Aquí pongo mi espíritu en la ofrenda madre mía, humedece la tierra.
Te traigo estas semillas en prueba de mi amor y mi trabajo
Poema Mazahua
La participación política de las mujeres se había considerado irrelevante hasta hace aproximadamente 200 años, cuando surgieron feministas que abogaron por los derechos laborales y políticos de las mujeres. Las ideas sembradas en la Primera Ola Feminista dieron origen a la Segunda, y esta última originó la Tercera. Es por ello que se dice que la lucha feminista está inacabada, dadas las múltiples exigencias a las cuales aún se busca responder. Semejante pluralismo de enfoques y propuestas muestran la urgencia de erradicar un sistema injusto, en donde las nuevas fórmulas involucren la inmensa complejidad de la vida social.
Una de las nuevas vertientes que estos enfoques han creado es el ecofeminismo, que busca comprender nuestra posición como seres humanos con respecto a los demás seres vivos, además de las relaciones de género y sustentabilidad, lo que lleva a la pregunta: ¿por qué debemos priorizar el ecofeminismo en la lucha feminista actual? La hipótesis es que el ecofeminismo responde a una problemática que ya no puede postergarse: la escasez de recursos naturales. Esta problemática está directamente relacionada con la desigualdad porque las poblaciones indígenas y rurales dependen de la tierra de una manera sumamente directa y son quienes sufren de primera mano el deterioro de la naturaleza y sus consecuencias. El ecofeminismo se convierte entonces en una herramienta política que atiende a las necesidades de poblaciones rurales e indígenas frente al deterioro de la naturaleza. El argumento central que asegura que debemos incluir el ecofeminismo en el ‘feminismo tradicional’ se sustenta en tres puntos: el momento histórico de crisis ambiental que la humanidad enfrenta; la crítica profunda al sistema capitalista como responsable de la escasez de recursos; y finalmente, la visibilidad que el ecofeminismo otorga a las mujeres de comunidades rurales e indígenas.
Como recientemente indicó el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU, el año 2030 parece ser la fecha límite para evitar una catástrofe climática mundial. Nos encontramos en un momento histórico crítico para actuar ante la escasez de recursos naturales y los problemas ambientales que las acciones humanas han provocado, es el caldo de cultivo adecuado para introducir una nueva corriente de cambio que transforme la relación entre humanidad y naturaleza. Aparentemente, actuar ante la crisis climática ya se encuentra en la mirada de muchos gobiernos, como demostraron 195 países al firmar el Acuerdo de París, pero estos esfuerzos no han sido suficientes. Por lo tanto, la propuesta ante esta situación es fortalecer el ecofeminismo, enarbolando las demandas de ambas luchas de manera conjunta, llamando la atención pública y formando organizaciones sociales que beneficien a las comunidades indígenas y rurales, como la Red de Género y Medio Ambiente (RGEMA), que en el 2005 inició un trabajo de identificación y solución de problemas de las mujeres de comunidades rurales con relación al agua (La Agenda Azul de las Mujeres).
Otra ventaja que ofrece el ecofeminismo es un cuestionamiento del problema mucho más profundo que el ofrecido por el ambientalismo a secas. Si bien el ambientalismo busca soluciones a los problemas latentes, no necesariamente radica con el creador del desastre: el sistema económico capitalista. Excepto por algunos casos, los movimientos protagonizados por comunidades rurales e indígenas suelen estar vinculados a problemas socioambientales, exclamando la insostenibilidad de la mancha urbana. El ecofeminismo direcciona su crítica hacia el modelo económico y cultural que se ha desarrollado a costa de las bases materiales, humanas y relacionales que sostienen la vida. “Se constituyó, se ha constituido y se mantiene por medio de la colonización de las mujeres, de los pueblos ‘extranjeros’ y de sus tierras, y de la naturaleza”. El mantenimiento de nuestro desgastado sistema económico muestra como síntomas el crecimiento de la brecha de desigualdad, condiciones de dominación entre grupos y un extractivismo inagotable que consume el sustento de las comunidades rurales. El desarrollo que gira entorno a la sostenibilidad y no en torno al PIB, es la mirada sobre las necesidades sociales que debe fortalecerse, y por ello debemos incluir el feminismo en los movimientos ambientales.
Como último argumento, no debemos olvidar que las mujeres necesitan voz en las comunidades rurales e indígenas. Además de pertenecer a un grupo social y geográficamente marginado, ser mujer les añade una segunda causa de discriminación y aumenta su condición de exposición a la desigualdad.
