ablamos de política y de sus formas de acción, pero no ponemos atención en la educación política; y, todavía más, pareciera que la educación política no es necesaria, ya que la política hoy es el campo de la espontaneidad, y ésta no requiere de preparación y profesionalización.
La política es asunto de todos los ciudadanos, como también lo es el cuidado de la salud, la construcción de viviendas, el cocinamiento de los alimentos, la actividad económica empresarial, etc., etc.; y regularmente para realizar dichas actividades no se requiere de educación especializada ya que cualquiera lo puede hacer, y lo hacemos ya que es necesario para vivir.
Sin embargo, la búsqueda de cómo hacer mejor las cosas ha llevado a las sociedades a evaluar las formas y los procedimientos de la realización de su vida; es una carrera histórica que hoy nos provee de una calidad de vida superior a la de ayer.
El proceso político en México está siendo realmente tortuoso y difícil; lo común de esta época política es el desencuentro: la afirmación de la libertad propia es la afectación de la libertad del otro, la democracia como participación se practica como exclusión, la búsqueda del acuerdo se convierte en la razón del desacuerdo, la unidad se desecha y se impone la uniformidad, etc.
Desde luego que hablo de la clase política en la sociedad política-gobierno y no de los ciudadanos en la sociedad civil; no obstante, los círculos viciosos que se establecen en la política son afirmados y consolidados también en la sociedad civil, es decir, los políticos realizan los círculos viciosos apoyados y retroalimentados en las reacciones de los ciudadanos ante la política.
El paquete fiscal 2010 aprobado en la Cámara de Diputados nos da ocasión para observar algunos de los círculos viciosos que están dándose en la política mexicana: por ejemplo, el campo central del debate entre los legisladores es la defensa del propio partido político y el ataque descalificador al otro; lo esencial hoy de las decisiones políticas de los partidos es la conservación del poder con una buena imagen social evitando la mala imagen; la reacción de los ciudadanos inconformados con las decisiones políticas se ubica en el recurso del “nos vemos en la siguiente elección”.
Hoy las discusiones y debates en las cámaras legislativas tienen como basamento no el tema legislativo correspondiente o la búsqueda de la mejor solución legislativa para determinado problema o necesidad social; sino el practicar la democracia de la exclusión del otro y la afirmación de que el partido político propio es el “único que…”, es el “primero en…”, es el dejar en claro que “en ningún otro estado…” o “en ningún otro país…”.
El aire renovador de la ya olvidada transición política se ha extinguido en unos años; estamos en el tramo del desorden político que se da en un proceso de transformación cuando se pasa de una forma de orden político a otra. Del orden político priísta al orden político plural, desorden que entendemos pero que no justificamos en su empecinamiento partidista y tardanza inútil en superar.
Para los directivos de los partidos políticos la imagen social es hoy un elemento de primera importancia; el cuidado de su imagen ante los ciudadanos justifica cualquier acción, ya que el objetivo no es tanto el saneamiento y la transparencia de sus finanzas o la de sus gobiernos, sino el “que no se sepa” porque los daña en las elecciones.
La tergiversación de Maquiavelo permite aclarar la meta partidista: conservar el poder. El principio político definido por el autor de El Príncipe es que el fin de la política es la conservación del Estado: y el Estado es la población, su territorio, su gobierno, sus leyes y su economía. El fin de la política, por lo tanto, es conservar integrados y en funcionamiento todos estos elementos, y no la apropiación del poder político.
Ante las decisiones políticas, como la del paquete fiscal 2010, el recurso de ciudadanos es el decir “nos vemos en las siguientes elecciones”; recordemos que la democracia no se agota en las elecciones, y cuando los ciudadanos nos quedamos sólo en este dicho estamos reforzando el círculo vicioso de la clase política de cuidar su imagen ante los electores, y propiciamos que sus decisiones las tomen basándose precisamente en la pregunta de “qué tanto va a afectar su imagen”, en lugar de considerar el impacto social de la decisión.
Las elecciones han propiciado cambios políticos en Aguascalientes y en México cuando las anteceden la organización y la movilización social (no callejera y confrontadora), cuando líderes ciudadanos –aunque sean militantes partidistas- trabajan en la educación y formación políticas con los sectores de la sociedad.
No obstante que la educación en general esté hoy con un velo de desprestigio, es necesario poner atención a la educación política; hoy es difícil escuchar de capacitación política en los partidos políticos que en sus estatutos prevén secretariados y coordinaciones para ese efecto, pero que no tienen mayor actividad. Los ciudadanos también requerimos de la educación y formación políticas que nos ayude a ser la causa y el motor de la construcción de un nuevo orden político plural gobernable y benéfico para todos, apoyado en círculos virtuosos de la política. n




