Es frecuente escuchar o decir que las sociedades tienen el gobierno que se merecen, y que entre las causas de gobiernos ineficaces se encuentra la de que una sociedad desorganizada no tiene la fuerza para demandar y exigir el buen gobierno; concluimos, de manera inmediata y con razón, que requerimos, por lo tanto, impulsar que los ciudadanos formalicen sus actividades cotidianas, en organizaciones que les permitan tanto unir sus activos para lograr mejores beneficios de su propia actividad, como el adquirir una personalidad social que pueda ser actor dialogante con otras organizaciones de la sociedad y con el gobierno.
Tenemos a la vista un valioso e interesante movimiento social que también en Aguascalientes se ha formado: #YoSoy132; conocemos con amplitud su origen y hemos observado su desarrollo tanto a nivel nacional –aunque sólo sobresalgan la Ciudad de México y algunas otras ciudades grandes–, como también en nuestra localidad.
Una de las acciones recientes del grupo fue manifestarse en el evento Encuentro Nacional sobre Ciudades del Futuro realizado en nuestra ciudad los días 3 y 4 de octubre; su manifestación con pancartas exhibió las siguientes ideas: “libertad de asociación”, “Aguascalientes, ¿Ciudad del futuro?”, “Reinstalación en Conalep”, y “Progreso para todos” (LJA, 4 octubre). Al igual que en otras manifestaciones que han tenido en la ciudad, incluida su presencia en la Plaza de la Patria, la respuesta que han tenido de los gobiernos del estado y municipal, pareciera ser de aversión y rechazo, considerándolos como un grupo al que sólo es necesario tolerarlo, y más nada.
Tal vez la operación política de estos gobiernos no incluye conversar y tratar con ciudadanos –jóvenes en este caso– que se manifiestan en contra de sus acciones de gobierno; o, que no se puede abrir la puerta a personas que abiertamente rechazan “la imposición del próximo presidente de la República”.
La reacción que se ha ido provocando, comprobada ya, por ejemplo, en el caso del joven Aleph Jiménez, es de temor; Jiménez participó en una manifestación que hizo el grupo #YoSoy132, el pasado 15 de septiembre, durante el Grito de Independencia del presidente municipal de Ensenada, B.C., siendo reprimidos por la policía municipal. Al ver un clima de hostilidad contra movimientos sociales en la ciudad, decidió ausentarse sin avisar a su familia, y apareció en la ciudad de México donde acudió a la CNDH (LJ, 29 septiembre).
Considero que es necesario hacer notar que, poco a poco, se ha ido configurando una imagen negativa de este movimiento social que, necesariamente, va mostrando consecuencias no deseables ni para los jóvenes mismos, pero tampoco para nuestra sociedad.
El observar cómo surgen y se desarrollan determinados movimientos sociales, nos ayuda a identificar algunas convergencias que aparecen: por un lado, el movimiento social manifiesta reclamos y denuncias a los gobiernos que, evidentemente, les son incómodas; y, por el otro, la natural búsqueda de ser escuchados y tomados en cuenta, junto con la respuesta de rechazo que en ocasiones dan algunos gobernantes, propician el extremismo del movimiento.
El resultado que va apareciendo es también doble: por un lado el gobierno se va endureciendo respecto de ese movimiento social y los ciudadanos que lo conforman; y, por el otro, en el proceso de extremización (permítaseme), lleva a los miembros del grupo a ubicarse en posiciones que se vuelven inmanejables. Esta situación muestra efectos delicados: ante el comprensible extremismo del movimiento, los gobiernos –en caso de inhabilidad política (mostrada ya al dejar a la deriva el movimiento y no darles una respuesta que los mantenga en el espacio de diálogo y no en la confrontación)– van usando dicho extremismo para justificar su no atención al grupo; el movimiento social también –como círculo vicioso– va dando motivos para que se configure la imagen negativa y el aislamiento social.
La pregunta, entonces, es qué hacer para evitar la imagen negativa y el aislamiento en la sociedad. Por parte de los gobiernos quedan dos aspectos: uno es, nuevamente, su capacidad y habilidad en la operación política para poder tratar con grupos contestatarios; y, el otro, es el revisar la disposición de los gobernantes para la gobernabilidad en la pluralidad y la inclusión, que podemos traducir en el sentido del espacio donde conviven las ideas políticas, si es pequeño y sólo cabe su idea, o es amplio y caben también las ideas de los otros.
Por parte del movimiento #YoSoy132 pueden considerarse los siguientes puntos: si recordamos sus orígenes, podemos apreciar que el objeto de su movimiento sigue vigente, como son, por ejemplo, la democratización de los medios de comunicación y la imposición del próximo presidente de la República, Enrique Peña Nieto.
Entonces, qué acciones congruentes pueden realizar en beneficio de la sociedad; para ello es necesario tomar en cuenta un aspecto clave: como dice el dicho popular, “palo dado ni Dios lo quita”, lo que significa que Peña será el próximo presidente de la República, por lo que el tratar de impedir su toma de posesión, considero que no es el camino.
El camino es continuar con el motivo de su origen: como una organización formal de la sociedad, establecer la comunicación con los legisladores federales para que realicen las reformas de medios; observar que las iniciativas de Peña sobre acceso a la información, combate a la corrupción y transparencia de los gastos de gobiernos en medios, se hagan; abrir comunicación con la Cofetel para que lance la licitación para nuevas cadenas de televisión y banda ancha móvil; iniciar intercambio con los empresarios de la radio y la televisión; vigilar que el IFE resuelva satisfactoriamente los topes de campaña de los partidos y los asuntos Monex, etcétera.
En Aguascalientes tenemos una oportunidad para apoyar y acompañar movimientos como #YoSoy132; es necesario que sociedad y gobierno contribuyamos para que el cauce que adopten sea de utilidad para la sociedad, y que puedan lograr un diálogo respetuoso y racional.
