El próximo 10 de mayo se cumplirá el 90 aniversario del natalicio del muralista chihuahuense Antonio González Orozco (1933-2020), alumno de Diego Rivera -mientras estudió en la Antigua Academia de San Carlos- y autor entre otras obras de Entrada Triunfal de Benito Juárez a la Ciudad de México (1967) y Juárez, símbolo de la República frente a la Intervención Francesa (1972), realizados en el Castillo de Chapultepec.
Hasta hoy no se ha anunciado ningún homenaje para el también pintor de caballete, quien, en el mismo recinto, sede del Museo Nacional de Historia, tiene exhibidos los cuadros Retrato de Joaquín de la Cantolla y Rico (pionero en la creación de los globos aerostáticos) y Fusilamiento de Agustín de Iturbide.
Autor asimismo del mural Historia de la medicina en México (de la época prehispánica hasta nuestros días, la cosmogonía mexica y el encuentro entre Moctezuma y Hernán Cortés), realizado en 1993, en el claustro del Hospital de Jesús, primero en América, construido por órdenes del capital español.
De hecho, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), al cual desde hace diez años el hijo del pintor Antonio González Arriaga le ha solicitado ese reconocimiento a su padre en el Palacio de Bellas Artes (en aquel entonces por sus 80 años, luego por su fallecimiento el 10 de junio de 2020 y sucesivamente en cada aniversario luctuoso, y desde luego por el centenario del Muralismo Mexicano), le informó en una reunión que no es posible realizar ningún acto y menos aún una exposición, pues el recinto está reservado hasta 2025. “Y que, si quisiéramos otro museo, nos busquemos un curador particular, porque los curadores son los que mandan en los museos y ellos no pueden hacer nada”.
Así lo informó a Proceso notablemente decepcionado y molesto González Arriaga, quien detalló que, en ese encuentro, realizado el pasado 27 de abril, sólo le ofrecieron emitir un boletín de prensa e información en sus “plataformas” para recordar el natalicio del creador chihuahuense.
Recordó en un escrito, enviado a este medio, que el mural de Juárez, símbolo de la República frente a la Intervención Francesa cuenta con más de 167 millones 500 mil reproducciones por la Comisión Nacional del Libro de Texto Gratuito (CONALITEG), porque ha sido la portada de varios libros de educación primaria, “sólo eso merecía el reconocimiento del INBA”.
Por lo relatado en el texto, la reunión entre González Arriaga y las autoridades de la Coordinación Nacional de Artes Visuales (CNAV), encabezada por Lluvia Sepúlveda Jiménez, fue muy ríspida y finalmente le reiteraron su negativa al homenaje. Incluso, la respuesta que con el oficio CNAV/ST/0662/2023 le entregó dicha coordinación el pasado 2 de mayo, fue recibida por él “bajo protesta por la inequidad y el trato discriminatorio hacia Antonio González Orozco…”, no obstante, para la CNAV se trató de una conversación “cordial y respetuosa”.
Cabe señalar, asimismo, que el hijo del pintor solicitó a la propia Presidencia de la República el reconocimiento a su padre, pero ésta remitió la petición a la Secretaría de Cultura, que la redirigió a su vez al INBA y este instituto a la CNAV. Lo único que logró en agosto del año pasado el hijo del muralista, meses después del segundo aniversario luctuoso de su padre, fue una mesa de reflexión en el Museo Nacional de Historia, con la participación de su director Salvador Rueda Smithers; Marisol Argüelles, directora del Museo Mural Diego Rivera; la investigadora del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas del INBA, Guillermina Guadarrama; el arquitecto Manuel Augusto Gamio Petricioli; el propio González Arriaga; y la entonces titular de la CNAV, Mariana Munguía. En la reunión se acordó que se le entregará una constancia del acto.
Y le enfatizan en el oficio: “En la CNAV nos guiamos por los más altos estándares de ética y respeto a los creadores artísticos, por lo que consideramos apremiante enfocarnos en llevar a buen puerto la actividad acordada en memoria del maestro González Orozco”.
González Arriaga ha cuestionado en varias ocasiones que el INBA preste mayor reconocimiento a artistas de otras corrientes, entre ellas la Ruptura, y “supuestos artistas contemporáneos que reducen el arte a simples firmas”, por encima de los muralistas, cuya escuela ha dado renombre a nuestro país.
El mismo González Orozco escribió en sus memorias: “…al Muralismo lo han relegado al último peldaño en su escala de valores, anteponiendo las nefastas ‘modas’ que, además, con enorme retraso nos llegan del extranjero, las cuales, si por hoy alguna novedad tienen, mañana serán obsoletas”.




