El cáncer de la corrupción
Transparencia Internacional y Transparencia Mexicana presentaron su última edición del Índice de Percepción de la Corrupción 2024, que concentra un análisis de especialistas en el área sobre el desempeño de 180 naciones. En esta medición, nuestro país se ubicó en la posición 140, siendo considerado como uno de los países con los niveles más altos de corrupción. De hecho, entre las naciones de la OCDE, México es el peor evaluado en la actualidad.
Como parte del resultado, cinco factores identifican la problemática nacional, que dicho sea de paso, persiste a pesar del discurso de la clase gobernante: incertidumbre sobre el alcance de las reformas al Poder Judicial, impunidad en casos de emblemáticos de corrupción (Odebrecht, Pemex Agronitrogenados, Segalmex, etc.), bajos niveles de sanción en materia de responsabilidades administrativas, creciente número de casos de corrupción a nivel estatal y proliferación de empresas fantasma o controladas por la delincuencia organizada.
Un punto importante es que, lejos de la promesa de “barrer la corrupción de arriba hacia abajo”, hecha por el expresidente López Obrador; este estudio es reflejo del último año de su gobierno, un gobierno que por cierto tuvo claro que la principal demanda de la ciudadanía era precisamente el cáncer de la corrupción. Y que de acuerdo con el INEGI, cuando menos el ochenta y tres por ciento de los mexicanos consideran que ese es el problema número uno en nuestro país.
Lo trascendente del Índice de Percepción de la Corrupción 2024, volviendo al tema, es que se trata de un estudio realizado por analistas de riesgo financiero, académicos y especialistas en la materia; que con conocimiento técnico han evaluado a países de todo el mundo, siendo por cierto, Dinamarca, Finlandia y Singapur, las naciones mejor evaluadas de todo el globo. Del G20, también vale la pena decirlo, México ocupa el penúltimo lugar, tan sólo delante de Rusia.
Si nos vamos temas propios del sexenio anterior, sí, ese sexenio en el que López Obrador declaró el fin de la corrupción con un pañuelo blanco; los casos y escándalos de corrupción son bastos. De acuerdo con la organización Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), fue precisamente el desvío millonario de recursos, 15 mil millones de pesos, que estaban destinados a programas de asistencia social para la alimentación: el famoso caso Segalmex. De este escándalo, recordemos, salió impune el entonces titular Ignacio Ovalle.
A este caso se suman otros de igual inmoralidad: la asignación de contratos directos en diversas obras de la administración pública, el desvío de recursos de diversas secretarías y áreas del gobierno como la CONADE, la proliferación de empresas fantasma y la protección de mandatarios (emanados de Morena) acusados de corrupción flagrante en sus entidades.
Pero tal parece que al gobierno pasado y al gobierno en turno no les interesa ponerle fin a este mal. Por el contrario, parece haber un afán de acabar con los mecanismos que permiten acceder a la información de la administración pública, para combatir este cáncer, como es el caso del INAI. La cura aún está lejos de verse.




