Nuestra huella en el planeta atenta con hacerse imborrable. Mientras la cultura colectiva del cuidado al medio ambiente y el uso de materiales biodegradables apenas da señales de vida, las prácticas del hiperconsumismo y el desecho generan cantidades inimaginables de residuos que tardarán cientos de años en degradarse, afectando al ecosistema y a quienes lo habitan. En Aguascalientes, el Relleno Sanitario San Nicolás recibe al día una lista interminable de lo que culminó un ciclo de utilidad para nosotros y hemos botado para dejarlo en el olvido, espacio donde aves y personas conviven en busca de sustento.

Rodeados de todo aquel abandono, hay quienes encuentran oportunidad. Cientos de personas trabajan todos los días para rescatar aquellos materiales reciclables y obtener un poco de dinero en chatarreras y centros de acopio. Con una vieja radio encendida, la cumbia levanta el ánimo de José Luis que sonríe mientras bromea con sus compañeros y dobla un pedazo de cartón para apilarlo con sus materiales rescatados.

Rodeados de todo aquel abandono, hay quienes encuentran oportunidad. Cientos de aves de diversas especies revolotean entre los desechos buscando restos de alimento, sorteando las bolsas de plástico que se les atoran entre las patas y las ráfagas de viento que levantan nubes de polvo y de vez en cuando las hace planear en el mismo lugar. La belleza y delicada figura de las garzas blancas genera un contraste con el burdo terreno que pisan hurgando entre las bolsas.

Al caer la tarde la jornada termina y el paso cercano de los trabajadores hacia sus camionetas espanta a las garzas que emprenden vuelo para acompañarse juntos hacia el ocaso.




