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viernes, diciembre 5, 2025

México, las contradicciones de la nueva normalidad/ Bravuconadas 

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El pasado 1 de junio, las autoridades, federal y casi todas las estatales, decretaron que el país estaba listo para salir del pleno confinamiento provocado por la pandemia del coronavirus, tras 68 días del vencido programa nacional de sana distancia, y que se inició el 23 de marzo pasado, cuando apenas se reconocían oficialmente 4 decesos por la enfermedad que se insinuaba entonces. A 15 días de la nueva normalidad, México alcanza la friolera de poco más de 146 mil contagios y una cifra terrible superior a los 17 mil muertos. Según las propias autoridades federales responsables de la atención y seguimiento de la emergencia de salud pública, y una nueva metodología denominada “semáforo epidemiológico” para caracterizar la situación de la pandemia en el país, prácticamente todo el territorio nacional se encuentra en rojo, esto es, en estado de alerta máxima, con los contagios en aumento constante, con un riesgo alto de saturación de la capacidad hospitalaria destinada para el tratamiento de la enfermedad. Para Aguascalientes al sábado 13 de junio, teníamos 1,960 casos confirmados y 87 decesos; de los confirmados, 43 pacientes graves y 33 muy graves, luego, el riesgo de propagación de la enfermedad es muy alta, y sí, tendremos más decesos.

A pesar de los números de la pandemia en el país y en el Estado, las autoridades estimaron que, con las medidas sanitarias adecuadas y pertinentes, la población estaría en posibilidades de irse incorporando a diversas actividades que se fueran autorizando, ya fueran de carácter económico, deportivo o social. Sin embargo, lo que fue posible apreciar en el comportamiento de cada una de las entidades federativas, es que realmente, no hubo una plena y efectiva coordinación entre los responsables federales y los estatales, ya que un buen número de Estados se auto declararon en naranja del famoso semáforo, y por su cuenta, decidieron iniciar actividades conforme a sus criterios y mediciones locales, con los riesgos que esa determinación implicaba. De hecho, prácticamente la mitad del país ya opera bajo ese cromático código de control sanitario. Lo preocupante, es que el Gobierno Federal, a través de la Secretaría de Salud, en los hechos, realmente no gobierna ni controla la atención de la contingencia sanitaria.

El primer problema que ha generado esta descoordinación, surge de las incompatibilidades con la estrategia de atención del responsable federal de la contingencia doctor Hugo López-Gatell con los Estados. La determinación de la no aplicación de las pruebas para determinar la situación y posible evolución de la epidemia en México, de parte de López-Gatell confrontó la opinión que venía de la propia Organización Mundial de la Salud, OMS, que recomendaba la aplicación de “pruebas, pruebas, pruebas”, con el argumento de que el virus SARS-Cov2 o Covid-19 estaba provocando una experiencia epidemiológica totalmente nueva, sin referente en la memoria sanitaria del planeta, luego, era necesario aplicar una estrategia general homogénea. López-Gatell dijo: no, esa estrategia no sirve, y optó por una alternativa utilizada para otras epidemias, conocida como Centinela.

Otro factor de desencuentro, fue la imposibilidad de cuadrar los números generales de la evolución de la epidemia a nivel nacional. Los procedimientos de comunicación fueron ineficientes, a tal grado que la actualización de las bases de datos de la contingencia tenía desfases graves, y los reportes que día a día realizaba el Gobierno Federal, no coincidía con las cifras estatales. Esta situación generó muchos roces entre la Federación y los estados, que se reflejó en otro factor de desencuentro, los recursos públicos para apoyar a los Estados en materia sanitaria, para equipamiento, medicamentos y materiales médicos indispensables para afrontar la emergencia. Los recursos no fluyeron, prácticamente, los Estados debieron resolver el tema solos.

Aunado al tema de la crisis salud pública, se presentó, con el confinamiento, que las actividades económicas generales, se fueran deteniendo drásticamente. Todas las empresas o negocios, de todos los tamaños, se fueron paralizando en un período de tiempo muy corto. Estas unidades económicas, grandes, medianas, pequeñas, micros, fueron cerrando. Muchas en forma definitiva. Millones de empleos se perdieron. El Inegi reportó a 12.5 millones de personas que habían dejado, en la pandemia, de recibir ingresos. El gobierno federal, aferrado a sus cifras, sólo reconoce alrededor de 1.5 millones de empleos formales (registrados ante el IMSS) perdidos definitivamente. Ya no hablemos de la informalidad económica. En este sentido, al gobierno federal decidió no implementar un programa integral de apoyo al sector económico comercial, industrial, agrícola, vamos, se deslindó de una responsabilidad que, prácticamente todos los gobiernos del mundo asumieron, con un argumento de naturaleza política, más que económica o, incluso, legal.

Toda esta presión social, económica, empujó a los gobiernos, a autorizar el reinicio de actividades económicas, lúdicas, deportivas, entre otras, bajo, dicen ellos, un “estricto protocolo” de seguridad sanitaria. Así, este lunes 15, casi todo el país asumirá el color naranja y las características de este código sanitaria tiene para iniciar bajo el esquema de la nueva normalidad su vida cotidiana. Uso “obligatorio” del cubrebocas, sana distancia, porcentajes de saturación de espacios de atención al 30%, horarios escalonados de trabajo, y así. Ojo, la pandemia sigue en la cúspide de los contagios, las muertes asociadas a la pandemia, siguen en una incidencia muy alta, pero…

¿Y la población qué dice al respecto? A estas alturas de la pandemia, sigue habiendo mucha incredulidad respecto a la misma existencia de la enfermedad. En Aguascalientes, en la empresa de Telmex detectaron dos casos, pero las autoridades sanitarias del IMSS local, decidieron no aplicarles las pruebas, y los mandaron a casa. Asimismo, podemos observar a las personas transitar por las calles sin cubrebocas, con niños pequeños, igual de desprotegidos. Por las noches, pequeñas o grandes tertulias banqueteras, sin el menor cuidado. La autoridad simula y frunce el entrecejo, habla todos los días y hace ruedas de prensa y comunica, pero los contagios crecen, los muertos también, y los gobiernos leen las cifras fríamente.

Así, con las contradicciones de la nueva normalidad, los mexicanos debemos seguir.

 

mario.bravo58@hotmail.com

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