Pronto dará comienzo la cuaresma. En todas las iglesias se recitará el Credo Niceno, mismo que se impuso en toda la cristiandad desde el año 325 de nuestra era, tras una larga lucha entre sectas y facciones cristianas cada vez más necias y violentas, hasta que el converso emperador romano Constantino exigió que llegaran a un acuerdo y poner fin a sus alharacas en el Concilio de Nicea. La cristiandad, tal y como la conocemos, es poco reconocible a los ojos contemporáneos antes de ese momento axial. En este mundo en el que todo se fragmenta, tal vez no estaría de más que cada quien ensayara un credo personal, más allá del que mecánicamente repite en público. En lo que sigue, va el mío, a modo de fútil pero sincero ejercicio.
1. Soy ateo y eso no tiene remedio. Cualquier dios obsesionado por los asuntos de los hombres no puede ser más que una creación humana. No por monstruoso y excesivo, tal concepto deja de acusar su origen.
2. Encuentro ridículos a profetas, mesías, mártires y santos. Jamás, nunca, tendré el mal gusto de pedirle a alguien que derrame su sangre por mí. Nadie tiene porqué agradecer favores que nunca ha pedido, mucho menos sentirse culpable por ello. Inculcar una culpa individual y colectiva por un oscuro evento de hace 2 mil años es la forma de abuso y manipulación psicológica más flagrante que haya sido elaborada.
3. Las iglesias le dan expresión y forma a las neurosis y ansiedades colectivas: una vez logrado esto, resulta inevitable traficar con semejantes pulsiones.
4. La humanidad no tiene salvación ni la merece. Toda forma de demagogia, religiosa o política, parte de negar lo que debiera ser obvio.
5. Toda ideología que apele a las masas, apela en el fondo a las semillas y obsesiones plantadas en su subconsciente por una religión delirante.
6. La ciencia y la tecnología son grandiosas, pero concluirán que nuestra especie es obsoleta y prescindible.
7. Sólo los bosques y los animales salvajes son necesarios en el orden del cosmos. Sólo ellos merecen la Tierra.
8. Soy conservador: creo que a los progres les corresponde la carga de la prueba y son quienes tienen que explicar por qué, ahora sí, su experimento va a funcionar después de haber fracasado una, otra y otra vez, en el tiempo y en el espacio, desde Pyongyang hasta Caracas, pasando por Moscú, Berlín y la Habana.
9. Por qué hay arreglos sociales que funcionan es algo que nunca podremos explicarnos a cabalidad: por qué fracasan los intentos de cambiarlos es más fácil de explicar.
10. La belleza y la bondad suceden por momentos y esos accidentes de la condición humana son el único misterio acerca de nosotros.
En suma, estoy destinado a no tener aliados en este mundo y no tengo a quien dirigir mi queja.




