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viernes, diciembre 5, 2025

De política, una opinión / ¿En qué consiste el maquiavelismo político?

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En el lenguaje común de la política, se suele utilizar el término “maquiavélico” para calificar una forma de gobernar; la palabra viene del autor de la obra El príncipe, Nicolás Maquiavelo (1469-1527). El escrito fue elaborado en el año de 1513, dedicado a Lorenzo de Médicis, El Magnífico, y fue publicado, como escrito póstumo, en el año 1531.

El propósito de Maquiavelo fue ofrecer a Lorenzo, a quien observaba las cualidades para ser príncipe-gobernante de un estado, su conocimiento de las acciones de los grandes hombres, y, facilitarle la comprensión de las reglas que sigue el gobierno; “para conocer bien la naturaleza de los pueblos, es necesario ser príncipe, y para conocer bien la naturaleza de los príncipes (gobernantes), es necesario formar parte del pueblo” (Editorial Losada, en su inicio).

En el campo de estudio de la política, Nicolás Maquiavelo es considerado como el padre de la ciencia política moderna; los elementos centrales de su obra los podemos resumir en dos: gobernar y conservar el estado. En la primera señala, prácticamente, las reglas para hacer política y gobierno, y, en la segunda, apunta al resultado, que es la conservación del estado.

La importancia de saber gobernar tiene, como efecto, el lograr conservar con integridad el estado con sus cinco componentes: población, territorio, gobierno, leyes y economía. Agregamos, entonces, que el arte de gobernar reúne los cinco componentes con la característica de un estado-nación desarrollado. El hacer un mal gobierno pone en riesgo cada uno de esos elementos y el desarrollo integral del país.

¿Existe diferencia entre lo que propone Maquiavelo en su obra El príncipe, y lo que se entiende por maquiavelismo? La respuesta es que sí se da una diferencia radical entre cómo entendemos la política según Maquiavelo, y cómo es interpretada en el llamado maquiavelismo político.

El inicio de la diferencia se da en la confusión del objetivo de la política; es decir, Maquiavelo plantea que el objetivo de la política que hace el príncipe-gobernante es la ‘conservación del estado’; y, para algunos otros gobernantes, el objetivo de la acción política de gobierno es, más bien, ‘conservarse en el poder político’. Asimismo, en la visión de Maquiavelo “…lo importante es el resultado final. Procure entonces un príncipe (gobernante) vencer y conservar el estado: los medios que utilice siempre serán juzgados como honrosos y elogiados por todos…” (Capítulo XVIII), desprendiéndose el dicho ‘el fin justifica los medios’.

De ahí que cuando algunos gobernantes tienen como objetivo de la política y el gobierno ‘conservarse en el poder’, utilizan el dicho ‘el fin justifica los medios’ para llevar a cabo un gobierno “maquiavélico”, que significa que, para lograr el objetivo, pueden hacer cualquier cosa -incluida la violación de la ley y del derecho de los otros.

De esta manera, las características de la política maquiavélica las podemos explicar de la siguiente forma: cuando el gobernante actúa con astucia, doblez y perfidia (Diccionario de la RAE); de la perfidia, el diccionario dice que es deslealtad, traición o quebrantamiento de la fe debida. En este contexto, observamos también como características maquiavélicas el que el gobernante aplique la ley de manera arbitraria, la viola de manera encubierta, o engañe diciendo una cosa y haciendo otra, etcétera.

Son formas de ejercer el poder político en el gobierno, que no tienen nada que ver con el pensamiento de Nicolás Maquiavelo. Además, la aplicación del término de maquiavelismo, considero, se ha hecho por realizar una lectura que pretende aplicar los consejos, tal como están escritos, en el ejercicio de gobierno. No es posible hacer hoy la política, tomando al pie de la letra todas las acciones señaladas por Maquiavelo, ya que llevarían a una segunda confusión fundamental: equiparar las formas de sociedad y gobierno de nuestra sociedad actual, como si fueran iguales a las formas de la sociedad feudal.

La gran diferencia estriba en los valores y principios que rigen la nueva formación social capitalista: libertad, igualdad, fraternidad, justicia y democracia. En la sociedad feudal regía la ley del más fuerte y la justicia por propia mano, y así se ganaba, se defendía y se perdía el poder político. La lectura de Maquiavelo, por lo tanto, requiere de conocer la sociedad de aquel tiempo, para entender lo que significa la propuesta para nuestro tiempo.

Tomemos algunos ejemplos textuales: “…la experiencia demuestra que los príncipes, cuando han pensado más en las delicias de vida que en las armas, perdieron su estado” (Cap. XIV). “Y no hay nada que se desgaste tanto a sí mismo como la liberalidad (gasto ostentoso y derrochador que hacía, de su propio bolsillo, el gobernante), porque mientras la ejerces, pierdes la facultad de ejercerla y te vuelves pobre y despreciable o, por escapar a la pobreza, rapaz y odioso. Y, entre todas las cosas que un príncipe (gobernante) debe evitar, está el ser despreciable y odioso, condiciones a las cuales justamente te conduce la liberalidad. Por lo tanto, es más sabio ganarse el nombre de mezquino, que engendra una mala fama sin odio, y no, por el deseo de ser considerado liberal, verse obligado a incurrir en la fama de rapaz, que genera una mala fama acompañada de odio” (Cap. XVI).

Una última cita: “Y aquel príncipe (gobernante) que se ha apoyado totalmente en sus promesas, al encontrarse despojado de otros soportes, sucumbe, porque las amistades conquistadas con recompensas y no con grandeza y nobleza de ánimo se compran pero no se tienen, y en los momentos de necesidad no se puede disponer de ellas” (…) El príncipe, sin embargo, debe hacerse temer de modo que, si no consigue que lo amen, también pueda evitar el odio, porque el ser temido y el no ser odiado bien pueden estar juntos. Y lo conseguirá siempre si se abstiene de tocar los bienes de sus ciudadanos y de sus súbditos, y también de robar sus mujeres” (Cap. XVII).

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