En el cemento urbano de una banqueta, ahí donde se abre un cuadro de tierra para recibir un arbolito que crezca y dé sombra y adorne la avenida, ahí mismo es también un buen lugar para plantar un par de cruces que propicien el florecimiento de la memoria, y que todo el que pase y las observe sepa que ahí la muerte se hizo presente para tomar la vida de alguien, tal y como muestra la imagen.
Dondequiera, en los panteones, en los templos, en los camellones y banquetas de las grandes avenidas, encontramos estos signos que nos recuerdan que más temprano que tarde nos tocará turno para convertirnos en evocación, y luego en olvido. ¿Habrá cosa más cierta que esa, más irrefutable?…
Quizá estas cruces expresen de manera muy nítida la tremenda fragilidad de la vida, la banalidad de sus glorias y el despojo inmisericorde a que la muerte nos somete.
Un día estas personas salieron de sus casas con un objetivo en mente, un quehacer que ocupaba sus vidas, y fueron y vinieron con la idea de regresar a casa y ver a su familia y cenar y dormir para, al día siguiente, seguir con sus vidas.
Pero hubo una cita que no consideraron; que no tenían planeada, al menos no para ese día; para ese momento, una cita que los puso en el lugar equivocado en el momento equivocado, y que resultó definitiva. Algo tuvieron que hacer aquí, en esta banqueta. Muy probablemente sólo pasaban, o se detuvieron a conversar, o a esperar el camión o el taxi, o a atravesar la avenida, cuando se presentó la muerte, montada en las ruedas de un automotor, o en la defensa del vehículo.
Llegó de la mano de un conductor irresponsable y/o inexperto, o quizá de la propia mano de quien la muerte se lleva, que sin querer; casi sin pensarlo, comete la imprudencia de cruzar la calle sin fijarse, o por donde no se debe, ¿cómo saberlo?
Y contrariamente a lo que nos gusta creer, que la muerte nos iguala a todos, aún aquí hay niveles, y tal vez a los pobres no les alcance para algo más que esto: el recuerdo de una pequeña cruz plantada en la banqueta de una avenida, con la promesa de que “vivirás en nuestros corazones hoy y siempre”.
Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a [email protected].




