No fue un caso aislado. Fue una red de silencio institucional que permitió que, en al menos cinco guarderías de Ciudad Juárez, niñas y niños de entre dos y cuatro años fueran víctimas de abuso sexual durante meses. La Fiscalía General del Estado de Chihuahua investiga 71 casos documentados en planteles donde los más pequeños debían estar a salvo.
El pasado 21 de abril, tres nuevas detenciones reavivaron la indignación social: Graciela L. R. (53 años), Blanca Patricia R. S. (42) y Norma Laura V. B. (59) fueron arrestadas por el delito de violación con penalidad agravada, acusadas de agredir sexualmente a menores en las guarderías “Loon” y “Niñito Jesús”. Con estas detenciones, suman seis mujeres aprehendidas por esta causa, aunque aún hay una orden pendiente de ejecutar debido a un amparo.
Las víctimas —según peritajes médicos y psicológicos— presentan evidencia de introducción de dedos vía genital y anal, y la mayoría ha confirmado que los ataques ocurrieron dentro de las instalaciones. En el caso de la guardería “Loon”, ubicada en la colonia Parque Industrial Antonio J. Bermúdez, se realizaron 53 valoraciones médicas, con 15 carpetas de investigación abiertas. A esta se suman otras como “Mi Mundo de Colores” (con 107 revisiones y 34 carpetas), “Niñito Jesús”, “Mi Pequeño Tambor” y la EBDI 32 del ISSSTE, donde también se documentaron agresiones similares.
La respuesta institucional llegó tarde. Solo después de los primeros escándalos, el IMSS y el Instituto Chihuahuense de Desarrollo Integral Infantil (ICHDII) ordenaron el cierre temporal de las guarderías involucradas y la reubicación de menores, sin detallar las condiciones en las que esas personas siguieron trabajando ni cómo pasaron desapercibidos tantos indicios. Mientras tanto, los infantes fueron canalizados a atención psicológica por la CEAVE y GUARDIANNA.
Estas cifras no son estadísticas frías. Son huellas de una violencia que desmantela la infancia en sus años más vulnerables, y que expone —otra vez— la ausencia de filtros, monitoreo y protocolos efectivos en los entornos de cuidado infantil. ¿Cómo fue posible que al menos cinco centros de cuidado infantil fueran escenarios continuos de agresión sexual sin que nadie lo detectara antes?
Aún no se esclarece cómo se articuló la cadena de negligencia que permitió que múltiples personas, en diferentes espacios, con distintos niveles de responsabilidad, violentaran la confianza depositada por madres y padres en el sistema de cuidado infantil. Pero lo que es claro es que esto no es un error individual: es un colapso estructural con víctimas de carne y hueso.
No fue un caso aislado. Fue una red de silencio institucional que permitió que, en al menos cinco guarderías de Ciudad Juárez, niñas y niños de entre dos y cuatro años fueran víctimas de abuso sexual durante meses. La Fiscalía General del Estado de Chihuahua investiga 71 casos documentados en planteles donde los más pequeños debían estar a salvo.
El pasado 21 de abril, tres nuevas detenciones reavivaron la indignación social: Graciela L. R. (53 años), Blanca Patricia R. S. (42) y Norma Laura V. B. (59) fueron arrestadas por el delito de violación con penalidad agravada, acusadas de agredir sexualmente a menores en las guarderías “Loon” y “Niñito Jesús”. Con estas detenciones, suman seis mujeres aprehendidas por esta causa, aunque aún hay una orden pendiente de ejecutar debido a un amparo.
Las víctimas —según peritajes médicos y psicológicos— presentan evidencia de introducción de dedos vía genital y anal, y la mayoría ha confirmado que los ataques ocurrieron dentro de las instalaciones. En el caso de la guardería “Loon”, ubicada en la colonia Parque Industrial Antonio J. Bermúdez, se realizaron 53 valoraciones médicas, con 15 carpetas de investigación abiertas. A esta se suman otras como “Mi Mundo de Colores” (con 107 revisiones y 34 carpetas), “Niñito Jesús”, “Mi Pequeño Tambor” y la EBDI 32 del ISSSTE, donde también se documentaron agresiones similares.
La respuesta institucional llegó tarde. Solo después de los primeros escándalos, el IMSS y el Instituto Chihuahuense de Desarrollo Integral Infantil (ICHDII) ordenaron el cierre temporal de las guarderías involucradas y la reubicación de menores, sin detallar las condiciones en las que esas personas siguieron trabajando ni cómo pasaron desapercibidos tantos indicios. Mientras tanto, los infantes fueron canalizados a atención psicológica por la CEAVE y GUARDIANNA.
Estas cifras no son estadísticas frías. Son huellas de una violencia que desmantela la infancia en sus años más vulnerables, y que expone —otra vez— la ausencia de filtros, monitoreo y protocolos efectivos en los entornos de cuidado infantil. ¿Cómo fue posible que al menos cinco centros de cuidado infantil fueran escenarios continuos de agresión sexual sin que nadie lo detectara antes?
Aún no se esclarece cómo se articuló la cadena de negligencia que permitió que múltiples personas, en diferentes espacios, con distintos niveles de responsabilidad, violentaran la confianza depositada por madres y padres en el sistema de cuidado infantil. Pero lo que es claro es que esto no es un error individual: es un colapso estructural con víctimas de carne y hueso.
Vía Tercera Vía




