Ganar el poder público mediante la conquista del voto requiere campañas que influyan directamente para la obtención del voto. Los impactos de una campaña electoral se muestran cuando se conquistan votos para la causa, y al propio tiempo se fortalece la voluntad y simpatía latente del electorado convencido…
Ignacio Ruelas Olvera
Texto inspirado en la última columna del autor del epígrafe (una vez más, muchas gracias).
Para nuestra discusión de este jueves 23, entiéndase por local todo lo referente a lo municipal. El pasado lunes, en Aguascalientes, comenzaron las campañas electorales para alcaldes y diputados locales. Sin menospreciar las tareas legislativas, el objetivo de estas líneas es argumentar que la instancia local importa, y mucho.
El orden de gobierno municipal no es el último nivel de gobierno. En un sistema federal, es importante considerar (o no olvidar), que es impropio definir a la federación, a los estados y a los municipios como niveles. Esto debido a que en el federalismo no existe jurídicamente un mando superior a los demás. En otros términos, conceptualmente, no es ni más ni menos importante ser elegido para ocupar el cargo de gobernante a nivel local.
Es en lo local en donde las preferencias de la ciudadanía se reflejan con mayor claridad. Si bien no existe movilidad e información perfecta dentro de la ciudadanía, intuitivamente aquellas personas que viven en una localidad en donde la calidad de los servicios públicos es alta (seguridad, alumbrado público, pavimentación) difícilmente se trasladarán a otras localidades, por ende contribuirán con el gobierno y en este tenor elegirán a sus autoridades.
Efectivamente, a manera de axioma, el gobierno local, al estar más cerca del ciudadano, es capaz de captar sus preferencias de contribución y gasto público, y así satisfacer mejor sus necesidades. Esta cercanía entre ciudadano y autoridad municipal es fundamental en el desenvolvimiento político de nuestro país. La clave está en cambiar de una visión arriba-abajo a una visión que se construye desde lo local, se fortalece en lo estatal y se consolida en lo federal. Claramente, ni un gobernador, y mucho menos el presidente, tienen la capacidad de percibir la realidad que enfrenta el ciudadano como la tiene un alcalde.
Un pero. El gasto para satisfacer las necesidades de la ciudadanía requiere de financiamiento. Éste puede ser a través de transferencias provenientes de otros órdenes de gobierno o a través de la generación de recursos propios. Una campaña, bien planeada, debe anticipar que la dependencia a los recursos federales y estatales vulnera su gobernanza (lo dice la evidencia). Una línea programática, sensata, debe tener lo anterior en cuenta y dimensionar de qué manera hacer cómplice al ciudadano con sus contribuciones y así mejorar su calidad de vida. Así es, esto nos lleva a resaltar otro aspecto importante: la posibilidad de gobernar a nivel local permite cambiar y mejorar la calidad de vida de las personas.
Una última idea. Creo prudente recordar que la importancia de ser alcalde no radica en la potencial carrera política de quien ocupará el cargo. La importancia de lo local reside en ser la primera instancia gubernamental con la cual el ciudadano puede contribuir, (des) legitimar y expresarle sus necesidades. Eso…no más.
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