- Comerciantes piden a alcaldesa detenga el comercio informal en Centro Histórico
- Por cada comercio formal hay tres informales
El comercio ambulante sigue siendo un dolor de cabeza para los comerciantes del centro de la ciudad, lo que motivó a que hicieran la petición a la alcaldesa María Teresa Jiménez Esquivel de no permitir que sigan proliferando, en caso de que se decidan cerrar más calles para ampliar las zonas peatonales.
Rubén Ángel Berumen de la Cerda, presidente de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) en Aguascalientes, apuntó que además de representarles una competencia desleal, que crece en promedio en tres por cada formal, se suma el mal aspecto que dan a los corredores del centro de la ciudad, en los que se hace difícil transitar a través de ellos, ahora los perjuicios se extienden a los restaurantes de la zona por los puestos de comida que también crecen en número, y que representan un serio peligro por el uso de tanques de gas butano.
Externó que cuando fueron informados por parte de la presidencia municipal de Aguascalientes sobre la intención de cerrar algunas calles del centro de la ciudad a fin de convertirlas en áreas exclusivas para los peatones, la respuesta fue que es mejor que no siga adelante, pues esos espacios solo servirán para que se incrementen los comercios informales y el ambulantaje; la respuesta fue que se tomará en cuenta la petición.
Berumen de la Cerda señaló difícil conocer la procedencia de la mercancía que venden los ambulantes, sin descartar que se trate de objetos robados, ya que no tienen un control por parte de ninguna dependencia y se vean obligados a presentar ni emitir facturas.
Expresó que además, ante la proliferación de tianguis en la ciudad capital, se solicitó una medida que desde hace tiempo a la Profeco a fin de proteger a los consumidores, y es que en los tianguis hayan básculas a disposición para que verifiquen que “los kilos sean de a kilo”, pues muchas veces son de 800 gramos.
El líder de los comerciantes consideró que, más allá de las autoridades, está en manos de los consumidores el hacer conciencia dónde les conviene más adquirir sus bienes y servicios, pues es notable que en muchos casos lo barato sale caro cuando no existe ninguna garantía que les permita exigir la devolución del producto o la satisfacción del servicio solicitado, al considerar que esto forma parte de una cultura de consumo que espera vaya permeando paulatinamente.




