es por la que Marine Le Pen (hija de Jean Marie Le Pen) comenzó su propia campaña hacia la presidencia de Francia en contra de su propio padre. Con un discurso que busca eliminar el terror que provocan las ideas del partido por su padre, Marine llega en las encuestas con un 25% de la intención de voto en una contienda que se encuentra cerrada entre 5 aspirantes, lo que la pone entre el primer y segundo lugar de las elecciones.
Sin embargo, su programa electoral es todo menos moderado: propone el cierre de fronteras, la deportación masiva de inmigrantes, la salida de la unión europea y el regreso del Franco francés como moneda oficial. Las ideas que defiende Donald Trump no son nuevas y en el contexto actual parece ser que están siendo atractivas para un sector tenebrosamente silencioso de votantes y el Frente Nacional lo sabe.
Pero ¿es acaso imparable Le Pen esta elección? Emmanuel Macron, un candidato independiente, sostiene que no y parece ser que tiene posibilidades reales de hacerse de la presidencia de la república con un discurso más parecido al de Barack Obama o Justin Trudeau. Macron es la antítesis de Le Pen y en el contexto internacional actual guarda gran relevancia el resultado que pueda darse en las elecciones francesas.
Un eventual triunfo de Le Pen sería el principio del fin del Euro, el resurgimiento de la xenofobia nacionalista y el incremento de la tensión internacional en lo relacionado al medio oriente y Siria. No resta más que esperar a que Francia decida bien el rumbo no solo de su nación, sino del mundo entero.
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