Para mí esta imagen evoca poesía… Como por ejemplo este fragmento de quien se hace llamar “Lirae” (en mundopoesia.com): “En este tiempo seco./Me quedo ausente de amor/Alejada de esperanza/Huida de la vida/Privada de sus caricias/Vacía de besos./Y con mi cuerpo…/mi cuerpo en carne viva…” O esta otra, de quien firma como “Pepesori”, su poema “La piedra viva” (misma fuente): “Una piedra solitaria/es mineral de madre/amamantando hierba/bajo su sombra./Una piedra solitaria tiene vida/acumulada en silencios./También un alma dormida/bajo el barro de los tiempos.
Sí… La imagen evoca poesía, pero no como para suspirar y exclamar: “¡Ay, qué bonito!”, no… En Tepezalá, en Jesús María, el capital rompe la piel de la Tierra; la convierte en piedra viva, sin arbustos ni tierra, sin animales ni sombra; piedra viva que se requema al Sol, a la espera de ser ofrendada en el altar inmisericorde del progreso, convirtiendo aquello en un páramo, Tierra estéril.
A propósito de esto, ahora recuerdo un texto que leí hace unos días, escrito por la india Vandana Shiva, titulado “Sobre el coronavirus: de los bosques a nuestras granjas, a nuestro microbioma intestinal”. Y dice: “La ilusión de la tierra y sus seres como materia prima para ser explotada con fines de lucro está creando un mundo conectado a través de la enfermedad.”
Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a [email protected].
