En las ciudades no nos matan con tiros sino con decretos.
Gabriel García Marquez en El amor en los tiempos del cólera
El pasado jueves 30 de mayo fuimos invitados a participar como ponentes en el foro El futuro de la investigación jurídica en México, organizado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología; la Academia Mexicana de Ciencias y el Consejo consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República. El tema de suyo es complejo un tanto por lo amplio y otro por el fondo del mismo y vale la pena detenernos en esta columna para exponer algunas ideas al respecto. ¿Cómo debemos entender el futuro de la ciencia de la jurisprudencia los que vivimos al día en ella? Lejos de responderla desde una perspectiva amplia, en lo personal preferí concretizar en una pequeña de tantas aristas que parte de otra pregunta: ¿cuál es el reto y el compromiso de un estudiante del doctorado en derecho hacia con la sociedad?
Para plantear esto, debemos partir de una premisa: ¿debería un ciudadano común y corriente conocer las leyes que rigen su vida? Dice F. Laurent que “Sería un absurdo a la vez que una tiranía impusiera a los ciudadanos reglas, prohibiciones y mandamientos de que no tuvieran conocimiento”. Sin embargo, debemos de contextualizar ese conocimiento de la ley en un mundo masificado como el actual, donde todo se da en abundantes proporciones: las personas, los servicios, las leyes, todo en gran y apabullante cantidad. Dice Díez-Picazo que las leyes “en un sistema jurídico abarcable y comprensible… pueden ser conocidas… miradas las cosas desde el punto de vista actual… ni siquiera los juristas más expertos, avezados o estudiosos pueden alcanzar ese conocimiento”. Si en la normatividad que relativamente es limitada, en el aspecto científico del derecho el asunto es aún mucho más grave, pues la cantidad de conocimiento jurídico acumulado es infinita.
Retomamos la pregunta ¿es necesario que el público común y corriente acceda al conocimiento jurídico y a la ley? Como lo hemos señalado, uno de los objetivos de la investigación será influir en la normatividad positiva para que ésta a su vez auxilie a mejorar la vida del ser humano. Desde esta perspectiva no sólo es necesario sino fundamental que la teoría busque formas en que pueda trascender en la sociedad. Sin embargo es complejo, hasta el momento se han emprendido esfuerzos aislados para hacer más accesible el derecho al común de la gente: el Dr. Antonio de la Torre y su proyecto el derecho al alcance de todos, que entre otras cosas ha generado manuales accesibles, cómics y otros productos con la consigna de explicar en lenguaje sencillo principalmente la norma positiva, sin embargo siempre ha dejado un apartado de introducción al derecho. Recuerdo de igual forma el libro Usted y la Ley que hace ya un par de décadas emitió el Reader’s Digests. La UNAM en coadyuvancia con la Cámara de Diputados editó la colección Nuestros Derechos, una serie de libros que de igual forma tenían por objetivo hacer asequible el derecho a la población común y a pesar de que la mayoría de sus temas estaban enfocados a derechos prácticos, había algunos que abordaban aspectos teóricos muy interesantes, como el excelente Qué es el derecho de Enrique Cáceres Nieto.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación de igual forma ha creado diversos productos que buscan acercar el derecho a la población: una constitución ilustrada por el excelente Calderón, manuales de derecho común, sobre los tipos de garantías, entre otros.
Y es aquí donde concretizo mi participación: además de todos los retos que en el futuro tiene la investigación jurídica, hay uno que cobra especial relevancia no sólo para el estudiante del doctorado, sino además para todo científico del derecho: la difusión del conocimiento jurídico. No basta con la generación de nuestras tesis, de estos enormes ensayos que bajo la necesaria metodología se transforman en sendos tratados enfocados a un público especializado. El propio deber de estar respaldados por universidades públicas pagadas por la sociedad nos obliga a pensar en algo más, en encontrar los canales idóneos para que el público en general, o al menos una parte de él, pueda conocer qué hacemos y para qué sirve.
