A ti, lector, que estás leyendo esta columna, te agradezco y te doy la más cálida de las bienvenidas. O, mejor dicho, nos doy la bienvenida a este espacio que, más allá de otra cosa, busca ser tan objetivo, ciudadano y realista como tú y como yo, como nosotros. Vengo con la misión de compartirte mis opiniones y visiones basadas en una realidad no -tan- alterada.
¿Qué tan joven es ser joven? ¿Qué tan viejo es ser viejo? Son preguntas que constantemente aquejan a la sociedad en general, y en aras de una respuesta se analiza a criterio personal de cada quien, y claro, un par de parámetros meramente sociales. Los que estamos en la apasionante edad de los 20’s, viviendo el dulce engaño de que los 30’s están lejos de llegar, usando baby botox para disimular dos o tres arrugas que se van vislumbrando, asistiendo a bodas y baby showers de nuestros conocidos. (también veinteañeros). Por otro lado, están las personas en sus 40’s que entran en una etapa de reinvención y a su vez, retrospección profunda, siguiendo tendencias para estar al día, aprendiendo cualquier término y palabra que use la chaviza.
¿Qué acontecimiento es más urgente, más reciente, más importante? En un mundo de inmediatez, que no espera a nadie, donde mientras escribo esta columna, cientos de miles de cosas suceden simultáneamente, no resulta novedoso que en un pestañear de ojos se convierten en old news. Un mundo a prisa, donde vivimos a las carreras, y no sólo eso: todo lo queremos de manera inmediata, aceptamos cualquier cosa que simplifique el trabajo, reduzca el esfuerzo y use el mínimo de tiempo de empleo, es lo ideal, convirtiéndonos en una sociedad afecta a la inmediatez y lo líquido, como bien diría Bauman.
Por lo anterior, y por muchos motivos más, este espacio es para ti y para mí. A lo largo y ancho del Estado, y alrededor de todo el país, millones de jóvenes vivimos el día a día de una manera muy distinta. Desde nuestros contextos sociales, económicos, culturales, políticos, hasta los ámbitos más intrínsecos y personales de cada persona, donde, desde que el sol sale, hasta que se oculta, el día comienza y termina de maneras diferentes para todos.
Es por ello que aquí te platico estas visiones, las que muestran que los jóvenes somos parte de múltiples temas polémicos y controversiales donde, pareciera que no, pero somos main character. No sólo nos incumbe, queramos o no, estamos dentro. Y si se tratase de voluntad, desde luego que nos importa responder a eso que tanto se reclama: “los jóvenes de estos tiempos” y hacerles honor a los rumores. Sin debate entre generaciones, sólo con perspectivas diversas.
Y no sólo eso, sino aquello de lo que nadie habla, o, mejor dicho, de lo que poco se habla. Temas que escuchas y vuelves a remozar tu fe en la humanidad. Te vuelves a enamorar de la esperanza que hay en las personas haciendo cosas increíbles y, sobre todo, te das cuenta que pasamos de largo de lo que vale la pena subrayar con marca textos del color más brilloso, de ese que irrita a simple vista. Para no omitirlo, para no ignorarlo, para darle un lugar a las cosas que de las que valen la pena hablar y de las que todo el mundo deberíamos estar enterados.
Las próximas columnas pretenden ser un rincón donde podamos pausar para pensar, cuestionar, y hablar con la verdad, con perspectiva crítica y una pizca de optimismo. Porque en medio de la inmediatez, reflexionar también es un acto de resistencia. No dejemos de lado la importancia de explorar todas las posibles realidades que parecen esquivas, pero están ahí, pidiendo ser descubiertas y habladas.
