¿De dónde viene esta envidia?
Viene de crímenes cometidos a caballo
Julián Herbert
Mucho se ha escrito sobre los desplantes de humor negro de Andrés en sus calumniantes y calumniosas Mañaneras. Mucho se ha comentado respecto de su intención de llamar la atención siempre sobre él. Vemos como, ante toda tragedia que ocurre en el país: ya sea el desollamiento de una mujer en las portadas de la prensa sensacionalista, la desaparición de tres hermanos, las comentadas masacres, el asesinato de muchos, quizá demasiados, quizá demasiado pocos (dirían algunos, ya hartos de los políticos), candidatos durante estas campañas electorales 2021, hemos visto, decíamos, cómo Andrés hace todo para que la atención caiga de nuevo sobre él. Le encanta que su nombre o su acrónimo aparezcan una y otra vez en la prensa. Andrés quiere que, en los 32 estados, los periódicos hablen de él, se escriba sobre su vida, sobre sus dichos, sobre sus actos. Que el lenguaje que se maneje todos los días sea el que Andrés hable: y así todo charlen sobre gansos, fifís, neoliberales, conservadores, otros datos, perdones. Si la prensa habla de algo que no sea él, Andrés hará todo para que vuelva a hablarse de él, así sea torcer la ley, insultar por la mañana en cadena nacional, difamar, así sea mentir, mentir, mentir, mentir, mentir.
Porque mentir es el mejor deporte de Andrés. Es lo que mejor hace. Decir una y otra vez, las mismas cosas, las mismas mentiras. En mayo de 2019 publiqué un texto titulado: “Las frases hechas más repetidas por Andrés Manuel”; y doy cuenta que la gran mayoría de las oraciones que utiliza están, o sacadas de contexto, o han sido manipuladas desde el populismo. ¿A quién le habla Andrés? A sus fieles seguidores. No a los pobres. A los pobres los manda, o al carajo, o por alguna dádiva. Aún podemos recordar esas imágenes donde se le ve llorando junto a los familiares de los 43 de Ayotzinapa, pero también debemos recordarlo levantándole la mano a los Abarca. Andrés no le habla a los pobres, ni a los pueblos originarios. Se sirve de ellos. Y como buen cacique de pueblo, si los pobres le reclaman, simplemente los ignora y los manda lejos muy lejos. Andrés maneja el discurso de todo miserable, desdichado, infeliz. Y es que no puede ser feliz, porque al final, la sociopatía que padece le impide escuchar a los demás; solo puede escuchar adulaciones, solo escucha a aquellos que le dicen que está bien, que es un héroe, que es un ganador.
El histrionismo en el que deambula por sus giras, donde no se carcajea de los pobres, como se carcajea socarronamente de los periodistas, o de los comunicadores de noticias a los que insulta y difama todos los días, es muestra clara de la necesidad de siempre estar por encima de los ignorantes. Le es imposible discutir, debatir, con alguien que tenga preparatoria concluida.
Lo triste del asunto es que no hay nadie en su gabinete ni de sus cercanos que le entiendan a la escuela de Andrés: Ebrard es incapaz de tener esos desplantes de cinismo. Sheinbaum se enoja fácilmente. Monreal es demasiado político, jamás enfrenta, ataca siempre por la espalda. Mario Delgado es una vergüenza y ni siquiera los de su partido lo soportan. Delgado igual que Jesús Ramírez Cuevas apenas son los chamacos correveydile, los correveyhazloquetedigo, y nada más. No sirven para nada más. Siempre dirán: De parte del presidente que hagas esto. ¿No lo quieres hacer? ¿Quieres que te acuse con el jefe? Eso son Mario Delgado y Jesús Ramírez. Noroña, pues Noroña es una copia de Changoléon, pero más ignorante y sucio.
Esa escuela de miseria, de infelicidad, en la que Andrés está construido, requiere que día con día se hable de él. Y tal parece que este día con día es una enfermedad más y más recrudecida. Su comportamiento raya en la de un Perverso Narcisista, tal como lo define Jean-Charles Bouchoux. ¡Analícelo usted!
Haga el análisis de la evolución de su patología en estos 20 años, hágalo a través de su discurso incoherente de sus frases repetitivas. ¡Vamos, intente verlo!
