Era impensable, en los albores del año 2005, al amanecer del gobierno luisarmandista, que aquella pléyade de funcionarios recién nombrados a puestos relevantes de la nueva Administración estatal, tuvieran que correr la suerte que, hoy, deben enfrentar contra toda adversidad.
Las primeras y últimas órdenes de aprehensión giradas abarcan un amplia gama de titulares de secretarías e institutos del gobierno estatal que obligan imperiosamente a ver el desmoronamiento de una casta empresarial y burocrática, súbitamente, caída en desgracia.
El implacable encuentro con la justicia, del otrora poderoso e imbatible mandatario del Estado de Aguascalientes y de su hijo, se ha visto penosamente ensortijado con prácticamente el círculo rojo completo del gabinete sustantivo que lo acompañó en su gestión constitucional. Nota que lo hace ver como un evento de excepción, si se contrasta con los otros de naturaleza similar, acaecidos a lo largo y ancho de la geografía política de la Federación. En los que, a la prosecución legal del primer ex mandatario se suman algún o algunos colaboradores, particularmente del ramo financiero.
Como bien dice el clásico adagio: “¡Algo huele a podrido!”. Y de ahí el desdoro de la clase gobernante, la insensatez de sus juicios de valor, el cinismo con que ejercieron sus actos de poder, y el estado autárquico –de excepción- bajo el que controlaron sus respectivas administraciones. Conductas reprochables desde todo punto de vista que, a pesar de lo dicho, bien hubieran habido de haber podido pasar inadvertidas; o quedar varadas en ese mar insondable de impunidad ante la Justicia, a no ser por las acciones positivas decisivas de impugnación, generadas desde ciudadanos legítimamente indignados en varios estamentos de la sociedad civil
¡A lo hecho, pecho! Y por ello está mereciendo el público repudio a sus delirios y excesos en el ejercicio de su función pública. No obstante esta dramática reseña, hay que atender al principio fundamental de la presunción de inocencia, a no ser que se pruebe lo contrario. Y en razón de ello, esperar al pronunciamiento y veredicto de la autoridad judicial competente; sin lanzar juicios apriorísticos, y sí atender a los juicios críticos de razón a posteriori, en el refinado lenguaje ético de Kant y el clásico del Derecho Positivo, Kelsen.
Decía que es lamentable que nombres que, en su momento, recibieron medallas y reconocimientos de nivel nacional e internacional por su destacada labor sectorial o transversal a la estructura orgánica de secretarías e institutos, tengan que ser hoy consignados en averiguaciones previas, del orden penal, cargadas de negros presagios. Si aplicamos un poco la memoria, recordaremos que el gobierno del Ingeniero Luis Armando Reynoso Femat, desde un inicio fue autodesignado como uno “De Diez”, y bajo ese lema buscó la excelencia y eficiencia en todas y cada una de las competencias administrativas. Logró concluir con una caja financiera, desfondada y las obras emblemáticas del sexenio, inconclusas. Pero, como suele ocurrir en las transiciones sexenales, al canto sibilino de “muerto el rey”, ¡Viva el rey! Y toda la maquinaria, otra vez, ¡pa’delante!
Esta vez, no concluyó todo con el memorioso: “¡Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado! Pues, la página que se abre en las barandillas de la Procuraduría General de Justicia del Estado está alargándose tanto como aquel inmemorial de Las Mil y Una Noches o el no menos emblemático de “Alí-Babá y los 40 Ladrones”.
Desde luego que Aguascalientes no merece ser asaltado en su hacienda pública, y mucho menos por los leales que manejan desde dentro, los destinos políticos, económicos y sociales de la entidad libre y soberana, dentro del Pacto Federal. Es obra encomiable y digna de respeto la de lavar afrentas y deshacer entuertos al mejor estilo del inmortal Hombre de la Mancha, para dejar escrito en letras de oro el inmarcesible nombre del terruño que nos vio nacer: Aqua Clara, Clarum Coelum, Bona Gens. Y el otro no menos inspirador del Municipio de la ciudad capital: Virtus in Aquis, Fidelitas in Pectoribus, que en traducción libre personal, transcribo: Destreza en las tempestades y fidelidad en los corazones. Ambos lemas con todo un programa prospectivo de gran aliento.
Hoy, no tenemos que esperar al prosopopéyico juicio de la Historia, sino al del juez en turno quien habrá de emitir sentencia, en tiempo y forma, para dar por concluidos los casos abiertos. Escrutinio que no deja de remitirnos a la sabia y milenaria sentencia bíblica: ¡Sois espectáculo, ante el mundo! (Spectaculum mundi, estis). Habrá que atender a esta cita con la historia verdadera, para atestiguar la inocencia o la culpabilidad, cuyo proceso de culpabilización social, hoy por hoy, queda muy repartido, diseminado, disperso. Acto de Justicia que ineluctablemente nos refiere a aquél: O Tempora, O Mores, cuyas malas o pésimas traducciones hay que evitar, para atender a la exclamación correcta. ¡Oh Tiempos, oh costumbres!
P.S.- Deseo concluir con una nota muy amigable, dado a que se trata de un evento inédito y de naturaleza absolutamente familiar. Resulta que, como pasa con innumerables familias de México, provenientes de ancestros trans-terrados a este bello cielo y tierra mexicana que los acogió, algo más que una veintena de personas que comparten con gallardía y amor el apellido De La Madrid, eligieron esta noble ciudad de Aguascalientes, para realizar su 1er Encuentro de la Familia De La Madrid, diseminada por gran parte de la geografía nacional, y que estará ocurriendo este mismo sábado 3 de Agosto. Lo hacen casi a tres cuartos de siglo en que sus progenitores se asentaron en diversas ciudades del país, englobadas principalmente en los estados de: Baja California Norte, Chihuahua –por la Capital y por Ciudad Juárez-, Tamaulipas, Coahuila, Distrito Federal, Estado de México, Jalisco y Aguascalientes. Lo excepcional del caso es que hay primos y sobrinos que nunca se han encontrado y hoy, se enlazan por vez primera en cordial abrazo; hay entre sus miembros quien encabezará gobierno. No por nada somos la Ciudad de las convenciones. Agradezco cumplidamente su amabilidad para leer este excurso.




