Vicente Fox desgastó como nadie la figura presidencial, desde el momento en que rindió protesta hasta sus últimas horas como titular del Poder Ejecutivo, hundido en peleas y berrinches, se encargó de confundir empatía con una excesiva confianza, como candidato proyectó una personalidad dicharachera y entrona para conectar con los electores, ya en el cargo le ganó el bufón que siempre fue; de ese tiempo a esta parte, los mexicanos en general somos menos respetuosos con quien esa autoridad.
El primer presidente panista no entendió que el respeto que exige la investidura es un compromiso doble, los ciudadanos estamos obligados a tratar con cierta consideración a la figura y a la persona que ejerce ese mandato, mientras que el funcionario adquiere un carácter, por la sola posesión del cargo, que lo obliga a comportarse de manera digna por que su investidura es resultado de la voluntad popular.
La falta de respeto a la investidura, por parte de la ciudadanía o de la persona que ocupa el cargo afecta la institucionalidad, entre los muchos errores que cometió Vicente Fox destaca el daño que le hizo a la figura presidencial. No importó lo que hicieran Felipe Calderón o Enrique Peña Nieto, la crítica devino en insulto, en vez de realizar señalamientos sobre el desempeño aumentaron las burlas hacia la persona.
Andrés Manuel López Obrador presume ser el presidente más atacado desde Francisco I. Madero, pero eso sólo lo creen sus fieles, las burlas a Enrique Peña Nieto, su esposa y su familia eran devastadoras, los traspiés del último presidente priista eran magnificados de forma inmediata, el pitorreo se hacía viral. Cuando López Obrador ganó la presidencia, con su figura de padre bueno y respetuoso, así como por la adoración de la que es objeto por millones, todo indicaba que la investidura presidencial recuperaría algo del lustre que se encargó de manchar Vicente Fox; así ocurrió durante los primeros meses.
Durante los primeros meses, el actual presidente se condujo con la dignidad que merece el cargo, sin embargo, el desgaste al que se expone todos los días en la conferencia matutina y su obcecación con tener la razón, además de su carácter abusivo contra sus adversarios, lo llevó a inventarse un perchero imaginario donde puede colgar momentáneamente la investidura presidencial y así violar la ley, salirse con la suya.
El presidente se distingue por no emplear lenguaje altisonante, lo que no significa que se conduzca con respeto hacia quien cree sus enemigos, hábil intercambia las groserías por insultos anacrónicos, frases ofensivas y chistes injuriosos, agravia a sus contrarios todos los días y a la menor provocación, el denuesto es lo suyo.
Todos los días López Obrador se inviste de un aura de dignidad que se basa en remarcar la diferencia de su persona con la de los malos, los corruptos, los traidores, los del régimen anterior, ha sido tan hábil que sus seguidores se han transformado en guardianes de esas cualidades, nada hace reaccionar peor a un tetratransformista que una crítica al presidente, furibundos demandan respeto por la persona y las promesas que les ha hecho, con amnesia selectiva dejan de observar que cuando ellos hacen señalamientos a los adversarios de López Obrador hacen uso de un lenguaje soez, vulgar, descalificaciones que sólo tienen el propósito de lastimar, no de evaluar.
El conmigo o contra mí de López Obrador, sus seguidores lo han convertido en una defensa a ultranza de cualquier cosa que haga el presidente, no se le puede señalar nada; eso, López Obrador lo ha transformado en un permiso para comportarse de manera distinta a la que merece la investidura presidencia, de ahí que se haya inventado el perchero invisible.
Esencial, quien se lleva se aguanta y el insulto define más a quien lo emite que a quien se intenta descalificar, ¿se equivocó Héctor Aguilar Camín al llamar “pendejo petulante” al presidente? No, no lo hizo públicamente, lo que exhibió López Obrador en la mañanera fue una conversación privada, lo que también habla más de él que del escritor.
Exponer en la conferencia mañanera a Aguilar Camín tiene como propósito que sus fieles destrocen al escritor, que le hagan pagar por sus palabras, para eso arroja ese anzuelo al pueblo bueno, para que revienten al director de Nexos, ¿ese es el respeto que merece la investidura presidencial?
Coda. Un poemínimo de Efraín Huerta:
REFRAÍNICO
El que
A hierro
Mata
A yerro
Muere
@aldan




