Y guarden estas palabras
que les digo al terminar:
en mi obra he de continuar
hasta dejarla concluida,
si el ingenio o si la vida
no me llegan a faltar.
Es la memoria un gran don,
calidá muy meritoria;
y aquellos que en esta historia
sospechen que les doy palo
sepan que olvidar lo malo
también es tener memoria.
Mas naides se crea ofendido
pues a ninguno incomodo;
y si canto de este modo
por encontrarlo oportuno,
no es para mal de ninguno
sino para bien de todos.
Martín Fierro.i
ESTIMADOS LECTORES: El día 1° de Julio del año pasado inicié la serie sobre el análisis crítico de la historia oficial de la Universidad Autónoma de Aguascalientes que sus directivos han publicado en el portal de internet vigente desde que lo inauguraron a principios del siglo XXI.
En el número 6 de la serie me encontré con la necesidad de aclarar la diferencia entre la ideología liberal aplicada a partir de la Independencia y la ideología positivista establecida en el régimen de Porfirio Díaz y sus consecuencias en el sistema educativo en formación, lo cual me llevó a considerar la conveniencia de exponer los antecedentes filosóficos y sus derivados económicos, políticos y sociales y de estos esencialmente las corrientes educativas necesarias para combatir el sistema monárquico latifundista basado en la ignorancia del trabajador, liberando a sus campesinos para hacer funcionar adecuadamente el nuevo sistema capitalista inventado por la naciente clase burguesa.
Y terminé analizando los primeros modelos de Universidad, porque pensé que ayudaría a comprender más fácilmente la motivación que llevó a los primeros liberales aguascalentenses a crear el Instituto de Ciencias.
Esto es cierto, pero luego llegué a la conclusión de que tomé un camino equivocado y que lo que debí haber hecho fue lo que haré ahora: dedicarme exclusivamente a realizar el análisis crítico de la versión oficial de la historia de la UAA y, cuando considere necesario hacer comentarios adicionales solamente hacer la referencia al anexo si ya está escrito, o desarrollarlo al final del análisis.
Así pues, empezaré de nuevo, mejorando hasta donde me sea posible los comentarios y empezando por dejar más claramente expresada la motivación que me llevó a realizar este trabajo. Comenzamos:
– o0o –
La redacción de la historia oficial es pobre, pero su contenido es verdaderamente deplorable por las omisiones de que adolece pero sobre todo por las francas falsedades que contiene, lo cual debería ser vergonzoso para una Institución que se dice de avanzada en materia académica -particularmente en el terreno de la Historia, terreno en el que cuenta con especialistas altamente reconocidos- a quienes los burócratas que la redactaron -o sus dignos herederos- no han recurrido para solicitarles su apremiante apoyo.
Empecé a interesarme en su historia cuando siendo integrante de la planta magisterial, el rector del Instituto de Ciencias Carlos Ortiz me designó, en 1966, miembro del comité encargado de organizar los festejos correspondientes al centenario de la fundación del Instituto de Ciencias.
Como siempre he procurado conocer por lo menos lo esencial de cualquier cargo que se me asigne, le pregunté cuándo y quién había promovido dicha fundación que -según me dijo- se realizó en 1867, pero no me supo informar nada más al respecto. Entonces procedí a investigar por mi cuenta y me encontré con una reseña del Gobierno del Estado sobre los personajes ilustres de Aguascalientes, que afirmaba que el fundador del Instituto había sido Jesús Terán.
De la obra de Jesús Terán yo solo conocía la que mi queridísimo maestro y amigo el historiador Gabriel Saldívar y Silva -también mi compañero de trabajo en la Secretaría de Relaciones Exteriores- describe en el ejemplar del libro que me obsequió hacia 1958, titulado La misión confidencial de don Jesús Terán en Europa 1863-1866 publicada en 1943 como parte de la colección del Archivo Histórico Diplomático Mexicano.
Por lo demás, desconocía totalmente la obra realizada por Jesús Terán no solo en México, sino tan siquiera en Aguascalientes. Por lo tanto, fue una sorpresa para mí saber, por un documento que encontré en el archivo del gobierno del Estado -mismo que en la actualidad puede usted consultar en la sección de personas ilustres de su portal de internet- que el fundador del Instituto de Ciencias era Jesús Terán, razón por la cual su busto estaba colocado en el Jardín del Estudiante, donde nos recibía y nos despedía todos los días al llegar y al salir de las clases diarias, hasta que en 1956 fue retirado subrepticiamente al inicio del régimen del gobernador Ortega Douglas.
Pero entonces empezaron mis dudas, pues ¿porqué se afirmaba que la fundación del Instituto se había celebrado el 15 de Enero de 1867 si Jesús Terán había muerto en París el 25 de Abril del año anterior, 1866, tan solo dos meses después de haber notificado al presidente Benito Juárez el cabal cumplimiento de la misión que le había encomendado en Europa, al enterarse de la disposición secreta de Napoleón III de retirar las tropas de su fracasada invasión a México?
Aquí ha estado presente, de manera fehaciente, una contradicción clara y evidente por ser pública: el Gobierno del Estado afirma que Jesús Terán fue el fundador del Instituto de Ciencias, mientras los administradores de la Universidad Autónoma de Aguascalientes afirman, absurdamente, que la fundación de la UAA fue realizada por Jesús Gómez Portugal el 15 de Enero de 1867 ¡con una Escuela de Agricultura! la cual, supuestamente, después de su pronto fracaso se transformó en Instituto. ¿Significa esto que los inscritos en la escuela de Agricultura eran niños de primaria? Estas cabriolas absurdas dejan muy mal parados a los inventores del origen de la UAA.
Así fue como empecé, entonces, a recopilar poco a poco todo cuanto material encontraba que me ayudara a entender esa confrontación.
Nos veremos la semana próxima.
Por la unidad en la diversidad
Aguascalientes, México, América Latina
tlacuilo.netz@yahoo.com
*** Nota. El título de “Cátedra” que lleva esta columna se debe, exclusivamente, al propósito de recordar la revista que publiqué entre 1975 y 1978 con la observación: “Órgano Informativo Independiente de la Universidad Autónoma de Aguascalientes”.
i Martín Fierro. Fragmentos finales del poema épico del argentino José Hernández. CREDSA. Ediciones y publicaciones Barcelona. Segunda edición, 1968, p. 337




