Yes, there were times, I’m sure you knew
When I bit off more than I could chew
And through it all, whenever there was doubt
I ate it up and spit it out
I faced it all and I stood tall
And did it, did it my way…
My way – Frank Sinatra
Se cumplen tres años de la actual administración federal. Para celebrar, el presidente y su movimiento hicieron el AMLOfest, el “festival de Andrés Manuel López Obrador”, en la plancha del Zócalo capitalino, al que acudieron más de 200 mil personas, provenientes mayoritariamente del valle de México y de la CDMX, pero también llevadas en grupo desde las entidades federativas.
El contexto en el que se da este festival inicia con la propagación de la variante Ómicron alrededor del mundo, y ya detectada en México; ante este primer contexto, López Obrador no desalentó la presencia masiva de personas en el evento, ni enfatizó la aplicación de protocolos sanitarios, diciendo, por ejemplo –sobre el uso del cubrebocas- que “está prohibido prohibir”.
También, el evento se da en el contexto de la creciente militarización del país, y de la asignación discrecional de presupuestos opacos para proyectos ambiciosos operados por el ejército; por ejemplo, el presidente acaba de designar a un militar como director en Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México (Birmex), dependencia del gobierno encargada de distribuir medicamentos, ahora bajo el mando del general en retiro Jens Pedro Lohmann Iturburu.
Respecto a este particular (la nueva titularidad de Birmex), el nuevo escenario no da indicios de poder resolver el problema del desabasto de medicamentos que ha golpeado a México, ya que, administrativamente, se mantiene la misma la estructura, sólo que ahora está al mando un militar; es decir, Birmex está regulado administrativamente por el Insabi, a cargo del arqueólogo y amigo del Presidente, Juan Antonio Ferrer. Y, como sabemos, el Insabi se ha visto rebasado durante este periodo de pandemia. Dicho de otro modo, no es el mando, sino la estructura. Pero el poner a un militar en el mando habla mucho sobre la concepción de gobierno civil que priva desde el ejecutivo.
En más del contexto en el que se da la celebración por los tres años de la gestión de AMLO, este contexto abarca la relación del ejecutivo con instituciones educativas del país que han sido particularmente críticas al proyecto de AMLO. El CIDE ha sufrido un desmantelamiento de su directiva y la imposición de un titular afín al ejecutivo, lo que ha ocasionado manifestaciones de rechazo por parte de la comunidad académica nacional. A este reclamo comienzan a sumarse más instituciones académicas y de educación superior, incluyendo a la UNAM.
Ahora, brevemente, sobre el mensaje del presidente en su evento, éste repitió los planteamientos de las conferencias mañaneras. Se felicitó a sí mismo, al pueblo, y al ejército; repartió críticas a sus adversarios, y festejó haber llenado el zócalo. Se congratuló por el manejo que su gobierno ha hecho de la pandemia, y recalcó que pronto saldremos de la crisis económica. Es decir, nada nuevo. Sin embargo, ante las acusaciones de corrupción dentro de su círculo cercano, AMLO ha dictado la honestidad de presuntos implicados; por ejemplo, el fiscal Alejandro Gertz Manero aparece en expedientes de investigación de la UIF (Unidad de Inteligencia Financiera, ahora al mando de Pablo Gómez en sucesión de Santiago Nieto) por montos que ningún funcionario público ni ningún académico podría reunir en una vida laboral. La posición del ejecutivo es que es gente honesta.
Por los demás casos en los que la probidad y la honestidad en los cercanos al ejecutivo pueda o no ser investigada, muchos de estos casos ya están cubiertos por el manto de la opacidad que restringe la transparencia de los expedientes hasta por 5 años, como los casos del nuevo aeropuerto, del Tren Maya, o de lo referente a su hermano Pío, sólo por nombrar ejemplos.
Paralelamente, el INE ha resuelto que Morena debe rectificar los mensajes de la campaña de revocación de mandato, ya que esta fuerza política la ha vendido como de “ratificación” del presidente. De hecho, en el propio evento, pulularon las mesas de recolección de firmas para acreditar una presunta “voluntad popular” que “clama” porque AMLO sea “ratificado”. Este mismo ejercicio, en el hipotético evento por los 5 o los 6 años de gobierno, sería simplemente inadmisible; pero, a tres años de gobierno, así vamos.
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