Fíjese bien en la imagen, que muestra un par de edificios ubicados en la acera oriente de la calle Morelos. La cuadra está entre Primo Verdad y Hospitalidad. Observe con atención. ¿Qué nota de extraordinario, digno de ocupar un espacio en este diario, y este comentario?…
No sé a usted, pero a mí se me figura -¿qué sabré de esas cosas?- que en el de la izquierda hay elegancia, manifestada en el labrado de la cantera, en particular en las columnas, los cerramientos, la combinación de la cantera en bloques de un color y losas de otro. Y están también las ventanas y los vidrios dibujados con flores y guirnaldas, y luego los balcones de hierro forjado. ¿Y qué me dice de la puerta de la casa, la de la derecha? Aunque la madera luce ajada, de todos modos se adivina su sobria majestad. A ojo de buen cubero diría que se trata de una edificación de la primera mitad del siglo XX, más cargada hacia la aurora. Por cierto que la finca ha sido intervenida para, supongo, abrir puertas donde había ventanas; puertas metálicas, horrible contraste con la madera del acceso antiguo.
En cuanto al edificio de la derecha, que supongo fue levantado en la década de los sesenta del siglo anterior, lo que podría decir es… Nada. No hay gracia alguna en esta construcción de lo que es un local comercial y una pared con 8 agujeros que hacen las veces de ventanas y que evidencian dos pisos más. Y esto es lo extraordinario, la vecindad entre ambas fincas.
Pregunta: ¿El constructor y quien pagó la edificación de la derecha se habrán parado en la acera desde la que tomé la imagen y ante el terreno vacío, pensado en la construcción de un edificio que remotamente armonizara con el antiguo?
Yo no sé… Quizá fuera un problema de presupuesto; tal vez quien ideó el inmueble le dijo al propietario: “mire don, vea el otro edificio. Debería hacer algo que armonice; que conviva de manera grata. Nomás que le cuesta tanto…” Porque debe usted recordar que en el lado norte de la finca señorial está el no menos hermoso Museo de Arte Contemporáneo, y al norte de este, ahí nomás atravesando la Primo Verdad, se levanta el antiguo edificio de las Fábricas de Francia, de don Emilio Berlié, y el que fuera El nuevo París”, del inolvidable don Enrique Castaingts, que no le pide nada a este que le muestro. Finalmente, al norte de este está todavía -todavía va porque literalmente se está cayendo gracias al criminal abandono que sufre-, un último precioso edificio.
Y quizá el don dijo: “sí, muy bonito, pero no hay billetes, luz, pasta” o lo que fuera que dijera, y entonces no hubo de otra más que lo penoso que resultó… O tal vez ocurriera -sería peor, pero no improbable-, la falta de una, digamos cultura arquitectónica por parte de ambos, y a darle pa’lante…
En fin, que quizá fuera este un buen ejemplo en la posible y necesaria historia de la conciencia del patrimonio cultural de Aguascalientes (atención, estudiantes de doctorado), un ejemplo de la inconsciencia (si con conciencia están las cosas como están) porque señora, señor, a la hora de presentar el proyecto ante la autoridad correspondiente, el responsable de otorgar o negar el permiso diría; tendría que decir: ¡Pero a quién se le ocurrió esto? ¿Quieren construir eso al lado de esto? ¡Nunca!
En fin, que esta también es la ciudad de mi vida: una urbe llena de ejemplos como este, de joyas que conviven con adefesios. Por ejemplo el templo de Guadalupe y la escuela Manuel Pérez Treviño, la actual sede de la PROFECO, en Juan de Montoro, y sus vecinos al oriente, el templo de San Antonio y el Museo de Aguascalientes con el edificio de departamentos del lado norte, etc.
Por cierto que otro posible título para esta entrega podría ser: “Los que fueron a la universidad y los que no”, esto en referencia a que posiblemente quienes dirigieron la construcción del edificio de la izquierda, dada su antigüedad, no tuvieron una formación profesional, mientras que quienes se encargaron del segundo sí, pero esto no lo sé; sólo lo supongo. (Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a carlos.cronista.aguascalientes@gmail.com).




