Son cinco los sentidos que el periodista debe poner en marcha a la hora de elaborar su trabajo, según Ryszard Kapuscinski: “estar, ver, oír, compartir y pensar”, los primeros cuatro, si bien pueden presentar algunas dificultades técnicas, se pueden realizar con mayor facilidad gracias a las nuevas tecnologías, en cambio, pensar, se encuentra con múltiples obstáculos y opciones que pueden modificar el cumplir con la función social de informar. Sí, pensar, pero para quién, pero para qué.
Si partimos del precepto básico en donde pensar consiste en ordenar los hechos para encontrarles un sentido y así transmitirlo, el ruido que despierta la competencia en las redes sociales por llevarse la primicia y adquirir un mayor número de seguidores, perturba este sentido del orden para decir, por un ordenamiento para conseguir una reacción, eso y nada más. A esta búsqueda del estímulo hay que sumar el sometimiento a la velocidad, ya no hay tiempo para reflexionar, se tiene que lanzar la noticia lo más pronto posible.
Ya no hay tiempo para contextos, para acudir a la historia e intentar trazar la línea entre los puntos, mucho menos para buscar la belleza en los textos, un manejo del lenguaje que centraba su objetivo en la precisión, en atender las cinco preguntas esenciales a las que responde una nota informativa: quién, qué, cómo, dónde y cuándo. La presión de perderse del amplificador que son las tendencias y con ello ser olvidados por los usuarios, han logrado transformar una redacción cuidadosa en una escritura efectista, antes de plantear preguntas, se plantan respuestas para provocar.
La manera más simple de provocar a los lectores es el escándalo, pero no el que resulta de relatar los hechos de manera tal que se cuestione, sino ese que basa su éxito en el sobresalto que causa; las peores formas del periodismo de nota roja o de espectáculos saben emplear ese método, de ahí que abusen de los adjetivos.
En un país urgido de contrapesos a quienes desde el gobierno se quieren transformar en la única opción o aquellos que buscan el poder sin una vocación de servicio real, el periodismo debería estar comprometido con la presentación de opciones para la reflexión, en cambio, hemos elegido la vía fácil, en donde no hay matices, la polarización.
Como medios nos urge que la ciudadanía se salga de esa zona de confort en donde los colocamos, donde antes que informarse buscan el consenso, confirmar sus creencias.
Coda. Si lo que se busca al informar es simplemente una reacción, habría que concederle la razón a la siguiente sentencia de Alain Finkielkraut: “No hace falta en absoluto, dicho de otro modo, sopesar, calcular, reflexionar, la humanidad nunca encuentra problemas, tan sólo escándalos”.
@aldan
