Carta a Nico, en fechas próximas seré padrino de comunión de un niño al cual aún no conozco, pero ansío por conocerle y convivir con él, siempre he tenido la ilusión de aglutinar en una carta aquellos preceptos e ideales que considero loables en la vida del ser humano, aprovecho esta ocasión para citar un código moral y algunas palabras de Mario Benedetti y Borges.
La carta comienza así: Querido Nico hoy es un día muy especial, hoy celebramos y ponemos atención en la comunión que has hecho, la vida es un camino muy corto, la vida es un instante, pero vale el gusto vivirla con la frente en alto y buscar siempre la virtud, es por eso que quiero expresarte palabras e ideas que han trascendido en mi vida.
Ama a tu prójimo.
Haz el bien, y deja hablar a los hombres.
El verdadero culto a Dios consiste en las buenas costumbres.
Haz el bien, por el amor al bien mismo.
Conserva tu alma pura; que pueda presentarse a toda hora, delante de Dios, libre de todo reproche.
Ama a los buenos, compadece a los débiles, huye de los malvados, mas no odies nunca a nadie.
Háblales respetuosamente a los grandes, prudentemente a tus iguales, sinceramente a tus amigos y con ternura a los pobres.
No adules jamás a tu hermano, porque es una traición; y, si tu hermano te adula, desconfía que te corrompa.
Escucha siempre la voz de tu conciencia.
Sé el padre de los pobres. Cada suspiro de tu vida enfócalo en ayudar a los demás.
Respeta al extranjero y al viajero, porque su posición les hace sagrados para ti. Cuando a tu vez seas extranjero, no abuses de esa circunstancia pretendiendo mayores consideraciones que las de la justicia.
Evita las disputas y prevé los insultos, poniendo la razón de por medio.
Respeta a las mujeres, y siempre hónrales, pues es el deber de un caballero, cuida mucho a tu mamá, nunca la olvides y siempre apoya con todas tus fuerzas.
Si Dios te da un hijo, dale gracias; pero tiembla por el depósito que te confía, porque en lo sucesivo, tú serás para ese niño la imagen de la Divinidad. Haz que hasta los diez años te tema; hasta los veinte, te ame y hasta la muerte te respete. Hasta los diez años, sé su maestro; hasta los veinte, su padre, y hasta la muerte, su amigo. Enséñale ante todo buenos principios, y después, bellas maneras. Que te deba una doctrina esclarecida, mejor que una frívola elegancia. Que sea mejor un hombre honrado, que un hombre hábil.
Lee y aprovecha; ve e imita; reflexiona y trabaja. Y que todo redunde en beneficio de tus hermanos, para tu propia utilidad.
Sé siempre contento para todo, con todo y de todo.
Jamás juzgues ligeramente las acciones de los hombres. Perdónalas y no las condenes. El Gran Arquitecto del Universo es el que sondea nuestros corazones. Es él, sólo, quien puede apreciar su obra.
Si los tiempos de adversidad llegasen a tu vida, recuerda las palabras del poeta Mario Benedetti: “No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aun hay vida en tus sueños, porque la vida es tuya y tuyo también el deseo.
Vivir la vida y aceptar el reto, recuperar la risa, ensayar el canto, bajar la guardia y extender las manos, desplegar las alas e intentar de nuevo”.
Y para cerrar este texto, decirte que la vida es una bendición, y siempre es válido citar a Borges. “No intentes ser perfecto, relájate, toma las cosas de manera responsable, pero con la seriedad debida, corre riesgos, viaja mucho, contempla atardeceres, juega mucho con panda, sube montañas, come mucho helado y juega futbol, la vida está hecha de momentos y solo de momentos, viaja liviana y siempre se bendición con los seres vivos que te rodean”.
Que nunca nadie te diga que no puedes, siempre apúntale al sol, siempre, siempre ten fe en tus ideales, esperanza en realizarlos por amor a la humanidad.
In silentio mei verba, la palabra es poder.
