El banquete de los pordioseros
Wish you were here
Se acaban de cumplir 50 años de la publicación de uno de los discos más influyentes en la siempre inconclusa historia del rock, el noveno álbum grabado en estudio de la agrupación británica Pink Floyd llamado Wish you were here, se publicó el 12 de diciembre de 1975 en el Reino Unido. El disco tiene dos temas centrales, por una parte, es una puntual crítica al negocio de la música, o digámoslo más correctamente, la música vista como un negocio por parte de la industria discográfica, este problema, que sigue vigente hasta nuestros días, y quizás con mayor severidad, ha sido expuesto y ventilado por varios músicos, sobre todo de exponentes que no se desarrollan dentro de los esquemas o parámetros que definen el curso de la música desde una perspectiva estrictamente comercial, y Pink Floyd, por supuesto, es uno de esos exponentes críticos e inconformes que abogan por la propuesta musical al margen de las directrices que propone la mercadotecnia y siempre han entendido el proceso de grabación y publicación de un disco teniendo como prioridad la propuesta artística, es decir, la música por la música, y no nos confundamos, esto no quiere decir que por esta natural vocación por el arte, un artista renuncie a las ventas, esto sería absurdo, me entiendes, ¿verdad?, no creo que alguien grabe un disco o escriba un libro, pinte un cuadro o monte una coreografía para un ballet, esperando que no se venda, y deseando no tener un ingreso económico por su trabajo, pensar así es absurdo, vamos, un disparate total. La cuestión es que las ventas no sea lo que mueva el proceso de creación, si el producto se vende es la consecuencia de un buen trabajo, y por supuesto, de un buen trabajo de distribución y difusión, esto es elemental, pero la verdad, yo no creo que Mozart compusiera su Réquiem pensando en cuánta gente lo consumiría, lo mismo sucede con la Sinfonía Novena de Beethoven, el Octava, “la de los mil” de Mahler. No veo a Dante escribiendo su Divina Comedia o Goethe escribiendo el Fausto haciendo cuentas de cuánto ganarían con las ventas de su libro, no funciona así el arte y eso lo sabemos, y ese es el punto de la crítica de Pink Floyd en Wish you were here y otras grabaciones, cuando el arte se sacrifica por obedecer a intereses estrictamente comerciales, esto es lo que no puede ser válido para un artista de verdad.
Por otro lado, Ojalá estuvieras aquí es un homenaje al fundador de Pink Floyd, Syd Barrett, quien es recordado, no sólo en el tema homónimo del disco, sino en el corte dividido en nueve partes que se llama Shine on you crazy diamond, y que ocupa la mayor parte del material contenido en este disco. Recordemos que Syd Barrett había abandonado al grupo en 1968, es decir, siete años antes de la publicación de Wish you were here, víctima de sus excesos que lo condujeron a un severo deterioro de su salud mental.
La anécdota nos cuenta que durante las sesiones de grabación en los estudios de Abbey Road en Londres grabando Shine on you crazy diamond, específicamente el 5 de junio de aquel 1975, cuando se apareció en los estudios un hombre con evidente sobrepeso, calvo y sin cejas, simplemente entró al estudio sin decir palabra, y se sentó a observar la grabación, los miembros de Pink Floyd supusieron que era invitado de alguien, y nadie le prestó la menor importancia, pasó casi una hora para que los cuatro integrantes del grupo y los ingenieros de grabación entendieran que se trataba de Syd Barrett, el fundador de ese fenómeno musical llamado Pink Floyd. Nos dice la anécdota que cuando Roger Waters se dio cuenta de quién se trataba, rompió en llanto, nos cuenta la historia que Barrett escuchó un poco la canción que hablaba de él, sabemos que hizo un comentario, entre balbuceos que sonaba un poco vieja y se retiró de los estudios de manera discreta, esa fue la última vez que Nick Mason, Rick Wright, Roger Waters y David Gilmour estuvieron junto a Syd Barrett, quien murió el 7 de julio de 2006 a los 60 años de edad, pero su aspecto físico era de una persona de mucho mayor edad.
Syd Barrett fue el creador del primer disco de Pink Floyd en 1967 llamado The Piper at the Gates of Down, un disco astral y lleno de psicodelia, para la segunda grabación, Saucerful of Secrets de 1968, ya estaba con ellos David Gilmour, aunque se contó con una discreta participación de Barrett, aunque ya su estado de salud no le permitió participar de lleno en la grabación de este álbum.
Wish you were here es uno de los discos centrales en la discografía de Pink Floyd, es parte de su columna vertebral y pertenece a ese período que identificamos como rock progresivo en la extensa carrera de la agrupación que hoy nos ocupa, este período inició con una obra maestra, The Dark Side of the Moon en 1973, continuó en 1975 justamente con Wish You Were Here, después vino Animals en 1977 y este ciclo se cerró con The Wall en 1979, si nos damos cuenta, cada uno de los discos se publicó exactamente con dos años de diferencia cada uno.
En su momento, recibió algunas críticas adversas señalándolo de aburrido y con solos largos e innecesarios, hoy en día nadie duda de que se trata de una verdadera obra maestra y uno de los discos fundamentales del rock, más allá de cualquier clasificación o subgénero, así que descorcha un buen vino tinto y coloca en tu reproductor este maravilloso disco y déjate llevar por la majestuosa música de Pink Floyd.




