DHL, la marca amarilla que se convirtió en sinónimo de entregas exprés, acaba de meter el freno a una parte importante de su operación hacia Estados Unidos. A partir del 21 de abril de 2025, la empresa suspendió los envíos de negocios a consumidores (B2C) cuyo valor declarado supere los 800 dólares. ¿La razón? Una dosis extra de burocracia cortesía de las nuevas disposiciones aduaneras estadounidenses impulsadas bajo la batuta de Donald Trump.
Hasta hace poco, solo los paquetes con valor mayor a 2,500 dólares requerían un trámite formal para cruzar la frontera. Ahora, ese umbral se ha reducido a 800, obligando a tramitar cada paquete como si fuera un contenedor lleno de arte robado en una película de espías. Este cambio, vigente desde el 5 de abril, provocó un embotellamiento legal en las aduanas que ni Fast & Furious podría resolver.
DHL explicó que el aumento en los trámites —que ahora requieren información fiscal, pruebas de origen y documentación adicional— está saturando su operación. Aunque la compañía se esfuerza en mantener la eficiencia de siempre, ha optado por pausar temporalmente los envíos B2C que excedan ese límite. Los envíos de empresa a empresa (B2B), en cambio, siguen en marcha, aunque podrían enfrentarse a demoras parecidas.
Pero DHL no es el único actor global en esta novela de papel sellado. Hongkong Post también se bajó del barco: la semana pasada suspendió los envíos marítimos hacia EE.UU. y anunció que dejará de aceptar paquetes a ese destino a partir del 27 de abril. El motivo: aranceles “abusivos” y nuevas medidas de vigilancia que afectan especialmente a plataformas chinas como Shein y Temu, que viven de vender barato y rápido gracias a la exención para paquetes menores a 800 dólares. Spoiler: esa laguna legal también está por desaparecer el 2 de mayo.
Detrás de esta maraña aduanera se encuentra la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA), un instrumento que permite imponer medidas extraordinarias en nombre de la “seguridad económica”. Y como siempre que se habla de seguridad desde Washington, el impacto se traduce en demoras, papeleo y costos adicionales para el resto del planeta.
Mientras tanto, consumidores y comerciantes deberán ajustar sus expectativas. Porque aunque DHL nació con el sueño de acelerar los envíos, ahora tiene que lidiar con una realidad que se mueve más al ritmo de la vieja aduana que de la economía global.




