El expresidente Donald Trump ha vuelto a sacudir el panorama internacional con un nuevo veto migratorio que restringe el ingreso de ciudadanos de 12 países, en su mayoría africanos y de Medio Oriente, y establece limitaciones parciales para otros siete. Aunque la medida ha generado controversia global, se confirmó que el decreto incluye excepciones específicas para eventos deportivos internacionales, como la Copa Mundial de la FIFA 2026 y los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028.
Esto significa que las selecciones nacionales provenientes de los países afectados —incluyendo Irán, Haití y otros— podrán participar sin impedimentos en el Mundial de 2026, que se celebrará en Estados Unidos, México y Canadá. Los jugadores, entrenadores, árbitros y personal técnico recibirán permisos especiales de entrada, garantizando que el evento deportivo no se vea afectado en el plano competitivo.
Sin embargo, la medida no contempla exenciones para los aficionados de esas naciones. Grupos defensores de los derechos civiles han alertado que miles de hinchas podrían enfrentar obstáculos significativos para obtener visas de ingreso, lo que podría afectar tanto el ambiente multicultural esperado en los estadios como la imagen de inclusión que la FIFA busca proyectar.
Durante el proceso de candidatura para albergar el Mundial 2026, el propio Trump aseguró por escrito a la FIFA que todos los participantes y asistentes serían bienvenidos “sin discriminación”. Esta reciente orden ejecutiva, aunque legalmente diseñada para resistir impugnaciones, ha encendido el debate sobre si contradice aquella promesa.
El Comité Organizador Local ha evitado pronunciamientos directos, mientras que analistas señalan que la medida podría generar tensiones diplomáticas y disminuir el número de asistentes internacionales, en particular en sedes como Houston y Los Ángeles, donde se esperaban delegaciones importantes de países hoy vetados.
A pesar de las críticas, la Casa Blanca ha defendido el veto como una medida necesaria por motivos de seguridad nacional, subrayando que se ha construido con mayores garantías legales que sus versiones anteriores, muchas de las cuales fueron bloqueadas en tribunales durante la primera presidencia de Trump.
Con este escenario, el Mundial 2026 se perfila como un torneo con cancha abierta para los equipos, pero gradas posiblemente vacías para ciertos colores y banderas. La fiesta del fútbol seguirá en pie, aunque con una sombra política sobre sus puertas de entrada.




