Está bien, les prestamos el eslogan. Nosotros también estamos a favor de la vida de todas las mujeres. La vida es un derecho inalienable, fundamental y digno de cualquier ser humano, sea niño, pobre, rico, joven, viejo, guapo o feo. Los seres humanos somos arduos en clasificarnos entre nosotros: americanos, mexicanos, negros, blancos, chinos, y un largo etcétera, también nuestras costumbres y nuestras acciones: amas de casa, ingenieros, rateros, panistas, priístas, católicos, musulmanes, ateos, gordos, y así. Pero en lo que no coincidimos es en que cuando se fecunda un óvulo y un esperma y surge una nueva forma de vida, ahí haya una dicotomía y entonces para unos es un “producto” y para otros es una persona. Yo nunca fui un producto, al menos no uno en esa forma. Siempre fui, soy y seguiré siendo un ser humano. En esa clasificación no cabemos porque como dicen en la calle “no fuimos a la misma escuela” y mire que siempre fui al sistema oficial, pero en mi casa me dijeron que cada persona tiene una dignidad irrepetible, en mi casa.
Ya no sé qué pensar, nos convocan a “dictaminar” la iniciativa del artículo 2 para proteger a las mamás y a los bebés en el vientre, y resulta que es “otro” foro más para seguir discutiendo el tema. Tema tan discutido ya. Luego convocan a las abortistas y ellas a su vez convocan a una rueda de prensa y les dan todo el foro para dar su posicionamiento donde siguen y siguen argumentando en mentiras y en acusaciones hasta de tipo personal contra autoridades y líderes. No entiendo la forma en que se pueda llegar al diálogo cuando acá de este lado tratamos de hablar el lenguaje de la verdad, de los argumentos, de las propuestas, y allá no. Pero lo que sí entiendo es que cada que hablan las abortistas, me convenzo más de que vamos por buen camino.
Ellas insisten en que las queremos criminalizar, en que hay un contubernio entre políticos y creyentes y en que nos van a demandar para exigir sus “derechos sexuales y reproductivos”. Me gustaría que lo probaran. Lo malo de que alguien hable, es que haya otro oyendo que sepa más que el primero. Si existe un contubernio, pues invitarlas a que lo demuestren porque ese tema sólo distrae de lo importante: proteger a todos y todas las ciudadanas de este estado, incluidas las mamás más pobres y las excluidas a las que se refieren las abortistas para causar más pena a quienes decidirán el tema.
Se oyen bonitos los discursos, les propongo que hagamos algo más que hablar. Si me creen los que están leyendo esto, ahí les va una propuesta concreta:
- Si se aprueba la iniciativa del artículo 2 que afirma que en el vientre desde la fecundación hay un ser humano que debe recibir la protección del estado, entonces estamos protegiendo también a las mamás. Pero ¿En qué sentido? Pues con ese primer paso, viene el segundo y los demás:
- Deberemos asegurarle a ese ser humano que durante el embarazo su mamá recibirá protección para su salud —que directamente recae en el bebé— lo que implica que también deberá tener una mejor alimentación, para poder nutrirse más, y además, necesitará un trabajo por lo que o la capacitamos o le damos oportunidad de trabajar para el autoempleo, y con ello, la sacamos de su condición vulnerable.
Debemos también escribir la verdad: el síndrome postaborto existe, se ha comprobado y está vigente. También es cierto que los promoventes del aborto son “tontos útiles” de un negocio que está tras de todo. ¿Es que acaso piensan que a nosotros nos patrocinan las empresas de pañales y leche en polvo y nos pagan para que la gente tenga más hijos? Ojalá. Se llama humanidad y se transmite con la capacidad de la inteligencia que es una cualidad superior que sólo los seres humanos tienen.
Es cierto que hay incluso países que compran fetos con fines estéticos, se supone que los bebés muertos están llenos de colágeno, buscado por la vanidad y la superficialidad. Es cierto que existen abortos clandestinos, pero también que nadie sabe cuántos en exactitud hay, puras estimaciones (es como si supiéramos cuántos rateros hay según el último censo). Lo más cierto de todo, es que nos hemos estado enfrascando en resolver las consecuencias, cuando deberíamos asumir el reto de las causas: la desinformación, la pobreza extrema, la ignorancia, la violencia, son elementos que empujan a muchos y a muchas a tomar decisiones equivocadas en el sentido del aborto y en otros muchos. No sé a ciencia cierta qué vaya a pasar con esta iniciativa, pero me queda claro que la salida a estos problemas está más atrás, en la raíz de los problemas. Yo invito a la gente a que diga ¡Sí a la vida!…de las mujeres, de los hombres, de los niños, de los ricos, de los pobres, de los feos, incluso de los que están en contra de la vida misma. Nadie tiene derecho a quitarle la vida a otro por alguna razón.
Saludo al señor director editorial de este diario Edilberto Aldán, y le agradezco por permitirme el diálogo, y le sugiero “que no me joda” con sus argumentos y mejor me invite un café.
rserrano@up.edu.mx
