Palacio Nacional, 2 de febrero de 2021. El popular pero polémico subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, dr. Hugo López-Gatell Ramírez, responde, en los siguientes términos, una pregunta de la prensa sobre la eficacia de la vacuna rusa, Sputnik V: “Hoy 2 de febrero se está publicando en este momento en la muy prestigiada revista científica Lancet, revista británica, los resultados del ensayo clínico fase 3”.
El galeno pregunta: “¿Por qué enfatizamos esto? …Hubo toda esta inquietud, se pronunciaron periódicos, columnistas, canales de televisión, estaciones de radio, en una angustia –que nos parece legítima, nos parece totalmente legítima– de encontrar dónde estaba la evidencia de que la vacuna era segura y eficaz y que se hubiera realizado un ensayo clínico fase 3”.
La escena arriba mencionada sirve como prólogo al presente artículo, el cual pretende explicar por qué existe una guerra por la comercialización y distribución de las vacunas, en especial la rusa Sputnik V, destinadas a combatir el covid-19.
Desde que, en diciembre de 2019, apareció en Wuhan (China) la pandemia covid-19, “una forma grave de neumonía” que “provoca una molestia respiratoria aguda”, causada por el virus SARS-CoV-2, las principales potencias se lanzaron a la investigación para producir un antígeno capaz de combatir la enfermedad.
En agosto de 2020, la Federación Rusa anunció con bombo y platillo que el Centro Nacional Gamaleya de Epidemiología y Microbiología había desarrollado y registrado una vacuna para uso doméstico a la cual denominaron Sputnik V, en honor al primer satélite artificial, el cual fue lanzado al espacio en octubre de 1957, por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Los antiguos rivales de la Rusia soviética, en particular los Estados Unidos y el Reino Unido, resaltaron el número insuficiente de pruebas y la naturaleza cuestionable de la información proporcionada por las autoridades rusas. Además, se cuestionó la intención rusa de privilegiar la agenda política por encima de la agenda de salud.
En diciembre pasado, la campaña de vacunación comenzó en Rusia. Inmediatamente, países tan distantes y disímbolos como: Argentina, Bielorrusia, Bolivia, Guinea y Serbia aprobaron el uso de la vacuna y comenzaron a comprarla. En un hecho sin precedentes, el 22 de enero de 2021 Hungría, país miembro de la Unión Europea, rompió la solidaridad comunitaria y anunció que adquiriría el antígeno. Por último, Rusia solicitó “registro con la Agencia de Medicinas Europea”1.
El 25 de enero del año en curso, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador –quien en la víspera había anunciado su contagio de covid-19– conversó con su par ruso, Vladimir Putin2. Merced a la gestión del tabasqueño, Rusia anunció el envío de 24 millones de dosis de la vacuna Sputnik V.
Esto fue, en las palabras de Mao Tsé-Tung, “la chispa que encendió la pradera”: personajes como Jorge Castañeda, Ciro Gómez Levya, Juan José Origel y Lilly Téllez se lanzaron a la yugular de la 4T por “poner en riesgo la salud de los mexicanos”.
La polémica por la vacuna rusa Sputnik V pronto fue opacada por la disputa que germinó al otro lado del Atlántico: el Reino Unido y la Unión Europea se vieron enfrascados en una lucha porque los europeos intentaron implementar el Protocolo 16, una cláusula de salvaguardia negociada tras el Brexit, que impone controles a la exportación. Es decir, las vacunas producidas en Europa no podrían ser exportadas a Irlanda del Norte, territorio británico.
Esto prendió los focos rojos en Dublín y Londres, porque la implementación de controles a la exportación significaba la entrada en vigor de una “frontera dura” entre la República de Irlanda y la parte norteña, bajo jurisdicción británica. Este hecho ponía en riesgo el Acuerdo del Viernes Santo de 1998, el cual puso fin a la lucha sectaria entre católicos y protestantes en Irlanda del Norte.
El primer ministro británico, Boris Johnson, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sostuvieron una conversación para evitar “una guerra por las vacunas”. Luego de sostener “pláticas constructivas”, ambas partes acordaron “que, en principio, no había restricciones a la exportación de vacunas por compañías que estén cumpliendo con compromisos adquiridos”3.
El escribano concluye: La oposición a la vacuna rusa Sputnik V en México es una mezcla de genuina preocupación por su eficacia, rusofobia y obtención de raja política en pleno año electoral; la Unión Europea cometió un error al tratar de implementar el Protocolo 16, pues no consultó ni a la República de Irlanda ni al Reino Unido; los dos casos anteriores muestran que la obtención de la vacuna contra el covid-19 es un asunto de oferta, no de demanda, porque hay que producir antígenos para ocho mil millones de personas; finalmente, las palabras del presidente de Rusia, Vladimir Putin, de que la pandemia del coronavirus “ha estimulado y acelerado los cambios estructurales”4 a nivel mundial son evidencia de que el equilibrio de poder global ha cambiado, quizá, irremediablemente.
Aide-Mémoire. – El capitán sir Tom Moore, veterano británico de la Segunda Guerra Mundial, ha pasado a mejor vida, pero su ejemplo de disciplina, patriotismo y tenacidad en la lucha contra el enemigo invisible, el covid-19, vivirá por toda la eternidad.
1.- The geopolitics of covid vaccines in Europe´s eastern neighbourhood https://bit.ly/3pDFVQJ.
2.-Telephone conversation with President of Mexico Andres Manuel Lopez Obrador https://bit.ly/39I0gyH.
3.- Úrsula von der Leyen https://bit.ly/3tly7Fx.
4.- Session of Davos Agenda 2021 online forum https://bit.ly/2MME4L1.




