En la primera columna de Bocadillo me preguntaba qué era realmente lo que disfrutábamos al ir al cine. No en un sentido filosófico, sino comercialmente y en cuestión de producto. Esto a propósito de El Hobbit y Juegos del Hambre, estrenos que revivieron una polémica de hace una década (la de La Comunidad del Anillo) al exigir a las audiencias el comprender que la historia no termina hoy, sino hasta que las secuelas lleguen a las salas, o bien que los primeros 15 minutos de la película no te contarán porque el mundo está en llamas. Los puristas las odian porque se traiciona el inicio/desarrollo/final. Sí, ya sé que con los cold open, flashbacks y narrativas relacionados (te estoy viendo, G. Iñárritu) se rompe lo tradicional, pero no dejan de ser historias autocontenidas.
Muchas de las historias con base en franquicias, grandes eventos y universos compartidos básicamente nos ofrecen una montaña rusa por la cual pagamos un ticket de entrada a Cinépolis (¿Has ido a Cinemex? Asco). Por supuesto, el tema de la semana es a propósito del estreno de Avengers: Era de Ultron. Dirás que no hay desarrollo de personajes. Bueno, por eso hubo nueve películas previas que nos cuentan los motivos de Thor, Iron Man, Barton, Hulk y compañía. Puedes reclamar en base a por qué tienes que haber consumido otros nueve contenidos para disfrutar una sola película. Es válido, pero tampoco es un examen de la primaria, nadie te está obligando a consumir el mal llamado genocidio cultural del que hablaba el mamerto de Iñárritu.
Tanto en esta columna como en /Autonomía hemos hablado de que se acabó el género de películas de superhéroes. Tal vez las últimas fueron esas horrendas de Los Cuatro Fantásticos con Jessica Alba. El mejor ejemplo es The Dark Knight, es una película sobre crimen y la obsesión de dos hombres por llevar al límite las situaciones. Nomás que resulta que los dos están locos, uno se maquilla y el otro se pone una capucha para golpear criminales. Como Heat pero con disfraces ¿Y?
El método Marvel en los cómics es acerca de la colaboración entre argumentista, editor, guionista y artistas para lograr un producto coherente, el cual tiene que ser accesible para quién lo agarra por primera vez. En serio, todavía en 2015, agarra un cómic de Marvel en Sanborns y la primera página te indica quiénes son los personajes, qué hacen, el origen y problema en turno. En Era de Ultron se cuenta de manera sutil, por medio de la introducción del villano en un hermoso e impresionante montaje acerca de cómo nace una inteligencia artificial y su reconocimiento de datos. A muchos les molesta que ver películas hoy en día te exija una investigación previa, pero sencillamente, no mamen. El lugar que te vende los boletos tiene toda información en su sitio web, todas las revistas traen el mismo material acerca de dónde nos quedamos rumbo a Vengadores 2 y los blogs se están masacrando en base al tráfico ardiente para entrar en contexto. Si me preguntas, un atajo para entender Era de Ultron, te diría que fueras por la primera de Iron Man, Thor, Vengadores, Iron Man 3 o Soldado del Invierno. En realidad las nueve, junto a Guardianes de la Galaxia son muy recomendables. Conozco a alguien que se enojó porque su novio vio Iron Man 3 dos veces. Carajo, son prejuicios, ni que fuera Blade.
El punto débil de Joss Whedon sigue siendo la dirección de escenas de acción. Pero es algo que se perdona al ver que puede manejar el tercer acto de la película totalmente en movimiento, si bien no es tan visualmente impresionante como Luc Besson, Zack Snyder o Louis Leterrier. Asimismo, para los nerds como yo, hay oportunidades desaprovechadas como el no ver más convivencia entre todos los Vengadores, así como que la misión del principio sea acerca de un tema tan aburrido. ¿Qué tal verlos acabar con un enemigo clásico menor del equipo en un ambiente menos gélido? En fin, es tratar de dar sugerencias para algo que ya es perfecto. Vengadores, unidos.
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