A tres años de la explosión que conmocionó a la ciudad de Aguascalientes, los vecinos del fraccionamiento México continúan exigiendo justicia y apoyo para recuperar su patrimonio. El siniestro ocurrió cuando el conductor de una pipa que transportaba combustible intentó ganarle el paso al tren en la intersección de la avenida Aguascalientes y la calle Coahuila, provocando una fuerte detonación que destruyó viviendas, automóviles y comercios.
Entre las afectadas se encuentra María Guadalupe Orenday, quien perdió su casa y su pequeño negocio de lavandería. Recuerda que aquel día su esposo y su nieto estaban en el domicilio cuando ocurrió la tragedia, mientras ella regresaba de hacer un trámite. “Cuando vimos el humo pensamos que era algo menor, pero enseguida vino la lumbre”, relató. Su hija corrió desesperada para rescatar al niño, rompiendo los vidrios del negocio entre las llamas y el caos.
La explosión afectó principalmente a familias de adultos mayores y trabajadores que vivían en la zona. Muchas de ellas fueron desalojadas por Protección Civil y pasaron semanas en albergues temporales. Orenday recordó que la solidaridad de los vecinos y de la parroquia fue clave en los días posteriores: se organizaron colectas de cobijas, comida y artículos básicos para los damnificados.
Sin embargo, tres años después, los daños materiales no han sido reparados. La mayoría de las familias no ha recibido una indemnización ni ha podido reconstruir sus negocios. “Recibimos 12 mil pesos del gobierno, pero eso no alcanza para nada”, lamentó la vecina, quien asegura que perdió todas sus herramientas de trabajo, ropa de sus clientes y mobiliario.
La afectada señaló además que las aseguradoras se han negado a pagar los daños, argumentando que muchas viviendas no están a nombre de sus actuales habitantes. En su caso, no ha podido reclamar legalmente porque la propiedad pertenecía a su madre, ya fallecida. “Tengo testamento y papeles, pero me dicen que no puedo reclamar. Es injusto que por eso nos dejen sin nada”, señaló.
Los vecinos también denuncian que las reparaciones hechas por el municipio fueron superficiales, con pintura y limpieza para mejorar la imagen de la zona, pero sin atender los daños estructurales. Algunas casas presentan filtraciones, grietas y techos dañados por el calor de la explosión.
Aun con las pérdidas materiales, las familias aseguran que las secuelas emocionales son las más difíciles de superar. “Fue algo muy fuerte, no solo perder las cosas, sino vivir con el miedo y la tristeza de ver tu casa destruida”, expresó Orenday, quien aún trabaja con lo poco que logró recuperar.
Los afectados piden que las autoridades retomen sus casos y que se cumplan los compromisos de reparación y apoyo. “No pedimos lujos, solo justicia y una respuesta. Han pasado tres años y seguimos sin nuestras cosas y sin tranquilidad”, concluyó.




