El Presidente de la República no es médico y por lo tanto no está obligado a saber de Medicina. Si está obligado a rodearse de asesores expertos en temas relacionados. Sobre todo cuando por capricho de la historia le toca manejar los destinos de la nación en la Pandemia del coronavirus, un cataclismo sanitario que no se había visto en más de cien años. Para ello cuenta con el Dr. Alcocer Secretario de Salud que es un experto inmunólogo, pero un pésimo orador y figura nada carismática. Todo esto ha llevado al ahora popularísimo Dr. López Gatell a ser el vocero que vemos en la tele, todo el día y todos los días. Con una presencia escénica y un discurso francamente asfixiantes. Por si fuera poco hasta el Lic. Zoé Robledo director general del IMSS participa en la información sobre el virus y las medidas de protección. El Sr. Director es un abogado dedicado a la política, con experiencia en temas electorales y no sabe una sola palabra de Medicina. ¿Cómo es que dirige una institución de medicina social tan importante? Bueno, no es para asombrarse. El IMSS ha sido una cartera política. Solamente en una ocasión esta importante dependencia fue dirigida por un brillante médico el Dr. Ignacio Morones Prieto en el sexenio de Díaz Ordaz. Y hasta aquí podríamos decir que nuestro Presidente va cumpliendo. Él habla del Coronavirus y la epidemia y permite a su vocero que nos sature de estadísticas y datos a cada momento. Lo que sí es un verdadero despropósito es que hable de la Educación de la Medicina. No fue un buen universitario ni sus logros han sido en el terreno de la Educación Superior. Por lo tanto, que se presente ante los medios y decir que los médicos que desean hacer una especialidad han sido rechazados porque no hay hospitales suficientes, es una realidad, que él no descubrió. Esto lo sabemos todos los médicos del país. Pero de ahí, a decir que ahora todos los que quieran y soliciten podrán hacer una especialidad, entrarán por la vía libre, es un gravísimo error, que además muestra un desconocimiento total de la realidad de la medicina de alta especialidad en todo el mundo. En todos los países existen los exámenes de admisión, no para rechazar a los aspirantes, sino para elegir a los mejores. El único país que deja entrar a especialidad a todo el que lo pide es Cuba. Y el resultado es que los que hemos visitado ese país nos encontramos a inmunólogos como choferes de taxi. Y no es porque no tengan hospitales, es porque no tienen ninguna capacidad. Durante el sexenio del Ing. Barberena nos visitaron un grupo de supuestos neuropediatras patrocinados por el DIF. La Sociedad de Neurología de Aguascalientes provocamos una reunión con ellos y descubrimos que no eran especialistas ni sabían nada del tema. En el sexenio del Ing. Lozano nos visitó la directora del Centro Nacional de Atención de Adicciones y la recibimos en Agua Clara. Demostró que sus tratamientos eran totalmente empíricos y a base de hierbas y sustancias casi mágicas, sin ninguna base científica. Y ahora el Presidente, asegura que enviará a todo el médico que quiera a especializarse a países extranjeros (así lo dijo); pero en realidad solo piensa en mandarlo a Cuba, ya que es la única nación que los aceptará sin examen de admisión. Aseguró que se crearán 20 nuevas escuelas de medicina, sin otra base que su dicho. Desconocemos si sabrá que existen 75 escuelas oficialmente reconocidas en el país y 15 en espera de su validación. ¿Por qué otras 20? El esfuerzo debería dirigirse a fortalecer a las ya existentes, que en todo el país tienen graves carencias en equipo, laboratorios, bibliotecas digitales y sobre todo en el debido pago a sus profesores. Es difícil creer que esto vaya a funcionar si sabemos que su Universidad de la Ciudad de México es un fracaso académico. Tiene muchos quince mil alumnos, pero su nivel es muy bajo. Bien haría nuestro señor presidente en buscarse buenos asesores en Educación Superior y particularmente en un campo tan delicado como es el de las Ciencias de la Salud.




