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viernes, diciembre 5, 2025

Al final, el amor que recibes es igual al amor que das / El banquete de los pordioseros

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En uno de los capítulos de la serie de televisión Los años maravillosos, Kevin Arnold se acuesta en su cama, tiene en sus manos un disco, se trata del Abbey Road de The Beatles, el narrador nos dice que el ambiente huele a césped recién podado, el verano apenas empezaba. 

La polémica respecto a cuál es el mejor disco de The Beatles es abundante, quizás el disco señalado por los conocedores como el mejor, asunto siempre cuestionable, es el célebre Sgt. Peppers lonely hearts club band, y sin duda hay los merecimientos suficientes para considerarlo así, no obstante, y esto obedece estrictamente a gustos personales, para mí el mejor es el Abbey Road, la última producción oficial de The Beatles, y no tanto por todos los símbolos que algunos analistas creen encontrar en la portada, que por otro lado también se trata de una de las mejores tapas en la siempre inconclusa historia del rock. Yo me quiero referir estrictamente al discurso musical de este álbum, es rock en su más pura y fina expresión; la polémica abunda, que si en el Volkswagen (escarabajo) de la portada se puede leer en las placas LMW 28 IF, es decir, si Paul viviera tendría 28 años y años más tarde, en 1993 en la publicación del álbum Paul is live aparece Paul cruzando el mismo paso de cebra con un perro y el Volkswagen amarillo estacionado en el mismo lugar ahora con las placas 51 IS, es decir, la edad del músico, que por supuesto está vivo, estamos en 1993.

Abbey Road, al igual que el Sgt. Peppers no es un disco que solo se limite a reunir una serie de buenas canciones de rock, porque la verdad este disco es, sobre cualquier otra pretensión de análisis musical, un excelso trabajo de rock, rock sobre cualquier otra cosa, así sin etiquetas ni prefijos ni sufijos, parafraseando a los Rolling Stones, es sólo rock & roll pero me gusta. Es de esos discos que resulta imposible escuchar un par de canciones y dejar de escuchar el resto sin el menor prejuicio o sentimiento de culpa. No, Abbey Road no funciona así, es como leer una de una novela solo un par de capítulos y prescindir del resto del material literario, vamos, ni Rayuela de Cortázar con sus dos diferentes opciones de lectura, no podríamos leer sólo el célebre y estremecedor capítulo 7 y prescindir del resto de las alucinantes páginas que nos narran la historia de la Maga y Horacio Oliveira aderezadas siempre por un antojable mate. Rayuela se lee completa como el Abbey Road se escucha íntegramente, además, no es posible dejar la audición a medias, el disco te atrapa, te seduce y simplemente no te suelta y mejor todavía, cada vez que lo volvemos a escuchar le encontramos cosas nuevas que involuntariamente habíamos pasado inadvertidas anteriormente, eso mismo aplica para discos como In the court of the Crimson King de King Crimson, Thick as a brick de Jethro Tull o Close to the edge de Yes, entre muchos más, o con libros de Nietzsche, Camus, Papini o Sartre, en fin, su riqueza y contenido abundante son cosas que quedan fuera de toda discusión.

Sin embargo, aunque resulta inapropiado y no es recomendable escuchar sólo canciones sueltas del disco, aquí encontramos algunas de las mejores composiciones del cuarteto, a decir de los mismos Lennon & McCartney, la canción de Something es el mejor trabajo de Harrison con The Beatles -aunque acá entre nos, yo prefiero While my guitar gently weeps– o canciones como I want you (she’s so heavy) suelen considerarse como antecedentes directos del metal, aunque no sé, esto, por supuesto, siempre es objeto de polémica, pero independientemente de eso estamos hablando de una canción extraordinaria, soberbia, monumental, justifica dignamente su duración de más o menos 7 minutos, contrario a lo que sucede, por ejemplo con Hey Jude, que anda también por ahí de los 7 minutos pero la parte final cuya duración es quizás la mitad de la canción, es una repetición constante de una línea melódica, a la manera de un mantra, con algunas variaciones yuxtapuestas a lo largo de este tramo musical. 

La parte final del disco es una especie de…pues no de popurrí como se le suele identificar, sino como una rapsodia en donde se integran diferentes motivos musicales llamados caprichosamente canciones, cada uno de estos fragmentos están firmados por Lennon, Harrison y McCartney, por cierto, se trata de una de las pocas veces en donde no aparece en todos los casos la firma de la mancuerna Lennon & McCartney, algunas veces es sólo Lennon, en otras es sólo McCartney o bien ellos dos además de George Harrison, por cierto, Ringo colabora con una canción, una sola pero deliciosa, Octopus’s garden, pero hablábamos de la parte final del disco, prácticamente toda la cara B en el formato de acetato, quizás quitando la deliciosa melodía de George, Here comes the sun, todo lo demás, desde Because hasta el final es una sola obra musical dividida en diferentes partes. La última frase del último disco de la última canción de The Beatles representa el final perfecto de esta apasionante historia de la que quizás sea la más grande banda de rock en toda la historia: “Al final, el amor que recibes es igual al amor que das”.

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