¿Qué te provoca saber que los países vanguardistas de la cuenca del Pacífico nos adelantan 25 años en destrezas matemáticas, y que avanzan a una velocidad de 65 años, en capacidad lectora, como barrera del tiempo sobre nosotros?
Así lo dijo Eduardo Backhoof, consejero del INEE (Instituto Nacional Para la Evaluación de la Educación): “De persistir esta tendencia pasaran décadas para que México cierre la brecha educativa con los países desarrollados; por ejemplo PISA hizo un calculo que faltarían 25 años para que México en Matemáticas alcanzara el promedio, suponiendo que los demás países no hicieran nada y nosotros siguiéramos avanzando”.
Declaración anterior que ocurrió con motivo de la presentación del informe México Pisa 2012 (cuyas siglas corresponden a: Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes, en inglés), en donde el INEE da a conocer los resultados obtenidos en el examen que se realizó en marzo del año pasado a más de 30 mil estudiantes de secundaria del país. Para el cual, se evaluó Matemáticas, Ciencias y Lectura.
A nivel de gran resumen, en Matemáticas los estudiantes mexicanos obtuvieron una media de desempeño de 413 puntos; en donde la media más alta fue de 613 puntos, que obtuvo Shanghai-China. En Ciencias obtuvimos 415 puntos, por debajo del promedio de 501 de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), en donde Chile y Costa Rica superan la media de México. Y en Lectura nuestro país obtuvo 424 puntos, capacidad en la que Shanghai-China alcanzó un puntaje de 570 puntos.
La significación de estos comparativos es más comprensible si tomamos en cuenta que los grupos de población evaluados son los correspondientes al grupo generacional de 15 o más años, y su desempeño subsecuente en el siguiente escalón de 15 años (educación Media y Superior), en que estarán incorporados ya a la vida económicamente activa. Lo que interpretado a la luz de los resultados expuestos, significa que para alcanzar verdaderos niveles de competitividad con los países de nuestra región económica vamos a requerir de una generación completa y dos tercios más de la siguiente, para poder empatar los niveles de destrezas matemáticas que hoy ostentan los países aventajados; y que requeriremos no menos de cuatro generaciones para hacer lo propio en materia de capacidad lectora, los tres cuartos de siglo siguientes del presente veintiuno.
Hace seis años, con motivo de la publicación de los resultados que expresaba el “Análisis de los Principales Factores Asociados a Resultados en Ciencias”, Informe Regional, Iberoamérica PISA 2006, difundido por el INEE, la asignatura pendiente de Educación en Aguascalientes, y por extensión a México, corría por dos vertientes: Primera, cubrir y superar el rezago en el estatus socioeconómico y cultural de los estudiantes mexicanos ante sus similares de la OCDE y Latinoamérica, que al día de hoy impide nuestra real integración regional y global. Segunda, cerrar la brecha en la desigualdad de acceso a las oportunidades educativas de calidad y competitividad, tanto por el diferencial de oferta e inversión entre escuelas –urbanas, públicas y privadas, como de este sistema con el rural. Fisura social de la cual dan cuenta los hermanos Lucero Fátima e Ignacio Ruelas Ávila, (Lja, 05/12/2013, “PISA 12: de la retórica a la acción”. P. 13), al afirmar que la diferencia socioeconómica entre los estratos superior e inferior se ha cerrado a “sólo 38 puntos”, en donde al parecer dichos diferenciales son cada vez menos distintivos en razón del estatus socioeconómico, o lo que es igual, la incompetencia del sistema educativo mexicano actúa como un rasero sin distinción de clase.
Lo anterior, bajo el supuesto de que la igualdad de oportunidades pasa por la justa distribución de recursos, de manera que el esfuerzo y competitividad se ubique en el desempeño y no en el poder económico de los que estudian. Entiéndase este aserto como imperativo de la Bioética global, que hoy por hoy no es otra que la Ética a la que le interesa absolutamente todo.
Pues bien, Aguascalientes en esos años ocupaba niveles medios comparados al país: En escala global de lectura el 62.8 / 54.2 nacional; en matemáticas 51.4 / 43.8 nacional; pero nuestro promedio nacional ocupa rangos bajos en 2009, ubicándose en capacidad lectora con 40.1 en rango bajo y 54.2 en rango medio; mientras que en Matemáticas, el rango bajo está en 50.8 y medio con 43.8. Estos datos son prueba fidedigna de que el desafío educativo permanece para México, como un reto colosal para sacudirse la inercia de calificar como una nación en un circuito vicioso de estancamiento. Es en estos mismos años que aparece con fuerza del tema de nuestras generaciones intermedias en estado de pausa -casi comatoso-, los famosos “Ni-Ni’s” (ni estudian, ni trabajan). Asunto al que me referí en mi entrega, del 11 de marzo, 2011, de estas mismas páginas.
El líder empresarial Claudio X. González, que encabeza la organización Mexicanos Primero, en su sitio Web comenta al respecto, y destaca el hecho de que “el 55% de los mexicanos no alcanzó el nivel dos de los seis que integran la prueba, lo que implica que están por debajo de las capacidades mínimas necesarias para ejercer el pensamiento cognitivo, mientras que un 27% registró que posee sólo lo mínimo”. E incluso la reforma inducida por el presidente EPN, implica “un reconocimiento a que hay una tarea no hecha, un reconocimiento al fracaso en la aplicación”. (Leer Más: http://www.animalpolitico.com/2013/12/la-prueba-pisa-muestra-un-sistema-educativo-fallido-en-mexico-grafico/).
Lo que a mí me provoca es una fuerte desazón, al constatar que la radical incompetencia lectora de los mexicanos está generando en la población un grave e irresponsable subejercicio de su pensamiento cognitivo; si entendemos que la nutrición sine qua non de la inteligencia teórica y práctica se llama: Lectura. En efecto, leer es activar la función de apropiarse de ideas, y gracias a la cadena lingüística significativa -letras y palabras-, esas ideas producen argumentos con fundamento o referente en la realidad, que a su vez construyen razonamientos más complejos, capaces de falsear o confirmar la verdad de los hallazgos inteligentes; y ellos son los ladrillos y la mezcla que construye las catedrales del conocimiento: en nuevas teorías, invenciones, innovaciones, metodologías eficaces y tecnologías de punta que, al final, son las energías constructoras del nuevo mundo del conocimiento y la información, capaz de apropiarse del Universo, que no es sino manifestación física de su potencial mental.
De manera que la lectura, en la práctica, es la fusión de dos aguas que corren por el mismo río: comunicación inteligente y creación del conocimiento. El hombre o la mujer que quedan fuera de este flujo cognitivo están perdiendo el espectáculo universal más bello, perfecto y poderoso: su apropiación inteligente. Sentirnos orgullosos porque ya usamos los gadgets de información digital de última tecnología, sin la competencia lectora, es práctica social totalmente irrelevante para nuestro desarrollo personal; nos hace dependientes cautivos de los productores de tecnología, sus obedientes siervos económicos y duele decirlo, nos postra en la imbecilidad, que no es otra que la anorexia del conocimiento. Sin duda es aplicable aquella soberbia expresión del filósofo Anaxágoras: “el hombre es la medida de todas las cosas”. Pero el hombre imbécil y depauperado en lo más sublime que es su capacidad inteligente, será sólo medida de su propia indigencia. Sea por dominio de otros o por la propia indolencia.
