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viernes, diciembre 5, 2025

Cuba: Patria y Vida

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En agosto de 1994 tuvo lugar en la Cuba posrevolucionaria el “Maleconazo”; en La Habana cientos de cubanos protestaron contra el gobierno de Fidel Castro. Casi 27 años después y prácticamente con las mismas consignas, el pasado 11 de julio miles de cubanos salieron a las calles de más de 50 puntos a lo largo y ancho de la isla, en protesta por el recrudecimiento de la crisis económica y sanitaria y la ineficiente actuación del gobierno liderado por Miguel Díaz-Canel.

En Cuba vuelve a pasar lo extraordinario. La protesta en las calles se sale de todos los parámetros aceptados por un gobierno que ejerce un control total. En las calles se exige aquello que es necesario para sobrevivir: comida, energía eléctrica, medicamentos, vacunas. Y de pasada, ¿por qué no?, exigir la procuración por parte del Estado, de los derechos humanos, libertad, pues no hay protección de garantías individuales y se ha exacerbado la violencia de los cuerpos de seguridad ante cualquier atisbo de disidencia.

Estas cosas que pasan en Cuba las conocemos desde hace décadas. Luego de ver la película Fresa y chocolate (1993) empezamos, algunas personas de mi generación al menos, a preguntarnos qué tan real era esa utopía que nos vendían con frases que hoy tienen un sentido distinto. “Hasta la victoria siempre”, no tendría que juzgarse con los ojos del presente si se hubiera quedado en la lucha revolucionaria que derrocó la tiranía de Batista, pero es que el gobierno cubano y su eficiente labor de propaganda mantiene el discurso de una Revolución que exige a sus soldados patria o muerte.

Quien ha querido saber, enterarse de la realidad en Cuba, ha podido. Lo otro es indolencia. Leonardo Padura, en Pasado Perfecto, describe los afanes de Mario Conde y sus compañeros del colegio para editar una revista, La Viboreña, cuyo lema era “El Comunismo será una aspirina del tamaño del sol”. Luego de un análisis del contenido, la autoridad escolar los reprende, pues la imagen de los jóvenes cubanos en dicha publicación no resalta la pureza, la entrega, el espíritu de sacrificio que debe primar en las nuevas generaciones.

Ese libro se publicó en 1991, pero ya entonces se pueden encontrar pistas reveladoras del día a día en Cuba, donde el Estado es omnipresente, dicta lo que hay que pensar, lo que hay que sentir, lo que hay que leer.

A inicios de julio de 2021 Yvon Grenier, en Quillet (quillet.com), publicó el artículo “La profeta de la distopía en suspenso: Margaret Atwood en Cuba”. Habla ahí de cómo ante el caso cubano, “la escritora apaga sus antenas críticas”, ella, quien está sinceramente comprometida con los derechos humanos. En Cuba no se encuentra El cuento de la criada, una de cuyas citas nos dice que, “ignorar no es lo mismo que la ignorancia, uno tiene que trabajar en ello”. Y lo que pasa en Cuba sólo se ignora si se quiere.

Esto nos pone en un escenario en el que por una parte están quienes se solidarizan con la gente que salió a las calles y conocen sobradamente las razones, y por el otro, quienes deciden ignorar esta capacidad de movilización que se alaba en otros países, como México, territorio de manifestaciones por mil y una causas, pero que en Cuba le endosan a la manipulación del gobierno estadounidense.

Lo contundente es el hecho de las y los cubanos en las calles, en esa especie de reducto de la Guerra Fría, una suerte de recreación contemporánea y vigente de la “Stasiland” que Anna Funder nos narra en su brillante obra del 2003. Porque en Cuba hay que cuidarse de lo que se dice cuando no forma parte de las consignas revolucionarias.

El embargo, que no bloqueo, ciertamente ha minado capacidades económicas en la isla, pero no funciona como pretexto para coartar las libertades de los ciudadanos, además, no ha sido nunca una barrera de contención de la propaganda y mucho menos de la policía cubana que, dispersa en América Latina e infiltrada en Miami, da cuenta de lo que se dice del régimen y por supuesto alerta al Estado cubano para ajustar un discurso que se sostiene cada vez menos, pues por qué habrían las personas de elegir entre la patria o la muerte, cuando es deseable y posible exigir Patria y Vida.

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