Qué difícil es sustraerse a ciertos temas que acaparan a la opinión pública nacional, pero en estos últimos días tuve que hacer verdadero acopio de paciencia para no mostrarme en diferentes estados de ánimo, ya que las noticias de la semana que recién terminó, me dieron la oportunidad de apreciar que aún tengo capacidad de asombro.
Cómo no mostrarme contento ante la reprimenda que Ángel Trinidad Salazar le dio a Gerardo Laveaga en el IFAI, conozco a Ángel Trinidad desde hace muchos años, y siempre le molestó la simulación y el engaño; cómo reaccionar ante la decisión del Consejo General del IFE respecto al caso Monex, si siempre he sustentado que en mi calidad de priísta, no me alienta ver a Don Sergio García Ramírez como miembro del Consejo General, ya que en algún momento de su espléndida trayectoria fue secretario general del CEN del PRI, y además el consejero ciudadano Francisco Javier Guerrero Aguirre fue presidente del ICADEP del CEN del PRI, no dudo de su imparcialidad y su integridad intelectual y ética, pero preferiría no verlos decidiendo asuntos que se relacionen con el partido en el que militaron; y finalmente el caso de Florence Cassez, por el cual me incliné a opinar en esta ocasión, porque más allá de todo lo estrictamente jurídico y penal, lo que más me convenció fue ver la pobreza del gobierno francés que de un asunto tan fútil como era el defender a una secuestradora, que salió libre por una serie de aberraciones de diversa índole, hizo una causa nacional, para tratar de reivindicar su presencia en un espacio de poder, que le ha quedado grande a los dos últimos presidentes de ese país, y que no han sabido darle rumbo a la nación que tuvo como presidentes a grandes estadistas como François Mitterrand.
Por obvias y justificadas razones, como son la de no ser abogado, y que jamás me ha gustado opinar sobre temas que no conozco, no abordaré este asunto tratando de interpretar lo que me es ajeno. Sólo me permitiré opinar de asuntos que como ciudadano me ofenden. El primero es que no concibo que la Ministra Olga Sánchez Cordero haya presentado un proyecto de resolución, el cual no sólo no defendió con argumentos sólidos, sino que rápidamente convalidó los argumentos de los ministros que pidieron cederle el amparo y la liberación a la ahora famosa secuestradora francesa. Segundo, que estoy expectante en saber quiénes serán juzgados por la estupidez que cometieron hace más de seis años, al haber hecho el famoso montaje de la detención de Cassez. Tercero, y que es algo que me apremia de manera muy fuerte, es que en este país la impunidad pueda ser negociada más allá de nuestras fronteras.
Pero en mi mente se ha quedado grabado de forma muy lamentable lo que sucedió después de la liberación de la secuestradora francesa, todo el despliegue absurdo del gobierno francés, que en los hechos rebasó la estupidez del fascista Nicolas Sarkozy, quien estuvo a punto del rompimiento diplomático con nuestro país por el mismo asunto Cassez, me hicieron pensar que Francia está muy mal. Qué pensarían los enciclopedistas franceses de esta nación a la que ilustraron de manera tan espectacular y a la que en muchos sentidos las democracias de todo el mundo han tomado como inspiración a raíz de la Déclaration des droits de l’homme et du citoyen aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente francesa el 26 de agosto de 1789.
Lo que el gobierno francés del socialista François Hollande ha hecho con el caso Cassez, quizás no lo haría ni siquiera una nación encabezada por un dictador, el simple hecho de querer ubicar a esta secuestradora como una auténtica heroína, es una actitud clara y repetida de gobiernos que lo que en realidad pretenden es desviar la atención de su población de los temas que no han podido resolver, como por ejemplo que Francia ya cumplió 23 meses en que la tasa de desempleo ha crecido hasta alcanzar un porcentaje del 10.3 por ciento de la población activa, la cifra más alta en los últimos 15 años.
Y claro que en ese mismo circo reapareció Sarkozy para tratar de arrebatarle “el éxito” al socialista Hollande, pero lo único que evidenciaron es que ahora en ese país que en el pasado se mostraba como una nación donde existían diferentes proyectos ideológicos, que permitían el debate interno de sus conciudadanos, respecto a cuál proyecto era el más adecuado para el porvenir de la nación, ahora no existe diferencia entre conservadores y socialistas.
En verdad sentí pena ajena por la Francia de la Marsellesa, afortunadamente ya se levantaron muchas voces en ese país, para llamar a la cordura a sus gobernantes, y a que cesen los homenajes a quien debiera ser un mal ejemplo para los franceses, dado que estuvo en una nación extranjera y lo único que hizo fue delinquir, al unirse a una banda de secuestradores.
Por mi parte seguiré admirando terriblemente a esa nación, y recordando que lo que ahora sucede es que como en otras latitudes del mundo, quienes acceden a los cargos de poder son los menos preparados, y los que pagan este error son los pueblos. Por ello, es que la lección que debemos aprender es que lo que sucede en México, respecto a su ignominiosa clase política, no es privativo de nuestra nación.