“Las mujeres suelen ser de las personas más afectadas por el cambio climático. A menudo son las que van a recoger agua, a pescar o a cultivar la tierra afectada por inundaciones. Y, al mismo tiempo, su voz suele ser ignorada en la planificación y la gestión ambientales. Asimismo, disponen de menos acceso a tierras y recursos productivos”.
En los últimos 20 años, se ha vuelto más notorio que las comunidades indígenas y rurales se levanten en protestas contra la violencia y los daños ambientales, exigiendo los derechos que por años se les han negado, donde es importante señalar: ya hay muchas mujeres encabezándolos activamente. Sin embargo, eso no las ha eximido de atender a su familia, el trabajo doméstico o de campo. Probablemente esta sea la razón por la cual el ecofeminismo debe atañer drásticamente al feminismo ‘tradicional’, porque además de la directa dependencia de la tierra y la nula respuesta del Estado ante los problemas ambientales, se encuentra presente la violencia estructural del orden patriarcal. A pesar de ello, las mujeres no han abandonado la lucha ¿cómo hacerlo una vez que alcanzaron la visibilidad sistemática? En conjunto, el ecofeminismo puede responder tanto a problemas sociales como ambientales si es direccionado con la intención de impactar en el pensamiento político-ideológico; puede reconciliar la naturaleza con la cultura.
La lucha feminista ha crecido y ha ganado visibilidad política, revalorizando el papel de las mujeres en la sociedad. Desafortunadamente, continúa mostrando resistencia a incluir vertientes como el ecofeminismo dentro de su ‘agenda principal’ por temor a perder de vista sus objetivos tradicionales. Sin embargo, considero que esta resistencia surge por un desentendimiento con respecto al movimiento. El ecofeminismo resulta útil porque otorga voz a versiones silenciadas y es digno de formar parte de los temas de estudio que se consideran importantes precisamente porque responde a una problemática urgente.
Debemos incluir el ecofeminismo en la lucha feminista actual porque funciona como una herramienta política para las comunidades rurales e indígenas. Los movimientos feministas y ambientalistas pueden encontrarse dentro del ecofeminismo porque tiene la intención de “transformar simultáneamente la relación de la sociedad con la naturaleza y la desigualdad entre hombres y mujeres en el uso, acceso y control de los recursos naturales, con una interrelación entre ambos objetivos”. Tal como afirma el historiador E. H. Carr, “en cuanto nacemos, empieza el mundo a obrar en nosotros, a transformarnos en unidades sociales, de meras unidades biológicas que éramos”. El imaginario público cambia simultáneamente, dependiendo del momento del desarrollo histórico, así que la sociedad y el individuo actúan recíprocamente, condicionándose mutuamente y respondiendo a las acciones del otro. Es por ello que, dada la crisis ambiental actual, nos encontramos en el Kairós de formular un discurso que transforme la relación entre hombres, mujeres y naturaleza.
Referencias
- BBC MUNDO. Por qué 2030 es la fecha límite de la humanidad para evitar una catástrofe global. 08 de octubre de 2018.
- Carr, E. H. ¿Qué es la Historia?, Barcelona: Ariel, 2010.
- De las Heras Aguilera, Samara. “Una aproximación a las teorías feministas”, Universitas. Revista de Filosofía, Derecho y Política 9 (2009), ISSN 1698-7950.
- Herrero, Yayo. “Apuntes introductorios sobre el Ecofeminismo”, Centro de Documentación Hegoa, Boletín de recursos de información 43 (2015) ISSN: 2255 – 369X.
- “Informe editado sobre violaciones a los Derechos Humanos al Agua Potable y al Saneamiento en México”, Red de Género y Medio Ambiente, 10 de enero 2019.
- Plumer, Brad. “¿Qué es el Acuerdo de París?”, The New York Times, 1 de junio 2017.
- Salazar Ramírez, Hilda; Salazar Ramírez, Rebeca; Paz Paredes, Lorena. “El ambientalismo feminista”, en Un fantasma recorre el siglo. Luchas feministas en México 1910-2010, ed. por Gisela Espinosa y Ana Lau Jaivén (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2012).
- Tapia González, Georgina Aimé. “Géneros”, Universidad de Colima 21 (2017), ISSN-1405-3098
- Tapia González, Aimé. Mujeres indígenas en defensa de la tierra. España: Cátedra, 2018.
- “12 esferas de especial preocupación”, ONU Mujeres, 2016.
