La autonomía universitaria es una figura preponderante y auténticamente latinoamericana que sustenta y vitaliza a la universidad al día de hoy. Desde finales del siglo XIX e inicios del XX, en diversos países de la América meridional se iniciaron procesos de lucha en demanda constante por su obtención. Fue entre 1918 y 1929 en las universidades de Argentina, Cuba, Perú y México que se dieron los mayores movimientos de reforma universitaria, lo que provocó ordenaciones distintas dependiendo de las circunstancias, los proyectos y las mismas manifestaciones estudiantiles. De ello se desprende que la autonomía universitaria no nació como un concepto terminado, sino que ha ido enriqueciéndose con el tiempo.
Hoy podemos decir que una universidad es autónoma en la medida en que es libre para tomar sus propias determinaciones en cuanto a su legislación, su administración, su gobierno, sus finanzas, sus políticas académicas y su cátedra, a través de normas y procedimientos propios y donde una proporción importante del personal académico y estudiantil funge un papel esencial en la toma de decisiones. Es decir que la democracia en el gobierno universitario, la libertad académica, la crítica y la responsabilidad social son componentes primordiales de la autonomía, razón por la cual ésta constituyeun principio inherente al quehacer universitario. De allí que las universidades públicas, quienes deben su existencia y futuro a la sociedad que las sustenta, deben servir al avance del conocimiento y la ciencia ejerciendo y procurando prácticas democráticas que separen lo educativo de lo político y de lo económico, y que promuevan la participación informada, responsable y crítica de la sociedad.
En un artículo publicado por Pablo González Casanova el 12 de octubre de 2004 en La Jornada, el doctor nos instruye sobrela autonomía universitaria como instrumento fundamental contra “el pensamiento único” y contra la dependencia del saber y el creer de las clases dominantes y los grupos sistémicos. La autonomía es un pensamiento heterodoxo cuando una religión o filosofía son la religión y la filosofía del Estado. A su vez, la autonomía implica una lucha contra la transformación de la educación en mercancía “y contra la lógica del neoliberalismo que busca convertir en sentido común el considerar que la medida del éxito de cualquier empresa o de cualquier ser humano debe ser la maximización de utilidades y el enriquecimiento o la ‘distinción’ personal”. “Es una lucha contra la lógica mercantil de la vida y sus derivados de represión, enajenación y corrupción autodestructiva” de líderes, movimientos y grupos en el poder.
Por ello ante las crecientes medidas de irracionalidad y agresividad del sistema dominante, las políticas neoliberales y la inagotable disputa por la supremacía de intereses políticos y económicos, la sociedad universitaria requiere actualizar, profundizar y vigilar la lucha por la autonomía construyendo y fortaleciendo espacios donde se vinculen el saber y el quehacer dentro de marcos democráticos y de libre expresión con amplia conciencia social. Si entendemos que el conocimiento activo es catalizador de reformas y cambios, promotor de diálogos y entendimientos, avivador de conciencias, constructor de senderos para el mejoramiento humano y social, forja de nuevas realidades posibles, entonces la universidad –en especial la pública nacional- se constituye en el medio ad hoc para sanar a una sociedad gravemente herida por la soberbia de gobiernos fatuos que se regodean en la desmemoria del pueblo.
El movimiento estudiantil #YoSoy132 iniciado por alumnos de la Ibero, ejemplo vivo del espíritu universitario, nos da muestra de lo que significa la defensa de la autonomía y la libre asociación y determinación de un pueblo. Sus demandas justas por la no imposición de gobiernos a través de los medios masivo-enajenantes y su repudio a los fraudes y represiones del antiguo régimen, han permeado las capas más profundas de la sociedad, la política y el gobierno. Después de éste, las reacciones en cadena no se han hecho esperar. Grupos, instituciones, sindicatos y particulares se han adherido a su propuesta. Ante ello, la iluminación del pensamiento crítico nos obliga a cuestionar: ¿dónde está la comunidad universitaria en Aguascalientes que acepta o rechaza estos movimientos?, ¿dónde está su participación activa, propositiva y responsable ante la inminente crisis de violencia, miseria y desigualdad que vive el país?, ¿dónde está el debate de ideas tolerante y plural?, ¿dónde está su capacidad de reflexión y crítica?, ¿por qué no se escucha su voz alarmada por la indiferencia y la corrupción? Estos días se realizaron simulacros electorales en distintas universidades del país como las de Veracruz, Jalisco y Oaxaca, UNAM, UVM y Carlos Septién; donde los jóvenes universitarios tuvieron la oportunidad de ejercer su voto libre y secreto. Su autonomía universitaria no sólo permitió, sino que propició dicha expresión de la voluntad en un ejercicio democrático. Aquí en Aguascalientes el evento fue cancelado por razones que la mayoría desconocemos. ¿No será tiempo de recordarla razón por la que nos constituimos universidad autónoma?
marcelapomar@yahoo.com.mx




