Hoy las encuestas son un fundamental indicador del avance de las campañas electorales; si bien todavía podrían verse aspectos no del todo claros, lo que sí podemos apreciar es que ala diversificación de empresas encuestadoras que se está dando en el país, lleva una tendencia notable hacia la autonomización e independencia de dichas empresas. Las encuestas, entonces, son el termómetro –del día- de cómo va el posicionamiento de un candidato en la opinión pública de los electores, de si es de éxito o de derrota.
La persona, en sí, de un candidato es, desde luego, de primera importancia, al grado que en ocasiones es ella la que ha hecho ganar a partidos políticos que, en condiciones normales, no hubiera ganado una determinada elección de gobernador o de presidente municipal; sin embargo, este escenario, como etapa de desarrollo político en nuestro país, parece estar quedando en el pasado reciente.
¿Qué significa lo anterior? Que la espontaneidad en la política, como fue necesaria y suele suceder en determinadas etapas de la historia de las sociedades y no obstante que represente un grado de desarrollo para nuevos gobiernos, con esta misma inercia de desarrollo político, llega un momento en que ya no es suficiente para el avance de la modernización política del país.
Lo podemos apreciar de otra forma: también en política existe la ley de gravedad. Cuando un partido político deja de tener cohesión interna y pierde energía de sustentación en su organización y trabajo, sus candidatos y ofertas políticas, consecuentemente, también caen.
Casos de la aplicación de la ley de gravedad los hemos visto, por ejemplo, en el PRI; en la elección de gobernador de Aguascalientes, en el año 2004, la circunstancia vivida llegó al grado de que su candidato, que no era la mejor propuesta que tenían, desertó. Su deserción pudiera apreciarse como efecto de las disputas internas, por un lado, y de la gran presencia que tenía el PAN que indicaba su triunfo en la elección, por el otro, circunstancia que, seguramente, le dio al candidato la idea de que no era oportuno ponerle dinero bueno al malo.
También en el PRI observamos los efectos de la división interna para la elección presidencial del año 2006; su conflicto interno llegó al nivel de su comité ejecutivo nacional, entre su presidente y su secretaria general, y, posteriormente, cuando el presidente nacional quiso ser candidato presidencial, complicó las cosas al grado de que tuvieron, curiosamente, una publicidad interna que decía “Tú le crees… yo tampoco”.
Considero ilustrativo apreciar que para el PRI, el haber perdido en 1998 la elección a gobernador en Aguascalientes, y la elección presidencial en el año 2000, tuvo efectos casi catastróficos en su institución; fueron elecciones -sin entrar a más detalles- hasta cierto punto normales, dado el contexto político y económico de esos tiempos y el avance del panismo. Sin embargo, las elecciones consecutivas, en cada caso, fueron las que mostraron el gran desconcierto interno desembocado en el descontrol de la desunión.
Hoy el PRI, de una u otra forma, ha trabajado, a nivel interno, los factores que le han dado resultado en Aguascalientes, y que buscan repetir en la elección presidencial; no es el caso ahora de entrar al punto de cómo lo está haciendo, ya que sus ofertas de cambio son mera ficción.
Regresemos al tema de la presente opinión, ¿Cuál es la posición actual del PAN para su candidata presidencial Josefina Vázquez Mota? ¿Qué experiencia pueden observar y capitalizar de las vivencias tenidas por otros partidos como el PRI –sólo en el sentido de unidad y no de sus perversiones-? Percibo que la precampaña para la candidatura presidencial –que considero debe ser reconocida y valorada en toda su riqueza democrática, no practicada por los otros partidos-, por la forma como la llevaron, con un sentido exagerado de competencia, le provocó al partido un agotamiento y desgaste interno que hoy parece reflejarse en la campaña presidencial.
El PAN tiene en Josefina Vázquez Mota a una excelente candidata presidencial; su valor personal, intelectual y de conocimiento del país le permite ser el cambio y la alternancia en la Presidencia de la República. Con todo, la plataforma del partido político resulta ser fundamental y necesaria para el triunfo del 1 de julio.
¿Qué es lo que puede posicionar el PAN en el espacio de la opinión pública de su candidata presidencial? Considero que un elemento central es el de que el panismo comenzó, a nivel nacional en el año 2000, un proceso de transformación del aparato de Gobierno Federal consistente en el saneamiento de sus finanzas, reordenamiento de sus dependencias, reconversión de su acción para la sociedad y los ciudadanos, y combate a la corrupción y a la impunidad.
El proceso de transformación todavía tiene mucho que andar; la oferta priísta, a pesar de los compromisos firmados, y dado el no cambio del PRI y sí la conservación de sus formas corruptas de gobierno, de ninguna manera garantizan la continuidad –con una real y honesta visión de estado- de la transformación que el país necesita para superar sus problemas.
México está ya preparado para tener una presidenta de la República, no obstante que algunas opiniones dan a entender lo contrario; el PAN debe posicionar a Josefina como idónea para la Presidencia.
Un criterio, no el único, para apreciar el avance de un candidato a cualquier puesto de elección es su presencia a través de imágenes en espectaculares y transporte público, en calcomanías colocadas en vehículos, en folletería dejada en las casas y en los cruceros de avenidas importantes, en radio y televisión, etcétera; para que la presencia se haga realidad se requiere de la unión del partido y de la organización de todos los que quieren estar en la acción.
El resultado deberá verse en las encuestas: Josefina con el paso ascendente, ganando la opinión pública, para que Peña venga en descenso.




