Más allá de las nuevas medidas sanitarias, los gobiernos en el mundo ahora ponen atención a temas y problemas que anteriormente no eran prioridad. Entre los aspectos más comunes encontramos a los gobiernos realizando inversiones en tecnologías para digitalizar más servicios. También encontramos a los gobiernos tomando acciones para corregir nuevos riesgos laborales y educativos. El trabajo en casa y la educación en línea, durante la pandemia, permitieron dar cierta continuidad a las actividades económicas y de docencia. Sin embargo, mientras inicia el fin de la pandemia, estas actividades no parecen regresar a los niveles de la vieja normalidad. Eso abrirá espacios nuevos de interacción y conflictos entre particulares que eventualmente el Estado tendrá que regular. La pandemia habría acelerado ciertas tendencias preexistentes que ahora surgen con mayor urgencia y que al final modifican el espectro de temas que el Estado debe atender. Por eso hablamos de un perfil nuevo de Estado.
Atrás en el tiempo, cuando surgió la influenza española, el perfil del Estado sufrió cambios. En aquel entonces la influenza española, iniciada por cierto en Estados Unidos o China, afectó con mayor saña a la población joven y productiva. Estamos hablando de la primera mitad del siglo XX. La pandemia se cruzó con la primera guerra mundial y este evento sirvió al virus para diseminarse en el mundo. La velocidad de dispersión fue, al parecer, con los pobres datos existentes, menor que la que experimentó el Sars-cov-2, no obstante, provocó daños irreparables. Al afectar a población joven en edad productiva dejó por su paso una estela de niñas y niños huérfanos. Las primeras leyes para regular las adopciones surgieron en Gran Bretaña y Francia, y fueron producto de los efectos de esta pandemia. Habría que proteger a este sector de la población menor de edad que quedó al amparo de propios y extraños. También se tiene registro de que gobiernos en el mundo impulsaron acciones como la instalación de orfanatos y diversa regulación para tutorar a las y los menores.
El Estado también modificó su perfil, no de forma inmediata y no solo con acciones al interior de los países, pero, por ejemplo, con mayor cooperación internacional. La pandemia de la influenza española tomó al mundo en un contexto en el que los países no tenían forma de actuar de manera conjunta frente al virus. Las acciones que ahora en esta pandemia vimos para regular los flujos de personas y mercancías, y para atender los riesgos sanitarios, no existieron durante la influenza española. No hubo un organismo que declarara una pandemia mundial, ni que ofreciera y diseminara información entre países, o que ofreciera recomendaciones, o que revisara las acciones de los diferentes países. De hecho, los temas de salud, para muchos, era visto como algo que debía ser atendido por los individuos, por las familias de los enfermos. Los efectos devastadores de la pandemia de la influenza española sirvieron después para promover la aparición de la Organización Mundial de la Salud que en el año 1948 se fundó con el propósito de hacer frente a riesgos sanitarios que no conocen fronteras. El perfil del Estado cambió. El documento que constituye a la OMS inicia diciendo “Los gobiernos tienen responsabilidad en la salud de sus pueblos…”. Habría que dejar claro desde un principio que la salud no es menester exclusivo del enfermo y de sus cercanos en su calidad de individuos, sino una responsabilidad más que cuelga en los haberes del Estado. Es un asunto público que el Estado tutela.
Ahora que la parte más agresiva de la pandemia de la enfermedad Covid-19 está menguando, vale la pena tomar un tiempo para pensar cómo este suceso ha modificado el perfil del Estado. ¿Qué nuevas responsabilidades adquieren los gobiernos, qué nuevos o viejos problemas se anotan en la parte más urgente dentro de la agenda de problemas públicos? Después de tanto ruido y de tanto ajetreo pandémico, podríamos estar más atentos para entender qué está pasando con nuestras vidas, con nuestras relaciones, con nuestros trabajos, nuestras comunidades y con nuestra experiencia de vida, pero, sobre todo, que está pasando en el medio público que le toca al Estado atender.
Cierro esta columna con dos invitaciones. Primero una invitación a todas y todos a reflexionar en torno a esta temática durante la presentación del libro “Un Mejor Estado: Lecciones de la Pandemia para Administrar lo Público” que se realizará en el patio del Museo Aguascalientes el Jueves 7 de Abril a las 19 horas.
Segundo, una invitación a todos y todas a que nos comenten una reflexión en tuiter sobre cómo la pandemia afectó el perfil del Estado usando el #MejorEstado.
