Margarita Santiago García
Maestra en Población y Desarrollo
Países de ingresos medios y bajos, como México, que atraviesan un proceso de “transición demográfica”, junto con patrones de concentración espacial en ámbitos urbanos, enfrentan un importante reto en términos demográficos y desarrollo económico. Los cambios demográficos relacionados con la transición demográfica, la cual se caracteriza por la disminución en las tasas de fecundidad y mortalidad, tienen dos principales particularidades en ese grupo de países. Primero, la transición demográfica ha generado un progresivo incremento de la población en edad de trabajar (de 14 a 59 años). En términos demográficos dicho incremento tiene como resultado el ensanchamiento de la pirámide de población; particularmente, en los grupos jóvenes, lo cual es conocido como “bono demográfico”. Segundo, el incremento de ese grupo de población está acompañado por su creciente concentración en las áreas urbanas.
El “bono demográfico” podría representar un arma de doble filo en términos de desarrollo económico; especialmente, en las áreas urbanas. Por un lado, su presencia se relaciona con un dividendo que podría favorecer el crecimiento económico de una sociedad. De acuerdo con diversos autores, la concentración de una población joven en edad de trabajar representa una importante ventana de oportunidad para el desarrollo económico y político en las áreas urbanas considerando que una de las principales características de la población joven es su gradual incorporación al mercado laboral. Así, países con una estructura etaria joven podrían disfrutar de un dividendo demográfico al absorber dicha población en el mercado laboral. La educación y políticas adecuadas que garanticen la absorción de dicha población en el mercado laboral son elementos claves para lograr el dividendo demográfico, traduciéndose en un impulso para el desarrollo económico.
Sin embargo, el “bono demográfico” también representa un factor de riesgo y vulnerabilidad económica y sociopolítica. Esto último se debe a que también existe una estrecha relación entre la prevalencia de violencia organizada, conflictos civiles y países con una estructura etaria predominantemente joven. En la mayoría de los países de ingresos medios y bajos un importante porcentaje de la población joven en edad de trabajar a menudo se enfrenta a un contexto con múltiples adversidades que complejiza su desarrollo profesional: bajos niveles educativos, trabajos poco calificados, altos niveles de desempleo, condiciones laborales injustas o precarias, desigualdad, pobreza y estructuras sociopolíticas débiles. Estas condiciones, en consecuencia, generan altos porcentajes de una población descontenta y vulnerable social y económicamente. Aspectos que están relacionados con un incremento en la posibilidad de que jóvenes en edad de trabajar se involucren -de forma voluntaria o forzada- en organizaciones delictivas o pandillas.
Otro aspecto relacionado con la precariedad contextual que enfrentan los jóvenes es cuando éstos pasen al grupo etario de los adultos mayores (60 y más). De acuerdo con Giorguli, en los próximos años el grupo que va a crecer con mayor velocidad será el de 60 y más, los cuales enfrentaran múltiples desafíos. El acceso a pensiones, quién va a cuidarlos (considerando la reducción en el tamaño de las familias) y el costo que representará para el sistema se salud, son algunos de los retos que enfrentarán los jóvenes que forman parte del bono demográfico en los próximos años.
Las áreas urbanas en México enfrentan un importante reto en materia demográfica y desarrollo económico pues son los espacios donde ocurre la mayor concentración de población joven. Aprovechar el posible efecto positivo que representa el grueso de la población joven en edad de trabajar requiere de acciones en el corto plazo, antes de que el grupo de población dependiente (60 y más) comience a incrementar más que la población productiva. Se requiere de ciertas condiciones contextuales y sociales que promuevan el desarrollo del capital humano. Garantizar el acceso y aumento en los niveles de educación, disminución de las tasas de desempleo mediante la generación de empleos de calidad, promoción de movilidad social, disminución de la desigualdad y fortalecimiento de políticas y estructuras que garanticen el pleno desarrollo de los jóvenes. De esta forma, se podría contrarrestar los efectos negativos que enfrentan los jóvenes que conforman el bono demográfico en el corto y mediano plazo.
sgm.margarita@gmail.com
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