Consta en épocas de guerras, imperios y titanes la forja de leyendas de tan sólo un hombre que es elevado a un pedestal y de quien se recuerda por generaciones, por las hazañas conseguidas, por y con los suyos.
Al paso del tiempo, las historias sobre estos héroes se confunden en el trajín de la palabra para extremar sus triunfos y las grandes odiseas que consumaron, para ser diferenciados de sus similares.
De esta forma, contaré a mis nietos las hazañas del gran Sir Alex Ferguson que durante más de 26 años mantuvo al frente al Manchester United, uno de los equipos más emblemáticos de los siglos XX y XXI. De la forma en que entrenó a tantos ídolos de aquella isla de nombre Inglaterra y cómo hasta ese lugar llegaban otros personajes destinados a ser llamados ídolos en sus tierras, desde un lusitano con firma CR7 que brilló en la casa blanca española, hasta llegar a un guerrero mexicano que plasmó el CH14 hasta en sus últimos encuentros y que lo convirtió en el artillero más efectivo de aquella competencia.
Ante héroes existen también villanos, que no siempre culminaron sus lapsos de poderío con triunfos. Como aquellos imperios que se encontraron con un incendio y se agotaron sus chispas de conocimiento.
José Mourinho estuvo destinado a terminar como un grande, surgió de un pequeño club llamado Oporto, que se coronó ante grandes del continente antiguo. Más tarde se fugó a un futbol más competitivo y conquistó aquella liga con el Chelsea olvidándose del continente, lo que le hizo regresar a tierra firme en el país del más grande imperio. Ya con el Inter, la conquista de las tierras europeas en su mayor competencia, la tenía dominada.
Así que se aventuró por la mayor hazaña, el mejor club del siglo XX según la IFFHS, del cual se convirtió en el Némesis del éxito a pesar de ganar batallas y guerras internas, pero no volvió a conquistar el continente, la Orejona, la Champions League.
Lo que pareció ser la caída del imperio fugaz, del ídolo que fracasó, marcó el fin de la era del mejor Real Madrid que no ganó como debió haberlo hecho. En ese tiempo, la mejor cosecha de puntos en un torneo fue devastado por la mayor suma de su gran enemigo, Barcelona. La Orejona le fue privada por otros tantos que creía inferiores, como diferentes David venciendo al mismo Goliat año tras año.
Y terminando con el último gran fracaso, queriendo rescatar un título para el 2012-2013, la copa local, la Copa del Rey. El inolvidable Mourinho la declaró suya, la declaró del Madrid. Sin antes vencer al otro Madrid, al Madrid dormido, al Atlético de Madrid que arrebató la fantasía de un ganador derrotado, que terminó con la era de triunfos grises, tal es así que su única Copa del Rey quedó destrozada, festejando en Cibeles.
Ahora el líder regresará a recomponer el camino y quizá la fórmula esté en terminar las piezas del rompecabezas. Chelsea fue su primer imperio sin Champions, y este club parece será de nuevo su ejército.




