Continuando con el tema del espejismo de la igualdad, en esta ocasión hablaremos sobre lo que tiene que ver con la estructura de las ciudades y cómo las ciudades se convierten y representan a las personas que en ellas habitan, así como las diferencias que existen en la distribución de los espacios públicos y en cómo esto se relaciona con la seguridad o falta de ella para las mujeres y es que el territorio de la ciudad es uno de los ámbitos donde la violencia contra las mujeres se expresa, afectando sus vidas cotidianas, limitando sus proyectos personales y de derechos ciudadanos.
El urbanismo y la planificación territorial, aún no han incorporado suficientemente la diversidad de los sujetos que habitan la ciudad y entre ellos las vivencias diferenciadas entre varones y mujeres, producto de las transformaciones en curso que afectan las prácticas sociales y los vínculos entre las personas.
El medio urbano genera la esperanza de una coexistencia tolerante y por una igualdad real de los géneros.
En este sentido, asumimos que las características fundamentales del espacio público quedan definidas por “aquellos lugares accesibles a todos, que suponen un uso social, dominio público y gratuidad” (M. de Sablet, 1989), la garantía de la accesibilidad a los mismos por parte de la ciudadanía es una condición primera que debe ser garantizada por el Estado. La accesibilidad constituye una dimensión esencial del derecho a la ciudad. Implica ausencia de obstáculos: físicos (barreras arquitectónicas, viales o topográficas); económicos, (traducidos en costos de traslado), sociales y culturales (espacios excluyentes de grupos o personas por su condición social, edad, género, identidad étnica, sexual, etc.) (ibídem)
La relación de las mujeres con el espacio público aparece mediada por distintos factores, el recurso tiempo, la seguridad para transitar y permanecer en los espacios, y las condicionantes sociales y culturales que le asignan o inhiben determinados comportamientos. Asimismo, a estas mediaciones que responden a su condición de género es necesario sumar condicionantes compartidas por otros colectivos sociales como la edad, o discapacidades físicas. (Dalmazo, 2009).
Aguascalientes tiene tres anillos periféricos mismos que delimitan la ciudad y disponen la organización de la sociedad y la ciudadanía; el primero de los anillos es denominado “Convención de Aguascalientes de 1914”, el segundo “Av. Aguascalientes” y el tercero, “Av. Siglo XXI”.
Estos anillos tuvieron en su momento la función de hacer de la ciudad de Aguascalientes, un centro urbano con la capacidad de ordenar los flujos de transporte, comercio y movilidad. (Lopez; 1999:30) Esta estructura vial ha demostrado ser un elemento identitario para la población por su calidad como elemento orientador (Norte-Sur, Este-Oeste) y que da una mejor legibilidad al espacio urbano construido. (López; 1999:34).
Por otro lado, la ciudad, afirma el sociólogo Henri Lefebvre, es la manifestación espacial de una organización de la sociedad y en esta medida, ciudad y sociedad están tan indisolublemente ligados y en donde a pesar de los esfuerzos por la homogeneidad, se mantiene siempre un alto grado de desigualdad social y cultural. Espacialmente, esta condición se manifiesta por las condiciones de centralidad que disfrutan determinados grupos y la marginalidad que padecen otros (Lefebvre, 1973).
De acuerdo a las investigaciones estadísticas de que arrojó en 2009 el “Diagnóstico sobre la realidad social, económica y cultural de los entornos locales para el diseño de intervenciones en materia de prevención y erradicación de la violencia en la región centro: el caso de Aguascalientes, Aguascalientes”, la ciudad conserva un mayor porcentaje con estructura de hogares familiares nucleares, esta estructura tradicional concuerda con una práctica también tradicional en la educación sexual, por lo que Aguascalientes es uno de los estados que presenta mayor fecundidad y menor incidencia de jefaturas femeninas.
La infraestructura cultural está concentrada y cada vez más lejana física y económicamente del grueso de la población; la deportiva, con mayor acercamiento a la población, pero sin programas que hagan del deporte un medio para la convivencia y el tejido social. En general, los servicios también están segregados por clases, en donde quienes habitan la periferia están alejados de estos servicios y les implica mayor esfuerzo y gasto en relación con sus ingresos y su tiempo libre para tener acceso a éstos. (Papadimitriou; 2009:5-9).
La infraestructura cultural está también relacionada con el tema de la violencia socio económica-urbana, ya que existe una relación entre el fraccionamiento del territorio, la estratificación por niveles socioeconómicos y el deterioro del entorno en donde se vive, con la intensidad de la violencia directa que se practica; considerando que en la ciudad de Aguascalientes y los municipios conurbados, se ha incrementado la violencia en la medida en que se ha deteriorado su medio físico natural y social, cambiando huertas y áreas verdes por vialidades y terrenos baldíos; así como destinando predios ejidales y ranchos de terratenientes –en su mayoría también empresarios– como espacio de asiento para las distintas y polarizadas clases sociales que ocupan el territorio de manera segregada. (ibídem).
A lo anterior debemos sumar el hecho de que el 80% de la población total del estado está concentrada en la Zona Metropolitana, de ahí también la importancia estratégica de la concentración diferenciada en los tres anillos siendo el tercero del lado sur, donde se concentra la población pobre y en pobreza extrema coincidiendo estos lugares con los de mayor violencia reportada para las mujeres del Estado. (Herrera y Valdivia; 2009:12).
De lo anterior vislumbramos la importancia que tiene la participación política de las mujeres en el avance de las agendas de los derechos sobre la ciudad local.
Es evidente entonces, la necesidad de una mayor participación de las mujeres en política con plataformas y propuestas aterrizadas a las necesidades de las mujeres habitantes de los distintos sectores de la población; además y quizá el factor más importante en el orden por intervenir, es el tema cultural que como señala el Diagnóstico, en Aguascalientes la estructura de la familia tradicional sostiene a las mujeres en el ámbito privado de sus hogares lo que hace más difícil cuestionar y promover la construcción de espacios con perspectiva de género toda vez que existen voces incluso de legisladoras que aseguran no tenemos un problema grave de feminicidios y falta de seguridad que aqueje a las mujeres en el espacio público.
La propuesta entonces sería primero atacar el tema cultural y el sentido de pertenencia a la ciudad. Asimismo, las leyes deben ser sometidas a evaluación desde la óptica de la perspectiva de género sobre todo y en este caso particular, aquellas relacionadas con el desarrollo urbano estatal y municipal.
En la construcción de leyes y políticas públicas para atender el derecho a la vivienda, deben estar las mujeres legisladoras, regidoras, presidentas municipales alzando la voz por la construcción de espacios urbanos libres de violencia, funcionales y orgánicos para las mujeres que atiendan a su ubicación y necesidades.
Bibliografía
Diagnóstico sobre la realidad social, económica y cultural de los entornos locales para el diseño de intervenciones en materia de prevención y erradicación de la violencia en la región centro: el caso de Aguascalientes, Aguascalientes. Greta Papadimitriou. México, 2009.
Nociones básicas de Derecho Urbanístico Mexicano. López Velarde Vega, Oscar. 1999. México, UNAM.
El espacio público y movilidad como dimensiones incluyentes del ejercicio ciudadano de las mujeres. Marisol Dalmazzo y Liliana Rainero. 2010. Argentina.




