Si no es ahora, ¿cuándo?; si no es aquí, ¿dónde?; si no eres tú ¿quién?
Cuando tenía 18 años, por primera vez escuché hablar de la participación ciudadana. Más bien de la participación significativa, en algún congreso de ésos a los que iba del Instituto Mexicano de la Juventud. Ese concepto de participación se refería a elementos indispensables para la constitución de la democracia: información, relevancia y demostración.
Cuando el ciudadano común —de a pie, como decimos coloquialmente— no se entera de lo que pasa en su contexto, es muy fácil desentenderse de éste. No es raro pues que en las familias, muchos hijos en plena adolescencia tomen malos pasos, porque los papás no están informados de muchas cuestiones importantes para ellos: la forma en que se comunican, las amistades, la enseñanza educativa, el argot de la vida comunitaria, las necesidades urgentes e importantes, entre muchos otros. En ello devienen luego ciertas manifestaciones nocivas que derivan en fenómenos que impiden el desarrollo individual de esos hijos y por supuesto en la debacle de muchas familias. Pero la pregunta sería ¿para qué informarse? Tengo un amigo que es un papá relativamente joven, y que tiene acceso a las redes más conocidas en Internet. Este amigo, se ha dedicado a promover en redes muchos mensajes que por la estructuración de los mismos podrían parecer ciertos, pero que siempre carecen de una fuente fidedigna: noticias amarillistas sobre políticos y líderes religiosos, escándalos millonarios de fraudes y de “maquinaciones” perversas de grupos tras bambalinas que juegan con nuestra conciencia y nuestros sentimientos, y un largo etcétera. A este amigo le sobra iniciativa, pero le falta información. Yo no digo que lo que publica sea falso, pero para poder afirmar algo, es necesario que además de que alguien más lo publicó en Facebook, tenga una fuente que haga de dicha información una verdad irrefutable. Así pasa por ejemplo en la participación cívica. Si las personas no se informan, son víctimas de cualquier tipo de información sea cierta o falsa. Y para algunos, mientras más desinformadas estén mejor, por lo tanto, debemos saber que en el campo de la información, hay quienes aprovechan la incertidumbre precisamente para engañar al ciudadano. La información es poder y la obligación del ciudadano es informarse para participar.
Por otro lado, la participación ciudadana, para que sea significativa ha de ser en materia relevante. Es importante que muchos ciudadanos se enfoquen en la multidiversidad temática que existe en un país de contrastes como México, pero todavía más importante que la participación para que sea relevante, tenga dos tesituras: una agenda perpetua —una serie de actividades que se realizan de manera permanente— lo que correspondería a aquéllos que participan en el tercer sector —el de las organizaciones civiles— y que aportan mediante horas de voluntariado, etc. O igual a aquéllos que manifiestan su participación a través de organizaciones políticas como los partidos que existen en la actualidad, todo además de realizar una actividad que de origen les dé para vivir. Actividades democráticas, electorales, de investigación, sociales, de labor social entre otras, son algunas de las agendas perpetuas que se han de tener si se quiere una participación relevante.
Además de la agenda perpetua, la participación se hace significativa cuando se participa esporádicamente en actividades que resurgen por las circunstancias que nos rodean. Una catástrofe, un evento especial, o simplemente porque hay elementos en el semáforo amarillo que nos indican que es necesario hacer algo ante una realidad que se presenta. De hecho éste es el motivo de las sociedades humanas: la protección mutua ante eventos que ponen en peligro la seguridad individual y comunitaria.
La demostración es un ingrediente indispensable para la participación. La demostración tiene que ser —a diferencia del activismo— una influencia de impacto en aquello en que se participa. “todo mundo sale a votar. Yo voto, por lo tanto participo”, “yo ya cooperé con el orfanato de mi comunidad”, son frases conocidas, pero la demostración tiene que ser puntual: más allá del prestigio que se promulga por quienes hacen activismo social, son los resultados los que hablan por sí mismos. La intención de esta demostración se basa principalmente en que la participación ciudadana debe ser realizada con “tiros de precisión”, es decir, que quizás se hagan pocas actividades, o una actividad que se prolonga por un tiempo indefinido, pero que es evidente que se está logrando el objetivo por el que se inició dicho trabajo. Por ejemplo, durante más de 30 años, el club Rotario Internacional se dedicó a promover la erradicación de la poliomelitis en el mundo y sobre todo en países muy pobres. Esta labor callada hace algunos años encontró una premeta de llegada. A eso me refiero, a las metas cumplidas.
La participación es la forma idónea en que los ciudadanos encuentran un sentido de pertenencia a la comunidad que les ha dado cobijo. Pero esa participación debe ser informada, relevante y tener metas claras. La participación le ayuda a nuestra autoridad a que abra los ojos ante las necesidades de la comunidad.
@comandanteserra
