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viernes, diciembre 5, 2025

México y su primavera 2020, la irónica esperanza de la 4T/ Bravuconadas 

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Pareciera que este fin de semana fue radicalmente distinto a los precedentes, algo despertó diferente en el ánimo de los mexicanos. Pero ¿por qué? México, si bien es, en la mayoría, una nación un tanto conservadora, es fundamentalmente alegre y dicharachera. Aguantadora, eso sí, resistente a los infortunios y las tragedias, de los cuales, generalmente sale adelante, y su ánimo no se ve mermado ni cambiado, sigue irreverente y retador. Pero, estos últimos días, algo parece haberlo tocado en algún escondido nervio energizante y lo desconectó. 

Acá, en la provincia, el efecto es notable. Las calles visiblemente menos transitadas, la gente camina callada, apenas habla; en su andar atisba a los otros viandantes de reojo, con desconfianza, sí, pero con curiosidad, preguntándose, sí el nervio ha invadido a los otros igual que a ellos. Hay curiosidad, pero también ansiedad callada.

Hace apenas unos meses, el país parecía acelerado, sobrerevolucionado. Después de muchas décadas, al fin la incipiente democracia había hecho posible el arribo de un nuevo gobierno, lleno de promesas y esperanzas para el país, para la gente. Se acabarían de tajo la inseguridad, la corrupción, la impunidad, la pobreza. Con una aplastante mayoría el nuevo partido Morena, había logrado llevar a la presidencia de la República a un hombre de “izquierda”, que, garantizaba, acabaría con “la mafia en el poder”, y el actuar del nuevo liderazgo político pondría a los pobres en primer lugar en su agenda de trabajo. Pronto, habría trabajo para todos, buenos salarios. El petróleo, a través de un renovado Pemex, volvería a ser el motor del crecimiento y desarrollo de México. Con el alto a la corrupción, el país contaría con 500 mil millones de pesos adicionales para inyectarlos a la economía del “bienestar”, se dijo. Los servicios de salud pública alcanzarían pronto los estándares de calidad de los países escandinavos y gratuitos (por alguna razón en el imaginario del presidente, esos países son los mejor calificados en ese rubro y además los otorgaban de manera gratuita, esto último, por demás nada cierto).

El campo, la educación, la infraestructura tendrían una explosión de desarrollo nunca registrada en la historia del país. Sí, a partir del 1 de julio de 2018, México iniciaría su camino hacia la Cuarta Transformación, equiparable sólo a las transformaciones de la Guerra de Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana, así, de ese tamaño.

En los primeros meses del nuevo gobierno, empezaron los cambios, los ajustes, “la transformación”. En la fila de los compromisos a cumplir se empezó con la lucha contra la evidente corrupción de todos los programas federales habidos y por haber, prácticamente no hubo uno que escapara a las drásticas medidas anticorrupción. Así empezaron a desaparecer programas insignia de anteriores gobiernos (las estancias infantiles, los comedores comunitarios, los programas de atención a las mujeres víctimas de la violencia, el seguro popular, los apoyos para atender el cáncer de mama, y así podemos seguir), pero sin contar con aquellos programas alternos o sustitutos con la marca de la 4T, nada. Aunque vimos la aparición de programas con un débil argumento transformador, como el de “Jóvenes construyendo el futuro”, “Sembrando vida”, las becas de educación media “Benito Juárez” (sin requisitos académicos, sólo presenciales). Todos, después de un año, con marcados déficits en el cumplimiento de sus metas, y con crecientes demanda de recursos.

Ciertamente, este gobierno logró incrementar sustancialmente el salario mínimo nacional, pero no podemos dejar de considerar los argumentos de exigencia que los principales socios comerciales, Estados Unidos y Canadá, del T-MEC le impusieron al país para la firma del instrumento. También surgió la Guardia Nacional, pero lejos de cumplir su propósito de combatir la inseguridad pública interna, se asumió como la “border patrol” del gobierno norteamericano en la frontera sur, sirviendo como “muro” al flujo migrante centroamericano y de otras naciones hacia el país del norte. Mal.

Y tras un complicado invierno 2019 – 2020, nos alcanzó la primavera del 2020. La economía interna, el mundo y la naturaleza, parecen haber confabulado contra México. El Inegi, tras una verificación de los indicadores económicos nacionales decretó que el país decreció en el 2019 un 0.01%. La economía nacional está detenida, aunque las demandas y exigencias sociales se han mantenido, y en algunos casos, crecido. Tras los primero 15 meses de gobierno de la 4T, la iniciativa privada nacional no acaba de encontrar los factores de confianza y certidumbre en las políticas públicas implementadas por el presidente López, luego, no están invirtiendo. Pemex perdió una cifra impronunciable e incomprensible durante el año que concluyó, y se espera que este año pierda el doble. Agreguémosle al asunto el derrumbe de los precios del petróleo, hoy es más caro producir un barril de petróleo que lo que se obtiene por él en el mercado de hidrocarburos. El peso mexicano, otrora orgullo y bandera de la 4T para señalar la solidez de la economía nacional, anda arriba de los 25 pesos por dólar. La inseguridad y la violencia no ceden, en febrero del 2020 hubo 2,858 muertes violentas, a razón de casi 99 diarias, y de ellas 10 fueron feminicidios.

A lo expuesto en el párrafo anterior, sólo habrá que sumarle la aparición de la pandemia del Covid–19 o coronavirus. Esta catástrofe mundial, ha retardado su llegada a México por diversas razones, y el gobierno no ha mostrado estar a la altura de las circunstancias, en su estrategia, en su reacción y coordinación. Su liderazgo está siendo rebasado por los gobiernos estatales, los gobiernos municipales, vamos, por la propia sociedad.

La 4T parece extraviada, desorientada, en su accionar y operar. El responsable de garantizar la seguridad de todos los mexicanos es el propio Estado, y esa responsabilidad recae, necesariamente, en el presidente López, pero para mal, es el primero en ignorar las recomendaciones de prevención de la contingencia sanitaria. Dice que tiene fe en que no nos pase nada. La primavera 2020 para México es impredecible y el gobierno va a la deriva.

 

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