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viernes, diciembre 5, 2025

Los huevos de oro / Ricardo Serrano en LJA

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“Había una vez, un niño que le cambió a un viejito una vaca por unos frijoles mágicos. Cuando los sembró, los frijoles se convirtieron en una mata larguísima, que sobrepasaba las nubes. El niño, subió y subió, encontrando en lo alto de las nubes, un castillo donde vivía un ogro. Ahí había una gallina que ponía huevos de oro, después de hacer confidencia con la mujer del ogro, el niño se robó a la gallina y junto con su madre, vivió inmensamente rico para siempre”.

Este extracto del cuento Las Habichuelas Mágicas atribuido a Hans Andersen, nos obliga a retomar no el asunto de los frijoles —que no estaría de más— sino al de los huevos. En estos días a mucha gente le faltan huevos. Esto porque la crisis aviar —otra vez— ha provocado la especulación económica en este producto de la canasta básica. El huevo es un producto esencial en la alimentación mexicana, y sería iluso pedirle a la gente que dejara de consumir huevo, tal como lo afirma Bruno Ferrari, es igual que pedirles que dejen de comer tortilla, costumbre que acostumbran los que se ponen a dieta o los que piden platillos internacionales.

Este tema es una cuestión estrictamente ética, luego es económica y política, pero primeramente ética. Y este ejercicio de aprovecharse de la circunstancia no es nuevo. Recuerde usted en tiempos de la influenza H1N1, cuando un simple tapabocas llegó  a costar hasta 50 pesos, no se diga el gel antibacterial y las vacunas. Entonces pues, el yo corrupto es un ente que revive de lo más hondo—como la frase de “la ocasión hace al ladrón”— y todo parece indicar que hay una predisposición al abuso. Aunque pareciera que me estoy refiriendo a los políticos, en este caso se equivoca usted, porque me refiero a aquellos que ventajosamente y bajo un esquema de miedo popular, han aumentado los precios de un producto que para la gente más necesitada es como la carne.

Aguascalientes no ha sido la excepción, pues de estar a precios promedio de 16 pesos el huevo, hoy se encuentra a no menos de 30 pesos, es decir, prácticamente un 100 por ciento del precio regular, generando un desequilibrio económico sobretodo en las clases sociales más bajas.

Ante la incertidumbre al Gobierno Federal, se le ha ocurrido importar huevo de Estados Unidos para regular el precio. Supongo que tendrá que venir subsidiado, porque me comenta gente muy cercana a la industria, que puesto en frontera el precio no baja de los 27 pesos. Además, luego resulta que ese mismo huevo lo terminan comprando esos que vienen especulando y lo ponen al mismo precio. Lo ideal sería que las empresas productoras se pusieran la camiseta de la solidaridad y apoyaran dando precios muy bajos, prácticamente para solventar costos más una ganancia pequeña—digo nadie ha dicho que dejen de hacer negocios— por ejemplo, ayer en los diarios publicaron que cuatro cadenas de autoservicios darán el kilo de huevo a 23 pesos, lo cual, aunque no es barato del todo, es más razonable y accesible al bolsillo.

Por otro lado, en el municipio de Aguascalientes, existe un programa denominado Banco de alimentos el cual es una “tiendita” ubicada en las ocho delegaciones municipales en la que se expenden productos de la canasta básica, entre ellos el huevo, a precio de mayoreo, puesto que al ser un programa social, prácticamente no tienen margen de ganancia. Esto ayuda a que la ciudadanía más vulnerable acceda a productos como el aceite, arroz, frijol, atún, jabón biodegradable, leche pasteurizada, pastas para sopa, café y huevo, a un precio que le permite surtir la despensa con mucho menos dinero. En dicho programa el huevo cuesta 23 pesos. Este precio se puede dar gracias a productores locales que conscientes del tema, han decidido apoyar a la gente más necesitada.

El otro tema, el de la ética, es un cuento de nunca acabar. Por eso me remito al tema del camelo y el ojo de la aguja, porque aunque luego la gente culpa a los políticos de la falta de ética, hay otros campos donde también hay que trabajarla, por ejemplo en las empresas grandes y pequeñas, ahí donde ven el negocio, a pesar de la urgencia ajena.

rserrano@up.edu.mx

@comandanteserra

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