Le estamos pegando ya al año de confinamiento estimado lector y siendo sinceros la sana distancia y todos los protocolos que se implementaron no han sido del todo efectivos, sabe por qué, pues por nuestro propio comportamiento, entre que el gobierno quedó rebasado y a la sociedad nos vale un comino aun y cuando se presenten decesos dentro de la familia o en un círculo próximo, el veinte no cae del todo.
Al principio la incertidumbre, el miedo y por otro lado la incredulidad, sobre todo porque años atrás habíamos padecido una situación menos mortal pero igual de restrictiva con relación a la interacción social. Ante tal panorama y con el antecedente de “yo hago lo que quiero” definitivamente dejamos muchos flancos sin cubrir lo que ocasionó que nos saliéramos de control, aunado a la poca y lenta reacción del gobierno hoy por hoy tenemos alrededor de 195 mil muertes.
Después de un año de esta “nueva normalidad” como decidieron llamarla las autoridades y los medios, qué nos depara, qué sigue; una disonancia cognoscitiva elevada a la máxima potencia, es decir, qué debo hacer, por qué debo hacerlo y que tan correcto es actuar como se propone; sin duda la economía mexicana no puede soportar un año más operando a menos del cincuenta por ciento y mire que no todo es trabajo, la sociedad necesita esparcimiento y no precisamente frente a una pantalla de computadora o un televisor desde la comodidad de su hogar, estoy seguro que uno de los divertimentos que más público tendrá ahora que se permita la aproximación física entre los humanos será el teatro; piénselo estimado lector, analícelo con detenimiento, qué pasa en una sala de teatro, si bien, al igual que una sala de cine, es un espacio diseñado de manera específica para que centremos nuestra atención al frente, en una pantalla o un escenario, las distracciones son las mínimas (quitando el invasivo dispositivo móvil), cuenta con una acústica bien diseñada, la mayoría de los espacios tienen isóptica y eso permite que la visibilidad no se vea obstruida por casi nada; en el teatro vemos actores, personas de carne y hueso representado una situación, un personaje, pero no queda ahí estimado lector, la actriz, el actor emana energía, misma que es recibida de manera inconsciente, o consiente tal vez por el respetable que se encuentra sentado en las cómodas butacas, energía, fuerza, pasión, dedicación, eso que no podemos percibir del todo a través de una pantalla fría, como diría el gurú de la comunicación Marshall McLuhan, los medios fríos nunca podrán replicar al 100% la emoción de una escena armada por un actor por muy bueno que sea. Piense en su película favorita, la que le arranca la lágrima, la que le conmueve hasta el alma o la que le hace reír como niño; se imagina esa energía de los actores percibiéndola en vivo, es otra dimensión sensorial sin duda.
Esparcimiento, divertimento, donde el estrés se diluye y por un momento nos trasladados a lugares irreales que hacen cargar pilas, salir de la realidad, ejercitar la mente, buscar, encontrar, abandonar al covid por dos horas y disponernos a ser libres. Definitivamente estimado lector, el que el teatro esté coartado de acción si representa una merma en las actividades lúdicas y de esparcimiento que teníamos al alcance de la mano, si pensamos en que debemos reactivar la economía sin duda se debe tomar en cuenta y subrayar el urgente regreso de la actividad artística, sí las personas viajan en autobús o en avión por espacios de más de una hora, con cubreboca claro, por qué no abrir los foros que son en definitiva más amplios que un transporte público.
Ahora, qué me dice del inquietante retorno a las aulas; un tema más escabroso que el de las actividades artísticas. Qué implica abrirles la puerta a las escuelas pública, privadas, institutos, colegios, universidades; están todos listos para afrontar la responsabilidad de congregar a un número considerable de personas bajo un mismo techo, en teoría sí, mire yo ubico por lo menos un par de instituciones de educación superior que operan con aulas de 25 pupitres sin distanciamiento entre ellos, sin momentos para sanitizar, nada más con la confianza de que nadie saldrá contagiado. La Secretaria de Educación Pública (SEP) y la de Salud (Ssa) preparan una estrategia para regresar a los alumnos de diferentes grados a las aulas. Jorge Alcocer titular de la Ssa dijo que la evidencia internacional destacó que las escuelas no amplifican la pandemia; sin embargo, no quiere decir que sean seguras. Con base en esto Alcocer propone analizar la reducción del tamaño de las clases, es decir, reducir el número de alumnos en el aula, definir si los alumnos deben o no usar cubrebocas y cómo garantizar una ventilación adecuada.
Se imagina, la propuesta de regresar a clases en entidades con semáforo verde después del periodo vacacional de semana santa, puede detonar un cambio de semáforo.
Definitivamente es necesario el regreso al aula, tomando en cuenta todos los protocolos de salud para evitar la amplificación de contagios; los pequeños se están quedando sin experimentar la sociabilidad, tan importante para el desarrollo humano, la interacción con sus compañeros, la convivencia con personas que no pertenecen a su familia, el incorporarlos a la sociedad de manera gradual a través de los espacios educativos propios para el proceso.
Que los niños estén vacunados, que los docentes y el personal administrativo también, que se extremen y apliquen los protocolos de higiene y salud, que nosotros como sociedad asumamos la responsabilidad de lo que implica el regreso a las aulas y a los teatros por qué no, los contagios y muertes no bajan, entonces hagámonos responsables y aprendamos a vivir con este agresivo y contagioso virus; nos vemos en la escuela y de ahí nos pasamos al teatro, le parece.
@ericazocar




